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Blade of the Immortal

Bravo samuraí

Blade of the Immortal

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3.5/5

Manji perdió a su hermana en una estúpida refriega, y la venganza del furibundo samurái lo llevó hasta las puertas de la muerte cuando las pilas de sus enemigos de arracimaban a sus pies. Pero una vieja bruja, cuya edad se rumorea que anda cerca de los ochocientos años, restañó sus heridas con unos gusanos parasitarios de la sangre que mantienen con vida a su portador. Ahora incapaz de morir y atormentado por la muerte de su hermanita, a la cual le gustaría volver a ver en la otra vida, Manji pasa el tiempo como un vagabundo a la espera de encontrar una manera de morir, sin que los gusanos regeneren su cuerpo antes de fallecer. ¿Quizás acabar con mil enemigos para aplacar su ira atemporal?

Rin es una jovencita que ha perdido brutalmente a sus progenitores tras el asalto al dojo de su padre por parte de la escuela de esgrima Ittō-ryū, caracterizada por dejar atrás las convenciones técnicas en pro de cualquier truco que asegure la victoria en una refriega. Jurando venganza, una mañana es abordada por una anciana misteriosa que la invita a buscar al samurái inmortal, el único capaz de ayudarla como guardaespaldas. Aun sin saber de su parecido con la hermana de Manji, Rin emprende esa búsqueda mientras los esgrimistas de la escuela Ittō-ryū se cruzan constantemente en su camino.

Por fin Takashi Miike, el maestro nipón tras pilares del asiático más extremo como “Visitor Q”, “Gozu” o “Ichi The Killer”, parece haber vuelto parcialmente a la senda a través de la cual todos nos enamoramos de su elefantiasis creativa. Al menos podemos certificar que vuelve a firmar películas de género fantástico un nivel por encima del interés general que provocan los trabajos de sus compatriotas: “Yakuza Apocalypse”, “Lesson of the Evil” y ahora “Blade of the Immortal”. Cómodamente aposentado en la adaptación como vía para la realización cinematográfica, Miike celebraba su obra número cien, casi nada, con la historia de un samurái inmortal envuelto en una conspiración por el poder del ejército y la cruzada de una niña.
Historia directamente trasladada de una exitosa serie manga escrita por Hiroaki Samura, la cual no he leído por falta de tiempo y también por escasa afinidad. Como se suele preguntar en tono de broma: ¿eres más de culos o de tetas? Un servidor se hace la misma pregunta pero con ninjas y samuráis ejerciendo de incógnitas. Para la respuesta basta mencionar “Ninja Scroll” como una de mis películas de animación para adultos favoritas

Así que, sin entrar en interpretaciones acerca de la fidelidad con la obra original, podemos resumir “Blade of the Immortal” como un impresionante recetario de luchas a espada que se salda con una grandiosa ambientación y una realización sobria capaz de abogar por el entretenimiento moralmente efectista, su procedencia la delata, mediante el elevado número de muertes en pantalla. En los últimos quince minutos perdí la cuenta cuando iba por doscientos extras masacrados, todos a causa de armas blancas. Muertes no estrictamente explícitas al estilo de anteriores épocas del cineasta japonés, pero lo suficientemente sangrientas y sumarias como para aplacar al sádico vengativo que todos llevamos dentro. Sobre el papel algunos podrían pasar que estamos ante la típica obra de samuráis tocada por la proverbial lentitud del cine oriental de época, pero no sólo la acción destaca durante todo el metraje, los actores llevan la película en volandas gracias a interpretaciones menos alienadas de lo previsto.

Puede que la originalidad no sea el plato fuerte dentro de una historia de venganza ubicada en el Japón feudal, escenario visto cintos de veces, pero cuando un film dura dos horas y vente sin que se haga largo, más que en pequeños momentos puntuales lastrados por lo repetitivo de su apuesta narrativa, debemos alegrarnos como aficionados. Hemos encontrada una rara avis dentro del aburrido panorama a nuestro alrededor. Sin olvidar que la industria nipona no atraviesa su mejor momento en lo que a cine fantástico se refiere, por lo que enfrentarse a “Blade of the Immortal” tiene doble premio, siempre que sepas moverte en aguas internacionales muy distintas al habitual método hollywoodiense.

Las luchas uno a uno, digamos que entre jefes de fase y el héroe de turno, están cargadas de personalidad y situaciones tan tópicas como efectivas. Quizás este convencionalismo fuese una pega de no haber estado tocados estos duelos con el colorido de sus contendientes, un puñado de pintorescos espadachines que merecen figurar en alguna parte de la famosa recreativa “Samurai Showdown”. Finalmente destaca la buena planificación, incluso abusando de planos cortos, de la que hacen gala las escenas más frenéticas, afortunadamente exentas del sentimentalismo que alguno temíamos dada la relación entre Manji y Rin. Todo lo contrario, el dúo funciona a la perfección y se alimenta de una química natural hasta para cánones occidentales. Aunque un servidor prefiere quedarse con las coreografías perfectamente realizadas antes que con los diálogos apestando a formulismo.

El camino del punto A al B no tiene porque ser obligadamente retorcido, simplemente puede alternarse entre metas violentas y avituallamientos de paz, como así rubrica el experto ritmo que se adueña del metraje de la cinta que hoy nos ocupa. Es una gozada asistir a la danza de docenas de armas, en gran parte inventadas por el creador del manga, en las hábiles manos de sus empuñadores, ¡normal que el tiempo pase tan deprisa! Uno de los detalles que convierten a Manji en un personaje bastante carismático sería la habilidad que muestra para sacarse armas de las mangas de su kimono, literalmente, en los momentos más peliagudos, cuando sólo su capacidad inmortal lo separa del fracaso.
Quizás hubiese sido interesante conocer más de la bruja que “maldice” a Manji, creo que su personaje queda desdibujado de una forma demasiado arbitraria para la globalidad de una historia que, desde luego, parece no haber llegado a su fin con este largometraje. De todos modos no se siente al disfrutar de “Balde of the Immortal” que el horizonte narrativo haya quedado desprovisto de alguna de sus partes durante el paso de manga a “live action”: la solidez es el concepto más preciso que se puede asociar a esta película.

En cuanto a los actores me ha sorprendido para bien la imponente presencia de la que hace gala Takuya Kimura (“Space Battleship Yamato”, “Redline”) como Manji, bordeando con mucha sutileza el cinismo que termina siendo la marca registrada del samurái inmortal, bastante más humano de lo que son el resto de personajes, curiosamente empeñados en llamarle monstruo. No asistimos a ningún ejercicio de profundidad psicológica en lo que a definir los personajes se refiere. Tetsuya Oishi, guionista ya experimentado en la adaptación de mangas a la gran pantalla, por ejemplo “Death Note”, traslada la historia escrita con el clásico pragmatismo japonés, sólo que deja una obvia amplitud para los claroscuros, evitando caer en la parodia cuando se trata de personajes tan llamativos. Pero la que se lleva buena parte del mérito del éxito de “Blade of the Immortal” sería la jovencísima Hana Sugisaki, adorable hasta decir basta. El resto de secundarios, mención especial para el élfico Sôta Fukushi haciendo de principal villano, no están aquí presentes por casualidad, todos a una demuestran la clásica profesionalidad japonesa hasta las últimas consecuencias.

Para el que suscribe una de las mejores películas del año, que sólo tendrá como gran problema la reticencia de buena parte del público occidental por involucrarse con “otra película de samuráis”. Y es que el cine oriental no es para todo el mundo, arrastrando una barrera cultural que espero se rompa gracias a películas de este calibre, pues precisamente destaca gracias a la fácil accesibilidad exhibida incluyendo como siempre todos los ángulos de honor, traición, sacrificio y venganza que han caracterizado y caracterizarán al cine de época nipón. Más allá de una larga duración y de un contexto histórico poco relevante para el caucásico medio, “Blade of the Immortal” es un entretenimiento como la copa de un pino. Quizás no tan personal como nos gustaría pedirle a Takashi Miike, pero muy, muy recomendable.

Lo mejor: Cuidada estética de la violencia.

Lo peor: A estas alturas, y a pesar de tratarse de una adaptación, no encontrar ni un atisbo de originalidad en su historia.


Vuestros comentarios

1. 04 div 2017, 18:47 | RaGo

Para mi gusto, con sólo leer Samurai, Inmortal y venganza ya me gusta la idea. Gracias por la reseña Bob.

2. 07 div 2017, 23:35 | Arconte

Una buena película, a pesar de ser un poco rutinaria, sobre todo para los que llevamos mas de 60 films vistos de Miike. Me pasa lo mismo que con el manga, me da la sensación de que Manji hace trampas, como el Popeye comedor de espinacas, siendo inmortal es fácil liarse en 100 combates “a muerte”. Igual es un problema del material fuente y no de la adaptación. Si bien Miike ha bajado un poco el nivel, con esta, Aku no Kyoten, las dos entregas de The Mole Song (con las que me descostille de la risa) demuestra que su virtuosismo formal sigue ahí…

3. 08 div 2017, 11:34 | AZOTE

Yo por venir de quien viene esperaba algo cafre hamijos, una exploitation al estilo Shogun Assassin por lo menos, pero lo mejor ya se ve en el trailer y le sobra tres cuartos de hora mínimo.

4. 06 ene 2019, 10:23 | Chris

Con “La Espada del Inmortal” el nipón traslada, una vez más (buf, yo ya he perdido la cuenta…), un manga a la gran pantalla; un recurrente en estos últimos tiempos, ya que es lo único que quiere hacer, y si no fíjense en la cantidad de “live actions” que lleva. Pues con ese entusiasmo que le caracteriza se ha puesto al frente de un nuevo proyecto, respaldado por la Warner Bros., a partir del guión de Tetsuya Oishi, quien adapta el homónimo y célebre manga de los ’90 de Hiroaki Samura, una combinación ingeniosa y bastante brutal del más clásico “chanbara” con una fantasía de tonos épicos, la cual goza ya de un anime y hasta de una novela.

La película comienza con una larga secuencia en blanco y negro que pone de manifiesto el homenaje del director al cine de samuráis que tanto le gusta, aunque poco o más bien nada emparenta el estilo gamberro, algo esperpéntico, fantástico y “de manga” que posee “La Espada del Inmortal” con los aires clásicos de los “remakes” de “Trece Asesinos” y “Hara-kiri” que dirigió, pero las referencias están ahí. Los entendidos en cine japonés apreciarán la influencia de Akira Kurosawa, Toshiya Fujita, Hideo Gosha o Kihachi Okamoto en el film; por otra parte, el argumento no es nada del otro mundo: la clásica historia de venganza y sangre que trae recuerdos del “Valor de Ley” de Hathaway (cambien el Oeste por el Edo feudal y a un pistolero por un ronin y ya lo tienen).
Si en algo no falla “La Espada del Inmortal” es en el espectáculo de acción frenético e irreverente que nos brinda el director, en la más pura onda de “Kill Bill”, y se puede dar fe de ello: no pasan diez minutos y ya hay una pila de hombres muertos en pantalla. Aunque también he de decir que, por mucha furia asesina, destrucción y sangrientos duelos que veamos, se nota lo comercial que se ha vuelto Miike; la violencia de la película es preciosista y muy cinematográfica, no como la mostrada en “Ichi, the Killer” o en “Izo”. Y hablando de volverse comercial, me choca bastante que hasta un cineasta como él, a quien su reputación precede, se ponga en plan feminista en varias ocasiones (K.O. me dejó el final de la pelea entre Manji y Makie).

El largo metraje del film podría ser un pequeño impedimento para disfrutar perfectamente de éste, ya que el duelo final entre Manji y Anotsu tarda una barbaridad en llegar, pero los infinitos combates, estallidos de violencia y momentos de fantasía están acompañados por lentas y profundas secuencias donde se ahonda en el pasado de los personajes, los cuales Miike nos define con esmero.
Personajes interpretados por un plantel de conocidos actores, algunos de ellos habiendo cruzado ya sus caminos con los del director, como Hayato Ichihara, Renji Ishibashi, Chiaki Kuriyama (por Dios, esta mujer no envejece), Ebizo Ichikawa o Sota Fukushi, aunque por encima de todos está Takuya Kimura, absolutamente brutal dando vida al ronin Manji…y como la pequeña Hana Sugisaki me cae como una patada en el estómago pues mejor no digo nada de ella.

En fin, un violento y divertido cruce de las antes citadas “Valor de Ley” y “Kill Bill” con “Los Inmortales” y “Yojimbo” que viene a demostrarnos la buena forma en que se halla Takashi Miike después de casi tres décadas en el negocio, con una abultada filmografía a sus espaldas a la que aún le quedan muchos años de existencia.

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