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Midnighters

Endeble pero vistosa

Midnighters

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2.5/5

Medianoche, víspera de Año Nuevo. Cuando todas las esperanzas depositadas en los nuevos comienzos cobran vida, como por arte de magia. Excepto por Lindsey y Jeff Pittman, un matrimonio venido a menos que se enfrenta a la prueba definitiva de sus lazos sentimentales. Después de encubrir un crimen accidental, el atropello de un caminante desconocido, una red de engaño y avaricia atrapará a la pareja, arrastrando a la hermana de Lindsey y a otras personas igual de afectadas por la envidia y el miedo, combustible ideal para esta hoguera de las vanidades.

Julius Ramsay salta de la televisión (“Scream”, “Outcast”, “TheWalkingDead”) al cine mediante “Midnighters”, thriller con tintes de novela negra que no llega a ser ninguna obra maestra pero bien sirve para pasar un rato cualquiera. La condición como espectador es evitar cualquier exigencia frente a la falta de coherencia argumental desplegada, elemento clave, por otro lado, cuando un cineasta intenta imitar a clásicos de la talla de Hitchcock, aquí la principal referencia. Los ecos de “Crimen Perfecto”, entre otras obras del orondo genio, son tan evidentes como negativos a la hora de valorar “Midnighters”, gente saliendo y entrando de una estampa criminal clásica. Devalúan estos reflejos la presente por aquello de enfrentarnos a una situación tratada mil y una veces, dentro del cine y la literatura, con resultados muy, muy superiores. Quizás lo mejor que se pueda decir de la ópera prima de Ramsay, acompañado al guion por su hermano Alston, es que opta por evitar los artificios exagerados, muy consciente del sub género que trata, haciendo hincapié en la atmósfera y en el ritmo, redundando en una obrita muy agradable de ver y, también, muy fácil de olvidar.

El escenario es de sobra conocido: un accidente casual desenmascara las tensas relaciones entre un matrimonio y la hermana de la esposa, hoguera de tensiones a la que añade madera un misterioso hombre cuyas intenciones irán desvelando más falsas sospechas entre los implicados en el accidente. El desarrollo de la trama se basa en el efecto “bola de nieve”, el atropello de un desconocido irá rodando ladera abajo para crear un alud que se llevará por delante a una familia no tan bien avenida y feliz como parecía. El dinero, omnipresente dinero y simpático leitmotiv en el actual universo cinematográfico donde la vileza insiste en revestirse de adornos políticos o sociales, es el eje sobre el que celos, dudas y odios infantiles hierven hasta un desenlace dramático y cínico como no podía ser de otra forma. También en su predictibilidad, el desarrollo de la historia pierde enteros para el ojo entrenado, es duro ponerse hasta el codo de mierda para rebuscar un cacahuete de originalidad.

La gracia radica, al menos para un servidor, en que los cuatro personajes principales pivotan sus decisiones y acciones alrededor de decisiones tan arbitrarias y absurdas como la vida misma. Puedo pasar del amor al odio en tan sólo un minuto siempre que haya suficiente pasta de por medio o la tortura no suponga un problema de doble rasero moral. Es decir, los personajes no evolucionan, simplemente van dando tumbos como bolas de billar por un tapete que al menos luce bonito bajo la pálida luna invernal.

El director de fotografía, Alexander Alexandrov (“The Good Neighbor”), opta por los tonos fríos y melancólicos que tan de moda están entre la corriente retro que intenta resucitar los años ochenta y primeros noventa sin mucha veracidad. Aquí hablamos de una textura azulada que casa a la perfección con el tono incómodo, propio de la novela negra, que sobrevuela toda la cinta. De hecho, cuando la trama se traslada al día de Año Nuevo, bajo una radiante iluminación diurna, “Midnighters” pierde bastante interés, haciéndole un flaco favor a su propio título.
Supongo que para compensar, a medida que el metraje va avanzando, Ramsey agudiza la espiral de violencia de forma gratuita para atraer, mediante ciertas dosis de tortura muy gráfica, la atención del espectador, distraerlo así de los evidentes fallos argumentales que suponen las improbables motivaciones de sus criaturas. El director se deleita, alargando más de la cuenta, con un par de escenas donde la agresión física sustituye a la guerra psicológica que debería caracterizar un buen thriller por encima de otras metras. Es la muestra evidente de la falta de pericia y herramientas cuando la trama se atasca, circunstancia que caracteriza el nudo de “Midnighters”.

Por el lado interpretativo encontramos con nombres poco conocidos, donde quizás destaque Alex Essoe como la esposa sin escrúpulos. La actriz nacida en Arabia Saudí puede consolidar una fructífera carrera en la serie B de género si continúa explotando la vena natural para la ambigüedad a la que se presta su rostro, bello pero anodino, como así demostró con soltura en “StarryEyes”.
A su lado, más jóvenes intérpretes que, a pesar de permanecer fuera del radar de las súper producciones hollywoodienses, se esfuerzan por labrarse un nombre y dicho esfuerzo destila la energía del que realmente tiene que trabajar para comer. Quizás la labor del elenco en general presente cierta frialdad formal, consustancial a las personalidades de sus personajes, tan contradictorias que rozan la comedia, pero nadie negará que adoptan su papel con profesionalidad y sentimiento: Ward Horton, Perla Haney-Jardine y Dylan McTee.

La conclusión final es que la historia de “Midnighters” merecía más horas de cocción en el horno. Una preparación a fuego lento que puliese esas terribles inconsistencias argumentales de las que hace gala, desgastes en las costuras desbaratando, por desgracia, otros elementos visuales y sonoros a destacar tratándose de un debut. Por ejemplo la elegante banda sonora, una discreta partitura con el piano como principal instrumento, preludiaba en sus primeros compases una obra seria y rigurosa, no la misma intrascendencia que tanto asociamos al cine de género de 2018. Desgraciadamente estos son los tiempos que nos toca vivir, y encontrarse con producciones que no induzcan al bostezo ya es todo un acierto, tampoco eso las salvan de una quema donde no quedará nada, más que cuarentones hastiados de tragarse bodrio tras bodrio.

Lo mejor: Tiene tantos giros argumentales que te mantiene siempre entretenido.

Lo peor: Las motivaciones y justificaciones de dichos giros son inexistentes, creando una desagradable sensación de aleatoriedad.


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