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Night of the Scarecrow

El Bombero Y La Hija Del Hombre Paja

Night of the Scarecrow

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2.5/5

¿Qué hacía yo cerca de 1995? Supongo que meterme vía nasak todo aquel polvo blanco o amarillento que pusieran a mi disposición, y es que en Zaragoza vivíamos una época cuyo mejor reflejo fílmico lo podéis encontrar en “Trainspotting”. Normal entonces que no me acordase de “Night of the Scarecrow”, o siquiera llegase a saber de ella. Un slasher sobrenatural muy descafeinado que fue editado como rúbrica de un periodo terrorífico completamente venido a menos. Faltaba poquito para que obras como “Scream” volviesen a poner el género de nuevo en boca de muchos, pero el terror andaba principalmente relegado a productos directo a video que no merecían mayor interés para jóvenes dedicados a la cultura de club y el mamoneo nocturno. Sin embargo esta pequeña producción, no ignoremos que llena de detalles casposos, andaba también provista de los elementos estándares del subgénero plasmados con el suficiente descaro como para recuperar y estudiarla como testamento de un estilo bastante divertido. Mantita, sofá, palomitas y genuino cine basura; ahora que todavía estamos en temporada de frío, tiempo de cuervos y calabazas.

Muchos espantapájaros diabólicos, y algún espantajo a secas, han pasado por Almas Oscuras: ”La Oscura Noche del Espantapájaros”, ”The Scar Crow”, ”Husk” o ”Zona Restringida”. Y es que algo posee esta figura para ejercer tanta fascinación por estos lares. Probablemente se deba a ese miedo intangible que nos acecha cuando enfrentamos una forma humanoide inerte. No en el sentido de la mera mortandad, que un cadáver también tiene lo suyo, se trata de un terror atávico que Thomas Ligotti analizó con la precisión quirúrgica del nihilista en su imprescindible “La conspiración contra la especie humana”: ¿Y si despierta con el hálito de una vida que yo le robé a un pérfido demiurgo? ¿No sentirá envidia y querrá ser el hombre en lugar del hombre, tal y como nosotros intentamos ocupar la posición de Dios desde los albores de nuestra historia como especie? Aquí, de todos modos, hablamos de una película que tira por el mero entretenimiento, simplemente diseñando y vomitándonos un espantapájaros cabrón cuyo aspecto y maneras molan bastante. La peliculita de marras hace bastante hincapié en el morbo, mostrando desnudos frontales gratuitos a la vieja usanza y escabrosas muertes de cierto tono irónico.

Escrito desde 1990, y guardado en un cajón por problemas financieros de la productora original, el guion de unos intrascendentes Reed Steiner y Dan Mazur fue finalmente llevado a la pantalla por el director de ”Gritos y Susurros”, Jeff Burr, por aquella época especializado en secuelas un tanto mugrientas: “La Matanza de Texas 3”, “El Padrastro 2”, “Pacto de Sangre 2”, “Puppet Master 3”. Quiero pensar que en “Night of the Scarecrow” vio la oportunidad de salir un poco de esta espiral de trabajos meramente alimenticios y, por eso, goza de puntuales destellos de energía. Eso sí, tristemente solapados por una producción de bajo presupuesto y una falta de talento evidente en lo que a dirigir actores o montar se refiere. Hablamos de una obra que, atención, corta alguna escena con una infame cortinilla lateral digna de niños de teta. Donde mejor se observa este terrible desequilibrio sería en sus efectos especiales, algunos evidenciando un absoluto esperpento y otras demostrando que la artesanía todavía era un factor a reivindicar a mediados de los noventa.
Tratándose de un “slasher” al uso sabemos que vamos a asistir a una sucesión de grotescos asesinatos hilados a través de una historia fina como el papel de fumar. Y aunque la película precisamente esconde su mejor arma en esta linealidad, tan agradecido en tiempos de pedantería hecha abstracción, también se preocupa de salpimentar su historia mediante brujería barata, bienvenida guirnalda de terror sobrenatural al más clásico estilo de los comics de la “EC”.

¿Pero de que va el asunto? Pues básicamente lo de siempre. Unos jóvenes gilipollas despiertan un mal centenario escondido en las profundidades de un campo de maíz. Este “espíritu”, me reservaré más información para que disfrutéis de la escasa sustancia argumental de la que goza “Night of the Scarecrow”, termina poseyendo a un espantapájaros que dará caza a los dirigentes de la pequeña población donde se oculta este prospero terreno agrícola, todos ellos familia por una razón muy concreta.
De aquí para allá, el asesino de ultratumba usará sus poderes y habilidades para surgir donde más convenga a la narración sin que tengan mucho sentido las transiciones entre una aparición y otra. Diferentes personajes, por encima de la media en número y personalidad con respecto a productos del mismo pelaje, harán frente a la amenaza con evidentes resultados: muertes a base de aperos de labranza; felaciones satánicas; bocas cosidas; tomos arcanos con aspecto reciente y una apoteósico final de redención con la puerta abierta a una posible saga que no pudo ser, por suerte para los sufridos espectadores.

No sólo creo que se trate de una cinta recomendable por el hecho de satisfacer los instintos más bajos del aficionado al “slasher”, sé de un muchacho llamado Manu al que le encantaría dentro de su aspecto cutre, si no también porque está filmada con toda la desfachatez del que no tiene ni idea ni medios para merecer estar asociado al séptimo arte. Ya me entendéis, por ejemplo la banda sonora es un auténtico despropósito que os mantendrá en vilo, al borde del sofá mientras os tapáis las orejas para evitar el sangrado.

No obstante, a nivel interpretativo, muchos sabréis disfrutar de una comedia involuntaria, o quizás no tanto, la cual sacará a relucir porros y cervezas entre los más avezados. Donde los únicos actores que destacan son Stephen Root (“Trabajo Basura”, “Ladykillers”) y Dirk Blocker (“El Príncipe de las Tinieblas”, “Poltergeist”), trabajadores incansables siempre que haya un cheque detrás del proyecto. Motivo de jolgorio serán unas reacciones y diálogos por parte de personajes tan simpáticos como el párroco que se toca mirando una revista de lencería o un policía que preludiaba la estupidez de “Súper maderos”, por daros una pista. Un ejemplo claro lo tenemos en la fácil asimilación de que un espantapájaros asesino está sembrando el terror a lo largo y ancho del pueblo, de un fotograma a otro, sin mediar justificación, cualquier carácter presente delante de la cámara creerá en fantasmas y fantoches como si el mundo fuese una invención de Guillermo del Toro (nombrado básicamente por estar tan de moda).

En resumidas cuentas, se trata de una película bastarda de la que mejor no hablar mucho, simplemente disfrutarla como si fuéramos retrasados mentales, con todo mi respeto hacia este colectivo, dignamente representado en esta vuestra página web de referencia.

Lo mejor: Tiene destellos de genuina mala leche.

Lo peor: No me decido entre la cortinilla lateral entre escenas o la música del primo feo de Richard Band.


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