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Hello Mary Lou

Fantasmas viciosos en el instituto

Hello Mary Lou

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  • Título original: Hello Mary Lou, Prom Night II
  • Nacionalidad: Canadá | Año: 1987
  • Director: Bruce Pittman
  • Guión: Ron Oliver
  • Intérpretes: Lisa Schrage, Michael Ironside, Wendy Lyon
  • Argumento: Treinta años después de su muerte accidental en la fiesta de graduación de 1957, el espíritu torturado de la reina del baile de graduación, Mary Lou Maloney, regresa para buscar venganza.
DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

Conformando un batiburrillo la mar de simpático, “Hello Mary Lou” combina elementos de “El Exorcista”, “Carrie” y “Pesadilla en Elm Street” de forma algo chabacana, pero también muy agradecida de cara al espectador adolescente con ganas de pasárselo bien, al más puro estilo de los ochenta. Hijo de su tiempo, este largometraje fue concebido con el público más joven en mente, aquel que en 1987 abarrotaba los cines para ver fenómenos sobrenaturales, o mejor dicho “desquiciantes”, en la gran pantalla (dos millones y medio de dólares avalan el relativo éxito de esta obrita). Quizás por eso, descerebrada y genuinamente moralizante, como así mandaban los grandes estudios norteamericanos de la época, “Hello Mary Lou” ha resistido el paso del tiempo antes por lo gracioso de su contenido que por el aspecto desfasado que luce a muchos niveles. Por ejemplo la ambientación sonora, quitando agradecidas tonadas cincuenteras, es un suplicio antes que un adorno.

Aunque alguno podrá sacar otra lectura del pecado tal y como viene expuesto en pantalla, justo la contraria, ¿es “Hello Mary Lou” una crítica involuntaria a la hipocresía subyacente de la reprimida sociedad norteamericana de los cincuenta? Precisamente viviendo un revival a finales de los ochenta, como demuestra la proliferación de remakes provenientes de la posguerra: “La Cosa”, “The Blob”, “La Mosca”, “Invasores de Marte”…
No obstante mejor centrarse en lo divertido y descollante que resulta el ataque directo/defensa complaciente contra/a favor de la libido juvenil encarnado por la villana de la función: el espectro posesor de la preciosa Mary Lou Perkins, la reina no coronada del baile de 1957 del clásico instituto norteamericano. Terror urbano y coloquial con un apestoso tufillo cristiano del que podemos reírnos con bastante facilidad, muy superados sus excesos otros treinta años después.

Vicky es esa rubita que todo padre querría como hija: buena estudiante, disciplinada, obediente, católica… aunque bajo su pálida piel esconde los típicos deseos de la post adolescencia, un despertar sexual que no consigue desentrañar más allá de la estricta educación que ejercen sobre ella sus padres.

Mary Lou fue, al contrario que Vicky, un explosivo bombón de oscuros cabellos que arrasaba corazones allá por los lejanos cincuenta. Caliente como un hornillo y deslenguada como una verdulera, Mary Lou no pudo verse coronada como reina de la promoción porque un desagradable incidente la mandó para el otro barrio convertida en una gran bola de fuego.

Ambas chicas colisionarán en el mismo instituto, la primera luchando contra el influjo maligno del espectro de la segunda. Recién descubiertos un vestido y la corona que le correspondían por derecho propio a la morenaza, Vicky comienza a tener visiones de ultratumba y pesadillas húmedas donde Mary Lou reclama su cuerpo, para volver a ocupar el trono en el instituto, el cual le pertenece por derecho. ¿Podrá Vicky rechazar la irresistible fuerza de la lujuria del Infierno?

Bruce Pittman (“The Last Movie”) dirige con el aplomo de la serie B el guión del debutante de Ron Oliver, actualmente afincado en la televisión juvenil. Esto significa que tomarse muy en serio “Hello Mary Lou” resulta una tarea imposible, por mucho que ella misma lo intente. De hecho lo primero que chocará al profano es la falta de correlación que mantiene con la primera parte de la saga, pues esta obrita suponía la segunda entrega de “Noche de Graduación”, un slasher clasicote donde destacaban por encima de todo Leslie Nielsen y Jamie Lee Curtis. La coherencia era un bien escaso entre la producción de serie B canadiense de los ochenta, y “Hello Mary Lou” es la constatación ideal de esta afirmación. No sólo por suponer una absurda continuación sobrenatural a una película tan seria, luego habría hasta dos secuelas más, si no por las escenas que nos regala, todas ellas cogidas por los pelos e inspiradas en el puñado de títulos que marcaban las tendencias del terror sobrenatural del momento.

Tras una entrañable presentación donde Mary Lou, interpretada por Lisa Schrage (“Más allá de los límites de la realidad”, “El alimento de los Dioses 2”) demuestra la vileza tras la supuesta libertad de los Estados Unidos, detalle muy propio viviendo de una producción canadiense, asistimos al sopor de rigor donde nuestra protagonista, virginal y delicada, sirve de vehículo para conocer al resto de personajes, planos como ellos solos: El mal encarado director del colegio, antiguo amante despechado de Mary Lou que es interpretado por un estoico Michael Ironside; los padres de Vicky, sórdidos republicanos; el párroco local, que también probó gustoso los labios de la más ardiente morena del instituto; o los distintos compañeros de Vicky, carne de cañón o príncipes azules de ocasión. Un colorido muestrario donde no destaca nadie por encima de lo estúpido de sus diálogos.

Pasadas las necesarias presentaciones, la parte divertida del asunto comienza a enseñar sus garras. La influencia sobrenatural de Mary Lou se dibuja en elementos tan perturbadores como un caballo diabólico, que adorna como balancín la habitación de Vecky, o telarañas de plástico formando trampas en fantasmagóricos pasillos de instituto. Nada espectacular por sí mismo, pero bien dosificado para engañar al espectador con un dinamismo inexistente en la trama, inocente más allá de los momentos más religiosos del asunto, encabezados por ese pastor cristiano constantemente acompañado de cantos eclesiásticos.

Por fin, cuando nuestra cándida protagonista es abducida por una pizarra satánica (¡lo qué hay que ver!) empieza su descacharrante rosario de maldades estilo años cincuenta, poseída al fin. “See you later alligator”, “Auambabuluba”; frases tontorronas que, caracterizadas por el sabor a chicle, desfilan con soltura junto a asesinatos bastante macabros, unas gotitas de incesto o escenas lésbicas que incluyen insólitos desnudos integrales. Nada espectacular, mucho menos sangriento, pero siempre se agradece ver tanto picante en contraste al tufillo aleccionador o, mejor todavía, en comparación al pacato cine de terror que hoy pulula por ahí. Hay que darle crédito a Wendy Lyon, la intérprete tras Vicky, por conseguir reunir el descaro suficiente como para hacer graciosa su transformación, hasta cierto punto natural. No resulta extraño que Guillermo del Toro la haya recuperado paras un pequeño papel en “La Forma del Agua”.

El fin de fiesta acaece la noche del baile, como no podía ser de otra forma habiendo nombrado cierto título referencial al comienzo de esta reseña, donde el director de la escuela perderá los papeles ante una Vicky/Mary Lou exultante al conquistar de nuevo la corona de Reina, avasallando a sus compañeras y poniendo cachondos a sus compañeros. Atentos a como el cadáver putrefacto de nuestra villana emerge del cadáver desmadejado de su víctima, efectos especiales prácticos tan cutres como nostálgicos. Sin filtro, sin control, sin especial talento, pero eficaces si hablamos de cine de serie B de entretenimiento.

Recomendada revisión para estas semanas en que 2018 empieza a cobrar mala forma, no tenéis nada que perder.

Lo mejor: Un tramo final lleno de diversión en forma de fenómenos paranormales de dudosa lógica.

Lo peor: Efectismos datados y cómicos en áreas tan importantes como la ambientación sonora o los efectos especiales.


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