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Channel Zero: No-End House

De leggins y casas hambrientas

Channel Zero: No-End House

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2/5

Me gustó bastante la primera temporada de este show televisivo emitido por el canal “Syfy”, tanto que, coincidiendo en fechas este año, pensaba en su segunda temporada, “No–End House”, como un posible maratón para amenizar la noche de Halloween. Por suerte la impaciencia me pudo, y así decidí adentrarme en la casa encantada, la cual protagoniza esta etapa sin grandes resultados, antes de que llegase tan señalada celebración para los amantes del terror. Digo que fue una suerte porque el batacazo ha sido bastante grande, encontrándome con seis capítulos difíciles de digerir superada una presentación que si albergaba al misterio y la atmósfera de su primera emisión durante el año pasado, bastante exitosa para las expectativas que se depositaron en ella.

Este éxito de crítica, especialmente cálida en Estados Unidos y Latinoamérica, llevo a sus productores, entre los que se cuenta un avispado Don Mancini, a invertir mayores recursos para la realización y publicitación de la nueva entrega. Sin embargo, los resultados artísticos no son especialmente evocadores, menos si la comparas con la sobre producida pero amena “Stranger Things”, también en emisión de una segunda temporada. De “No–End House” resta decir que toda la originalidad invertida durante su creación queda entredicha tras su realización, una pena.

Llega un correo electrónico a tu buzón, lo abres y una casa negra cual boca de lobo parece llamarte. La buscas, la encuentras, entras; lo haces junto a mucha gente, todos responden a la llamada. Una vez dentro te burlas de los trucos de feria de la sala número uno, la segunda te molesta de alguna forma difícil de describir. Una vez en la tercera habitación, donde has tenido que abandonar al resto de tus acompañantes, te das cuenta de que la casa tiene ideas propias, unas que se alimentan de tus peores recuerdos. Así corres hasta la cuarta sala donde te esperan más de esas revelaciones sobre tu pasado. Con el terror latiendo por tus venas intentas evitar la quinta broma macabra y huir de la casa. Cuando crees que lo has conseguido, que has evitado la sala número seis, te das cuenta que lo que te rodea es un gran estómago con la apariencia de tu tranquilo espacio suburbano…

Las premisas de “Channel Zero” parten de fenómenos “creepypasta”, bulos aterradores que corren por internet hasta que se hacen virales y cuesta incluso separarlos de la realidad. Esta vez le tocaba el turno a “la casa sin fin”, una supuesta casa encantada que va apareciendo en distintas ubicaciones cada cierto tiempo, preludiando su aparición con extraños e hipnóticos mensajes por móvil. Asumir que las casas encantadas tienen acceso a una cuenta de correo electrónico supone un duro golpe para cualquier amante del horror sobrenatural: a caballo de lo escalofriante y lo estúpido, no empieza bien la cosa.
Dicen que en su interior aguardan seis salas a los más valientes, que los efectos de dichas habitaciones sobre los visitantes son psicológicos, alterándote para siempre. Peor aún, si penetras la sexta estancia no volverás a salir nunca más. Pues bien, esta segunda temporada nos desvela que hay más allá de dicho límite, entre la casa y la realidad, y es en el desarrollo de dicha “dimensión” o “fantasía” donde “No–End House” resulta bastante descafeinada, perdiendo ostensiblemente en terror y en garra.

Probablemente el gran problema sean sus personajes, faltos de background o motivaciones más allá del drama fácil de la protagonista absoluta, Margot. Alrededor de ella, y sin mucha energía gravitatoria, giran los seis capítulos de manera forzada: entrar y salir de la casa, ese será todo el encanto del libreto. En concreto el eje central sería la muerte de su padre, evento traumático que sesga a toda la serie, privándola de tramas secundarias que hubiesen supuesto cierto alivio dado el metraje total de cuatro horas.

Con respecto a la segmentación no puede decirse que sea muy evidente, a excepción del último capítulo, pudiéndote tragar “No–End House” de principio a fin como una película al estilo de los “Diez Mandamientos”. Otra forma de aliviar el guión monolítico, marcado por su especial avidez cuando se trata de describir la alienación de los caracteres que lo pueblan, podría haber sido la distribución de la información, sabiamente separada entre el primer y segundo capítulo –de cuando conocemos la casa a cuando descubrimos con asombro lo que espera en la sexta habitación–. Luego un flujo de circunstancias a cada cual más extravagantes, que rompen de maneras continuada las reglas básicas autoimpuestas por la misma serie, terminan diluyendo algún sentido mínimo de los dramas que vivimos: una chica que se ve amenazada por una placenta, o algo así; un muchacho que se encuentra consigo mismo, quién sabe si como homenaje del cine de Vigalondo; un hombre que busca a su esposa perdida previamente en la casa y que sirve como forzado guía dentro de esa nueva realidad; un padre resucitado que es bueno o malo dependiendo de las necesidades de cada capítulo y no de su propia personalidad…

Mi sensación principal con respecto a la historia es que ha sido enfocada a un público más joven que el de la primera temporada, quizás por eso no haya llegado a atraparme con ella, distanciado de veinteañeros cuyas miradas se pierden en el vacío, no sé si como símbolo de algo o mera estupidez. Además el terror, entendido como atmósfera, ha salido gravemente perjudicado en este cambio no solicitado, acercándose a terrenos fantasiosos más propios de “La Dimensión Desconocida” en versión lánguida, descafeinando las escenas más críticas –dentro de la casa maligna; a través de un campo de maíz lleno de “hambrientos devorarecuerdos”; sonambulismo junto a una bola traslucida ávida de recuerdos– y convirtiéndolas en un bonito cuadro de colores apagados ideal para acompañar meriendas dominicales.

Actores jóvenes la mayoría, todo el elenco casa con el personaje requerido, no más definido que unas pocas frases repetitivas y una actitud igual de incongruente que su entorno. Steven Piet no los dirige mal a pesar de la poca experiencia de todos los implicados, se sirve de cualquier recurso a su alcance, que no eran pocos, para reflejar con la máxima frialdad el distanciamiento de esa sexta habitación, la cual sorprende pero sólo durante un fugaz instante. Nuestros tiernos actores –Aisha Dee, Amy Forsyth o Jeff Ward– destacan al fondo de una gran cantidad de panorámicas, preciosistas imágenes que no compensan las “rarezas porque sí” de una casa que no asusta ni a mi vecino de tres de años.

En resumen, “No–End House” se deja ver únicamente porque el diseño de producción está mínimamente cuidado y siempre queda el deseo en el espectador de saber cómo acabará este viaje a las dimensiones surrealistas de “cualquier cosa vale porque no tenemos mejores argumentos”. Tal como la disfrutemos podemos pasar a olvidarla y dejar de lado todos los flecos argumentales que se han ido quedando en el tintero. Ya os digo que esa conclusión no satisfará a ningún tipo de público, tampoco al más permisivo.

¿Habrá espacio en nuestros corazones para una tercera temporada?

Lo mejor: Su premisa original, fresca e intrigante...

Lo peor: ... termina desarrollándose de una forma demasiado juvenil, poco aterradora e incoherente.


Vuestros comentarios

1. 29 oct 2017, 22:22 | AZOTE

A mí me ha gustado más que la primera temporada, pero a veces ciertamente es un coñazo.

Se presenta a los adolescentes como personas maduras, con problemas de adultos y experimentados en todos los aspectos de la vida, hasta el amoroso, cuando no pasan de la veintena. En realidad son niñatos, especialmente la protagonista, cuyo drama sólo se puede entender hasta cierto punto porque para muchos quedarse llorando durante un año por duelo no es una opción. La prota se pasa de victima, de especial, de incomprendida, de sensata, de profunda y aburre que todo gire entorno a ella y su “especial” historia.

Pese a esto lo de la casa da bastante juego y el misterio está medianamente bien llevado. El tufo a la dimensión desconocida está presente en todos los capítulos y mola bastante. Hasta ciertos detalles, como los guiños a los ladrones de muertos, son simpáticos. No es una maravilla, sin tanto drama habría estado mejor, pero aprueba.

Y cosas igual o más absurdas que una casa maldita mandando correos se han dado por buenas desde siempre. Que un espíritu te llame por teléfono para aunciar tu muerte por ver un vhs cochambroso o que el Casper se dedique a hackear el muro del facebook podrían ser algunos ejemplos hamijos.

2. 30 oct 2017, 01:02 | AZOTE

*ladrones de cuerpos

3. 30 oct 2017, 21:08 | Amanda

Totalmente de acuerdo con AZOTE, a mi me ha tenido más intrigada y con ganas de ver cada semana el capitulo mucho más que la primera temporada.
Se ve fácil y además son pocos capitulos, si te gusta genial, sino tampoco has perdido mucho tiempo..
Y sí, la protagonista resulta muy pedante, al menos para mi gusto.

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