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Red Christmas

Navidown

Red Christmas

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 1.5/5

No suelo mostrarme muy sibarita cuando visiono un slasher, sin embargo en el caso de “Red Christmas”, largometraje australiano de bajo presupuesto y con obvio homenaje en su propio título, el resultado final no alcanza a estar un peldaño por encima del cine amateur. Hablo del peor, el que ni siquiera aprovecha la independencia durante el periodo de producción para disparar dardos subversivos donde la imaginación sea el único límite, ese que ni siquiera sirve para provocar vergüenza ajena y, ya de paso, humor involuntario. Se trata de una película tan plana como su premisa, explotada sin sacar partido de ciertas aristas argumentales bastante jugosas, como sería la combinación de religiosidad extrema mezclada con el dilema del aborto como solución al parto de un bebé del que es conocida una deficiencia, como el síndrome de Down.

Una familia celebra la Navidad en casa de la matriarca cuando un extraño tipo llega para pedir un lugar a la mesa. Embozado, retrasado y obviamente deforme, espera que los ocupantes de la casa entiendan la triste historia sobre cómo fue abortado y dado por muerto, precisamente por la mujer que preside la reunión familiar. De nuevo rechazado tras revelar sus orígenes, Cletus, que así se llama el interfecto, decide volver a la casa para vengarse de sus hermanos y hermanas, prometiendo violencia en pago a su desamor.

El guion peca tanto en linealidad como previsibilidad, negándose a superar los diálogos anquilosados de cualquier slasher de medio pelo interpretado por actores sin experiencia. Veo como problema serio, a nivel argumental, la pereza con que han sido definidos los personajes, la incapacidad siquiera para hacer eclosionar una historia de venganza cuyas raíces, tópicas y típicas, no necesitaban más que el sentido del drama de cualquier tragedia griega para funcionar medianamente. ¿Cómo narices aparece, veinte años después, el asesino por la puerta?
Pero aquí nos vemos minados como espectadores entre maquillajes protésicos de todo a cien; embarazadas con un globo debajo del vestido; párrocos pajilleros; un psicópata llamado Cletus (the fetus) en un alarde de poesía humorística, dado que fue dado por muerto como feto no nato; luces decorativas que funcionan aun con la corriente cortada; un asesino que apenas puede moverse si no es para asestar hachazos con el poder destructivo de una bomba atómica; una mujer de avanzada edad enarbolando un ancla como arma; y una mirada tanto blandengue como antinatural sobre un subgénero que aquí aparece tan sólo de refilón.

Luego encontramos una ambientación navideña tan forzada como inocua, especialmente patente en una iluminación mostrada con poco tacto y donde el plagio mal entendido se convierte en pecado. ¿En qué parte de la trama influye que la misma ocurra en Navidad? Ninguna, podría haber transcurrido en cualquier época del año. Al espectador del hemisferio norte incluso le parecerá extraño la ausencia del clima que habitualmente asocia a tan festivo periodo, aunque esto no es una falta de sus creadores, pocos dados a nevadas. La cuestión es que catalogarla como cine de horror navideño parece un mero movimiento personal, quedan claras las filias de su director y guionista, un tal Craig Anderson, simple compromiso para conseguir distribución fuera de su Australia natal. La peor parte se la lleva un apartado sangriento donde por mucho sirope que haya, y hablamos de una película que intentar basar de manera infructuosa su estrategia en la brutalidad visual, la mitad de los sucesos interesantes suceden fuera de plano. Como si no fuese suficiente pecado que estos puedan contarse con los dedos de una mano. Es decir, la escabechina del asesino de turno se muestra más rutinaria de lo habitual, herida de muerte por un desarrollo visual bastante pobre y nocivo.

No obstante “Red Christmas” comienza regalándonos algo de esperanza, con una serie de secuencias que hablan de clínicas abortivas y un suceso trágico implicando activistas pro vida, rubricadas con una tipografía de títulos de crédito aludiendo directamente a finales de los setenta. Todo mostrado con suficiente visceralidad y gusto.
Una vez entrados en harina cualquier ilusión de calidad queda meramente en eso, ilusión. Y aunque Anderson vuelca toda su energía como cineasta, falla en controlar el entusiasmo, dándole la vuelta a cualquier aprendizaje obtenido en la escuela de audiovisuales… ¡Qué festival de planos holandeses! ¡Qué delirio de cámara epiléptica! ¡Qué incapacidad para dirigir actores! Algunas de las secuencias cruciales son imposibles de seguir con coherencia, defectillo al que se suma un montaje infantil como no veía en mucho tiempo: el asesino está dentro de la casa, ahora fuera, ahora le disparan, ahora alguien tiene un arma en la mano, ahora no… el típico fenómenos de teleportación espontanea.
Y, como digo, filmado con la obsesión de saturar de forma monocromática las diferentes partes de la acción. Verde, rojo, morado… Anderson cree que filmando desde ángulos inferiores, envuelto en este hartazgo de color, la ausencia de recursos será ignorada por el espectador. Creo que al contrario, el poco gusto demostrado invalida los escasos destellos de gore, artesano, sí, pero cogido por los pelos.

Dee Wallace es el único rostro reconocible entre tanto australiano lamentable. La actriz, tan querida dentro del fandom por una carrera que incluye “E.T.”, “Cujo”, “Popcorn” o “Critters”, participa como productora y es algo que se deja notar en el protagonismo absoluto al que se dedica con bastante menos estilo del que podáis pensar, sometida a la dictadura de la escasez de tomas. Tampoco tiene mucho de qué preocuparse, el resto de los compañeros de reparto lo hacen bastante peor, y ni siquiera la excusa del síndrome de Down justifica el penoso nivel interpretativo exhibido por “Red Christmas”.
Quizás podría salvar al intérprete de Cletus, porque su entonación es todo un festival del humor, así como el renqueante aspecto que han diseñado a su alrededor. ¿Una túnica negra, vendas, un maletín rojo? Sin duda los primeros adornos que se le ocurrieron a un mono borracho de tequila.

Y poco más, una cinta que no justifica su existencia ni como terror estacional para los amantes de “Christmas Evil”, “Black Christmas” o “Noche de Paz, Noche de Muerte”. Esta mierda sólo devalúa las películas mencionadas y evidencia, una vez más, los malos tiempos que corren para el género terrorífico de pura raza. Más si cabe cuando lo mezclamos con la Navidad, ¿os acordáis de ”Krampus”?

Lo mejor: Cletus el fetus.

Lo peor: Sobredosis de plano holandés.


Vuestros comentarios

1. 26 div 2018, 05:53 | Cuervo

Es muy mala, si fuese Papá Noel les llevaría carbón hasta el 2.025 o más, pero carbón del dulce, que el amargo impregnado en talio es solo para los malos de verdad, esos que meten la verga donde no deben y matan a las mujeres…

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