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Mohawk

Haciendo el indio

Mohawk

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2/5

Una mujer iroquesa y sus dos amantes, otro miembro de la tribu y un atractivo británico, huyen de la venganza de los supervivientes de un grupo de soldados que han masacrado por la noche. Esto posiciona a los previamente neutrales “mohawk” en la guerra que está teniendo lugar en Estados Unidos a principios del siglo XIX, preludiando el sendero de lágrimas que acontecería décadas después.

“Mohawk”, en palabras de su propio director durante el último “Morbido Fest”, quiere ser un alegato anti Trump a través del cine de género. Más bien estamos ante un drama sin drama, una película de acción de pobres resultados, una cinta de terror sobrenatural con muy pocos elementos macabros, una recreación histórica sin los medios necesarios y un survival carente de tensión. Hablamos de una leve trama ubicada temporalmente en los inicios de la guerra norteamericana que enfrentó en 1812 al bando estadunidense contra el británico, poniendo en una situación muy delicada a las diferentes tribus indias que verían como su existencia se veía seriamente amenazada. La masacre racial que se produjo en el nuevo continente, tanto al norte como al sur, me provoca auténtica nausea, especialmente en lo que refiere a los mal llamados indios, porque a día de hoy, moral y éticamente, los colonizadores no han realizado ningún examen de conciencia real. Y algo de ese sentimiento sobrevuela la cinta.

Pero ni siquiera “Mohawk” se puede mencionar como tal autocrítica, simplemente se reviste del más simplón de los progresismos para dibujarnos unos personajes estadunidenses sin piedad, representados principalmente por un capitán que no dudará en cualquier cosa con tal de asegurar la supervivencia de su bando, y unos nativos norteamericanos injustamente maltratados, desprovistos de la ferocidad primitiva que enarbolaron cuando se amenazaron sus tierras. El director de la película, Ted Geoghegan, intenta buscar espacios grises pero no lo consigue porque principalmente su obra no da para más. Un puñado de dólares y un tiempo de rodaje muy limitado le obligan a tirar para adelante con los recursos a sus alcance.

Así los escenarios y el vestuario sacan al espectador del contexto histórico desde el primer minuto; las escenas de lucha están penosamente coreografiadas; el terror se reduce a una escena final medianamente bien ambientada; la carrera por la supervivencia se resiente mediante secuencias rodadas en una toma donde se hace patente la falta de ritmo; y unos diálogos y actuaciones sobre la marcha impiden agudizar cualquier sensación de drama que una historia tan triste –porque sí existe de fondo una trama dura y emocionante– pudiera provocar en el respetable. Otra cuestión peliaguda sería la ambientación sonora: se ha decidido tirar por una música de sintetizador que confiera a “Mohawk” de cierta aura postmoderna, desconozco si Ennio Morricone estaría en la mente del compositor de la banda sonora, pero la verdad es que el resultado peca de cutre antes que de artístico.

Geoghegan venía de realizar un largometraje sobre casas encantadas que llamó bastante la atención durante su estreno, “We are still here”, aunque el análisis minucioso de su debut revelaba más pasión que talento, como así demostraron las malas críticas de un amplio sector del público. Aquí de nuevo acierta con la historia, que no con su realización, intentando llevar el cine de terror un paso más allá de lo que se oferta actualmente, presentar algo de personalidad, sin olvidar los elementos que lo hicieron grande a finales de los setenta y principios de los ochenta. Por ejemplo el joven director y guionista se obstina en representar la violencia con la mayor crueldad a su alcance. Eso sí, dejando cualquier arrebato gore para mejores tiempos, el tono de la película simplemente requería algo de realismo en esta faceta y nada de exageraciones que llevasen su argumento al terreno de la parodia. Igualmente no se olvida de aprovecha el gran recurso del cine de terror de guerrillas: el bosque.

Siendo los únicos escenarios donde tiene lugar la acción, cuestión en absoluto reprochable pero que se aprovecha mucho más en los últimos compases del metraje que durante su arranque, la constante arboleda termina por empachar un poco. Es decir, para acoger una persecución racista me parece estupendo usar como marco un mar de árboles y sombras, pero los primeros quince minutos de película, cuando nuestros protagonistas mohawks debaten el curso a seguir en el conflicto bélico, reflejan una pobreza alarmante: ¿Un concilio de pie en medio de un pequeño claro? ¿Dónde narices están las viviendas, los tipis, lo qué sea? ¿Ni un caballo en toda la película? ¿Ropas recién fabricadas con costuras modernas? ¿Ni una docena de actores? ¡Si al menos la fotografía no hubiese sido tan clara! Insisto en que Geoghegan aprovecha lo poco que tiene con bastante picardía, relegando la guerra meramente como telón de fondo, pero ante el espectáculo visual tan rancio es normal que la película pierda enteros.
De nuevo otro ejemplo clarifica la ingenuidad del equipo de pre producción: ¿cómo puede ser que los nativos hablen un inglés perfecto? ¿Por qué se hablan entre ellos con ese academicismo? La misma presencia de un traductor entre el grupo de norteamericanos resulta ridícula desde el arranque de “Mohawk”.

En cuanto al desarrollo de la historia tampoco merece la pena hacer mucho hincapié. Nuestros protagonistas plantean una huida que acabará en desastre y por el medio irán muriendo los distintos personajes. Hasta una de las grandes sorpresas de la película, relativa a nuestra protagonista y sus relaciones amorosas, es descubierta mucho antes de que ella misma lo vomite ante la cámara. Demostrando así el guión, con la insistencia sobre este hecho en concreto, que padece de un exceso de hipocresía progre digna de “El Hormiguero”. Como decía, asistiremos a una persecución desprovista de cualquier destino u objetivo, parece evidente desde sus primeros compases que el rastreo y enfrentamientos responderán al azar antes que a una sesuda planificación, y así es: “Mohawk” carece de ideas y se basa únicamente en ocurrencias.

La faceta actoral salva por los pelos a la película de caer en el desastre total, algo que no incluye al bueno de Jon Huber, más conocido como wrestler. No es que sea gran cosa, pero Ezra Buzzington (“El Club de la Lucha”, “Las Colinas Tienen Ojos”) como el implacable capitán estadunidense aporta algo de genuino mal rollo en el tira y afloja entre los diferentes bandos. Si hablamos de la que debería ser protagonista absoluta, la actriz de raíces indias Kaniehtiio Horn, tampoco podemos tirar cohetes, el desarrollo de “Mohawk” no favorece le demostración de ningún tipo de dote interpretativa, pero como reclamo estelar, mucho se insistió en ella durante la fase de promoción del producto, tampoco me ha parecido que aporte nada revolucionario a los últimos compases de este “racism & revenge”.

Resumiendo, hemos llegado a un punto en que cualquier pequeño destello de originalidad o terror genuinos nos parecen una bicoca, pero la realidad es que 2018, una vez que ya estamos metidos a toda máquina en Marzo, está demostrando ser otro año igual de aburrido que el anterior. Quedan estrenos interesantes por el horizonte, pero el legado que la mediocridad del cine independiente va a dejarnos será muy difícil de superar en años venideros. “Mohawk” podría dejar de existir y nadie se perdería una experiencia vital importante, siquiera una hora y media de entretenimiento hogareño para estos días de frío y lluvia constante.

Lo mejor: Unos últimos minutos surrealistas y violentos

Lo peor: Vaya pobreza de escenografía, decorados y diseño de producción. Las luchas cuerpo a cuerpo son tan horrible como el meneo de la cámara cuando las filma.


Vuestros comentarios

1. 18 mar 2018, 21:59 | Vicpersa

De verdad un 2.Creo que te esta afectando esto de no tener nada bueno a mano. Es mala con avaricia. Indios chusqueros y unos perseguidores que dan pena. La escena cuando corta la cuerda y ese dialogo, era para quemar a todos los de la cinta aprovechando la leña de bosque. Ahora todo es alegato anti- Trump, porca miseria.

2. 19 mar 2018, 20:58 | Bob Rock

Me hizo algo de gracia el final y reconozco el intento de contar una historia diferente mediante mecánicas de la terror. Pero vamos, no vería una película de 2/5 por gusto ni de coña, así que la nota no es ningún premio en un sistema donde el mínimo es 1. Un saludo.

3. 20 mar 2018, 02:45 | vicpersa

ok nen, pero me la metiste doblada, jajaja , porque aveces esa puntuación 2/5 puede ser desde mi punto de vista un 2,5 /5, ya que en muchas opiniones coincido contigo y en otras tiendo a ser mas positivo que tu, no es un reproche ni mucho menos, si encima es del director que gusto mínimamente con “We are still here”, pues tonto fui y me tire de cabeza, menudo traumatismo me hice.
Un saludo y felicitaciones por vuestro trabajo.

4. 18 jun 2018, 21:05 | Francisco

Pues que subjetivo es esto de los gustos y las puntuaciones!!! es la mejor película que he visto en mucho tiempo. Nada que ver con las babosidades de Wan tipo Expediente Warren: Caso Enfield o Insidious. Cine con garra como el que se hacia en los 70 y primeros 80. Por cierto la comparación con los giliprogres de El intermedio no se sostiene

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