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El Muñeco de Nieve

Nieve en cantidades industriales

El Muñeco de Nieve

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 1.5/5

Harry Hole es un detective de homicidios norteamericano que ha acabado con sus huesos en la fría Oslo. Alcohólico, divorciado, intentando equilibrar el frágil equilibrio de su derrota con una paternidad que no le corresponde… Harry comienza a investigar una serie de desapariciones que bien podrían esconder el nacimiento del primer asesino en serie noruego. Para tan ardua tarea le es asignada la ayuda de otra detective igual de obsesiva y metódica que él, una leyenda entre sus propios compañeros del FBI. La joven agente Katrine, sin embargo, esconde algo tras sus bonitos ojos, ¿podría ser la identidad de ese asesino o secuestrador al que le gusta componer muñecos de nieve allá por donde pasa, cuando la nevada arrecia? Cuando se descubren las primeras piezas macabras, que incluso se remontan a bastantes años atrás, de un puzle de decapitaciones y desmembramientos de exquisita técnica, Harry nota como los cimientos de su sobriedad y cordura se van resquebrajando.

¿¡Cómo ha podido ”El Muñeco de Nieve” acabar siendo el completo desastre que tortura nuestros sentidos durante casi dos horas de insoportable deriva narrativa y visual!? Esta adaptación de una exitosa novela noruega lo tenía todo de cara para triunfar: un elenco de probada calidad encabezado por Michael Fassbender; a Tomas Alfredson, director de prestigio y elegancia reconocida gracias a producciones de la talla de “Déjame Entrar” o “El Topo”; un generoso presupuesto de treinta y cinco millones de dólares que apenas va a ser recuperado a pesar de la poderosa distribución en que se ha embarcado la Universal, últimamente de capa caída con sus estrenos; una interesante historia original, escrita por Jo Nesbø, ahondando en la siempre agradecida corriente de novela negra y criminal surgida de los helados países escandinavos. Entonces, ¿quién o qué es el culpable de semejante fracaso cinematográfico?

Analizando ciertas decisiones dentro del diseño de producción quizás podamos sentirnos tentados de culpar a los productores, esos entes malvados de los que mucho despotrico pero sin los cuales no habría ni una miserable película que echarse a la boca. Desde luego algo o alguien ha metido mano en la producción sin tener mucha idea de cine, y por supuesto no excesivo respeto por el material original, aunque hay que señalar a todos y cada uno de los implicados, ni actores ni director ni adaptadores dan la talla, como verdaderos culpables del naufragio. Ninguno ha tenido ni el más mínimo respeto por la función del espectador en todo este proceso creativo, “si no se divierten con tanto cacao es problema suyo”.

No obstante volvamos a esa evidente manipulación desde los despachos más altos de la Universal. Por ejemplo, ¿por qué una producción rodada principalmente en Oslo elige la lengua anglosajona como vehículo? Sólo se justifica cuando el punto de mira se dirige hacia la taquilla internacional y tienes una fuerte inversión estadunidense detrás. La cuestión idiomática resulta una circunstancia entendible a cierto nivel, ya que nuestro protagonista tiene evidentes raíces norteamericanas, pero que todos alrededor de Harry Hole practiquen un más que fluido inglés consigue sacarte del relato por momentos. De sobra es conocida la soberbia educación lingüística al norte de Europa, sin embargo que una niña noruega de seis años se arranque en la lengua de Shakespeare por bulerías me ha parecido bastante “barato”. Igualmente ciertos efectos especiales y digitales contrastan seriamente entre ellos, desde el estilo más refinado a la tosquedad más casposa. Dolorosa comparativa únicamente comprensible si existen problemas tras bambalinas. Y dichos problemas podrían tener un origen más antiguo, pues en pre producción se barajaba a Martin Scorcese como director, tampoco creo que su presencia hubiese arreglado nada, pero lo que realmente representa la punta del iceberg de estas cuitas artísticas sería la desastrosa edición a la que no creo que ningún director pudiese dar el visto bueno.

Horrible, confuso, arrítmico, mugriento, desordenado… “The Snowman” demuestra cómo no dar por finiquitado un montaje. ¿Nadie puso el grito en el cielo durante los pases de prueba? Es cierto que la narrativa bebe fuertemente de esa novela negra escandinava que comentamos, poniéndonos rápidamente en situación sin necesidad de presentar a los personajes, siendo su propio entorno quien nos va revelando jugosos contenidos de sus perfiles, eligiendo especialmente el flashback como herramienta. No obstante la trama va atropellando inmisericorde a los diferentes caracteres en lugar de ser ellos los que, de forma dinámica, construyan la historia sobre sus pesares y alegrías. Aliándose a la frialdad formal que todos esperamos de un proyecto de este tipo, la climatología noruega intenta tímidamente ser otro de los protagonistas de la cinta, por desgracia el montaje rematará el intento de permanecer despierto por parte de cualquier espectador.
En el caso de los amantes de la novela negra, aunque sea de forma superficial como un servidor, la herida sangrará doblemente, pues elementos tan importantes como un personaje principal quebrado y carismático han sido sobrepasados como si la única misión de la tripulación fuese llegar de la manera que fuese a puerto, sin disfrutar de la travesía.

En términos culinarios podemos constatar que “El Muñeco de Nieve” es una tortilla de patata deconstruida, como reza el chiste. Es decir, pongan sobre una sartén tres huevos sin romper, dos patatas medianas cortadas al azar y rehoguen con un buen chorro de aceite y sal. Todos productos de la máxima calidad. Pongan el fuego a máxima potencia, dejen el invento durante media hora friéndose. Por lógica debería ser un manjar, pues ahí están los ingredientes de cualquier tortilla de patata, pero terminará siendo algo poco comestible, ¿verdad? Eso termina siendo el sonoro fracaso de Tomas Alfredson.

Contamos con buenísimos actores, o bien perdidos en unos papeles sin trasfondo, que para nada reflejan lo que se disfruta en la obra escrita, o sometidos a la tiranía de apariciones tan breves que el intérprete resulta irrelevante. ¿Cómo pueden ser tan intrascendente una lista de nombres que incluye a Val Kilmer –sorprendentemente raro tras perder el sobrepeso de sus últimos años–; al citado Fassbender; la guapísima Rebecca Ferguson (“Life”, “Cuando cae la nieve”); una profesional de la talla de Charlotte Gainsbourg (“Anticristo”, “Melancolía”); al extraño y activo Toby Jones (“Berberian Sound Studio “); o a otro grande como J.K. Simmons (“La La Land”, “Whiplash”)?

Disponemos de un director que cuando siente suyo el proyecto mima las imágenes capturadas a través del objetivo, como demuestran ciertas secuencias donde la nieve adquiere un bienvenido tinte siniestro, ¿por qué no vemos su implicación plasmada en la pantalla?

A pesar de evidenciar la pérdida de su visceralidad tras visualizar los anti climáticos escenarios de los crímenes, tenemos una historia donde reside el desparpajo del género fosco junto a los mejores clichés de la novela negra –construidos alrededor de un tapiz de locura, aquí obviada debido al tratamiento naif de la importante figura de Katrine– cuyas hebras incluyen política corrupta, alcoholismo, deseo reprimido, la inutilidad de la burocracia, complejo de Edipo y la difícil relación del ser humano con el mastodóntico urbanismo actual; entre otras muchas aristas que la película decide pasarse por el forro.

Entonces, ¿qué se puede disfrutar de una obra que sólo puede tildarse como “superficial”? Quedarse, para justificar su existencia, con todo ese oro en bruto que yace por las esquinas de la pantalla: Bonitas panorámicas por aquí, unos diálogos intensos por allá. Ojalá hubiese encontrado su tono, personalmente hubiese apostado por una atmósfera más opresiva que contrastase con su aroma europeo.

Desde luego que formalmente hablamos de algo a años luz de las películas de mierda que proliferan en mis colaboraciones para Almas Oscuras, ya sabéis que mi olfato se parece al de un perro, por aquello de pasarme el día oliendo culos ajenos, pero el caso es que “El Muñeco de Nieve” adolece de tanta coherencia que alguno hasta podrá verle cierto humor involuntario; especialmente de cara a su conclusión, donde lo obvio se hace patente mediante una redundante pila de fotogramas poco edificantes. Que nadie espere una cara policial inteligente dentro de la película. El misterio de la identidad del asesino, que tampoco era tan importante en el libro, quizás la excusa para revelar las interioridades de unos personajes muy vívidos, aquí adquiere cierta relevancia cuando curiosamente todas las pistas claman a la estupidez de los adaptadores: Peter Straughan, Hossein Amini, Søren Sveistrup. Seis manos para arruinar la titánica tarea de un solo escritor. ¡Gracias!

Lo mejor: El pobre Fassbender.

Lo peor: Montaje digno de un atropello.


Vuestros comentarios

1. 29 div 2017, 22:36 | Evildead3

Estoy de acuerdo en todo, es infumable y me parecía imposible que no me gustara pero es de lo peor que he sufrido durante 2 horas.

2. 30 div 2017, 21:11 | Vael

Lo has clavado… ¿Como es posible que la hayan cagado de semejante manera? Incluso tiene hasta merito.

3. 31 div 2017, 12:36 | paulcrosnier

Michael Fassbender no pega una ni con pega loca.

4. 05 ene 2018, 11:01 | Farenh8

Es una película digna de ser emitida en la sobremesa de Antena 3 o Telecinco un fin de semana cualquiera.
No hace falta decir nada más.

5. 31 ene 2018, 19:59 | Camila Soribel

Si estás aburrido puedes verla jiji
Yo pensaba que el policía alcoholico era el chico aquel que sale en las primera se escenas de la peli.
Esta mas o menos.

6. 27 mar 2022, 00:09 | Chupasangre

Muy aburrida y soporífera.

Saludos.

7. 28 mar 2022, 23:17 | Cross

Mala y con errores groseros que la desacreditan.

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