The Open House

Logan Wallace acaba de perder a su padre en un accidente de coche, junto a su madre arruinada, Naomi, se desplazan a una fastuosa casa en la montaña que les ha dejado su tía. Únicamente tendrán que salir de la misma cuando se produzca el día de puertas abiertas, mientras una inmobiliaria la muestra a posibles compradores. Sin embargo, todavía rotos por el dolor de la pérdida, los Wallace tendrán que hacer enfrente, al menos reconocer a la presencia que los acosa dentro de la propia finca. Alguien se oculta bajo esos cuatro muros, espiándoles y amenazando su sueño.

¿Cuántas veces nos hemos mantenido delante de una película con la simple esperanza de que el aburrimiento terminaría escondiendo una conclusión epatante, capaz de realzar las tristes piezas que componían lo visto hasta el momento? ¿Y cuántas tantas ha llegado esa resolución como una ola de frustración para arrasar los apartamentos de tu memoria, construidos ilegalmente junto a la costa del cine intrascendente? “The Open House” apuesta por trasladar estas sensaciones en pleno año 2018, contando con un buen acabado que incluso oculta su humilde coste: 100.000 dólares tienen la culpa. NETFLIX aparece en la ecuación para comprarla y así meter relleno al pato, pero, una vez vista, todos sabemos que su espacio televisivo natural sería la programación de Antena 3 alrededor de las cuatro de la tarde.

Sobremesa de acidez, sobremesa de siesta, sobremesa de mierda con “The Open House”, insultante producto cuando llegan los títulos de crédito, dejándonos con cara de idiota (más todavía) y sin saber nada en absoluto sobre el hueso de la trama. ¿Quién acosa y por qué a los habitantes de la casa protagonista? Esta vez la falta de respuestas no alude a una intencionalidad, simplemente es que ya no quedan ideas novedosas o enérgicas que puedan justificar hora y media de falta de acción, así que los autores de este largometraje han creído conveniente dejar su obra sin terminar a ver si algún listo se atreve a defenderla. Otro thriller que vuelve a cometer el fallo enorme de no dar sustancia a sus dos únicos protagonistas, es tal el vacío argumental que sólo la relación entre ambos personajes, sorprendentemente natural y cotidiana, consigue mantener esas expectativas esenciales para no pulsar el “stop” de nuestro reproductor.

A diferencia de “Tres anuncios a las afueras”, que también acaba en un punto muerto, “The Open House” no tiene ni personajes memorables ni claroscuros donde el espectador pueda verse reflejado. Únicamente madre e hijo que pasean dentro de una casa de montaña su pena por la muerte del patriarca de la familia. De vez en cuando algún destello de tensión nos sigue manteniendo en alerta, pensando que el único problema del largometraje es la lentitud en su construcción ambiental. Por desgracia los minutos pasan y cuando por fin aparece en pantalla el terror lo hace de manera prosaica y convencional. Tampoco ayuda una dirección impersonal cuya corrección técnica sólo agudiza el aburrimiento, convirtiendo la falta de motivaciones del psicópata de turno en una parodia del caos y azar inherentes a la mera existencia.

Logan y Naomi Wallace llegan a la impresionante casa, ubicada en un paraje montañoso, y durante casi una hora de metraje lo más aterrador, y evidente, sería un móvil que se mueve de sitio, una caldera que se apaga sola o una vecina con alzhéimer, cuya función es evidentemente intentar confundir al espectador y así no le dé por analizar con detenimiento la falta de angustia acerca de una situación, por otro lado, teóricamente inquietante. De hecho, el propio título de la película intenta revestirla de más forma de la que realmente posee: que en tu hogar alguien se oculte acechando y espiándote es algo aterrador, todos estamos de acuerdo, ¿pero qué más dará que haya entrado tras la celebración de un día de puertas abiertas o por qué ha reventado una puerta trasera? La cuestión, dentro del cine de género, es que esa presencia provoque miedo, si además nos regala un trasfondo imaginativo y colorido pues mejor que mejor. No es el caso.

Prefiero no extenderme, otro tropiezo que amenaza con convertir a 2018 en un año todavía más infame que al anterior en cuanto a terror. Desde luego la advertencia queda clara: ni os molestéis en empezar “The Open House”. Por mucho que sus dos actores principales, Dylan Minnette y Piercey Dalton, tengan algo de química en su relación materno filial, la película no goza de especial brillo en sus áreas técnicas y, mucho menos, ofrecerá emociones fuertes o una historia de verdad. ¡Vaya batacazo!