Rift

A todos aquellos que habéis disfrutado con películas como Resolution, Berberian Sound Studio, Mulholand drive, Anticristo o Don´t look back estáis de suerte porque la que traemos hoy a reseñar es justo vuestro formato. Aquellos que no conozcan las anteriormente citadas os diré que hablo de filmes donde prima la atmósfera por encima de la claridad argumental, películas que se cocinan a ritmo pausado y cuyos finales sin una explicación clara invitan al espectador a formular la hipótesis que desee, pudiendo esta coincidir o no (da igual) con la de otros espectadores o las de sus creadores. En este caso y para dotar el producto de un carácter más particular si cabe, este Rift (aunque su título original es Rökkur = crepúsculo) es, además, según mi hipótesis, un sutil análisis de los demonios y traumas de la personalidad gay masculina. Por lo tanto, todo aquel que no se despeine por ver cine de temática gay, o aquellos que busquen películas que traten con neutralidad, con sus luces y sombras, los terrenos de la afectividad homosexual (masculina principalmente) o de la afectividad sin más, están nuevamente de suerte pues, posiblemente, esta también sea una película que les interese. Su mayor valor es normalizar, en cine de género, a una pareja de hombres alejándose de alegatos militantes.

Gunnar recibe, de madrugada, una enigmática llamada de su antiguo novio Einar; temiéndose que este pueda cometer una locura, se desplaza a la remota casa de los padres del joven donde, aparentemente, se ha aislado para tratar de sanar su separación. El reencuentro les lleva a confrontar los fantasmas que terminaron con su idilio, al tiempo que otras apariciones comienzan a rondar su entorno.

La presentación de nuestro protagonista, Gunnar, no puede ser más enigmática: la sangre cruza su cara y nos mira agotado. Detrás suyo, desenfocado, vemos el paisaje helado de Islandia y, tras un fundido a negro, regresamos al comienzo de todo. Pero esta presentación ya marcará a las claras el tono general de la cinta: ambiente inerte pero cargado de malestar y suspense. Un suspense que está presente en un goteo constante de situaciones de poca intensidad que terminan por conformar una asfixiante conclusión. Siluetas que se dibujan casi fuera de campo o en la penumbra, una furgoneta roja, unos nudillos que tocan una puerta pero donde no hay nadie, un niño con una abrigo también rojo, una casa abandonada, una puerta que no cierra bien…, son los recursos que usará el guión para ir incomodando al espectador. Paralelo al misterio, corren confesiones personales de la expareja protagonista: como una durísima escena en la que Gunnar cuenta cómo fue sometido a una violación múltiple y cómo esta le generó, en el adolescente que era, sentimientos encontrados de miedo y excitación; o la secuencia en la que Einar narra que en su aislamiento infantil inventó un amigo imaginario… Narraciones que, de alguna forma, se emulsionan con las apariciones que rondan a los protagonistas. El imponente paisaje y la pareja copan el 90% de esta cinta, este espacio frío y rocoso se antoja como un purgatorio donde todos los traumas y los eventos pasados pueden ser más reales e incluso llegar a materializarse.

Rodada con elegancia, la cinta sabe sacar ventaja de su escueto presupuesto apostando por una construcción de planos equilibrados sin demasiados movimientos de cámara y una solvente dirección del duo protagonista.

Al comienzo mencionábamos Don´t look back (La amenaza en la sombra) y pese a que ambas tienen texturas, argumentos e intenciones diferentes, estoy seguro que para muchos de vosotros esta comparación os vendrá a la cabeza con el paso de los minutos.

No puedo por menos que recomendaros esta película, personalmente y sin entender mucho de su conclusión (no me explico en este punto para no hacer spoiler), a mí me fue atrapando de a poco y me encontré pasada su primera hora acongojado por cuál sería el rumbo que tomarían los acontecimientos.