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Dead Shack

Vacaciones zombi

Dead Shack

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

Cuando uno ha desarrollado casi fobia al triunvirato comedia, gore y zombis, clasificado estúpidamente como “zombedy”, gracias a la profusión de mojones que el nuevo milenio ha derramado sobre nuestros hombros, aparecen excepciones que confirman la regla de un panorama donde los muertos vivientes cada vez tienen menos que decir, hasta la próxima revolución que a buen seguro protagonizarán. “Dead Shack” es una serie B canadiense muy menor que sabe tomarse su argumento a la ligera, dándole un toque muy juvenil, sin olvidar que las raíces del subgénero requieren algo de sangre y mala leche para que el viaje tenga un final feliz. Podríamos decir que se estrena en línea con lo que la serie “Ash Vs. Evi Dead” está ofreciente actualmente a través de su tercera temporada un tanto absurda y exagerada: chistes malos, gore gratuito y un trasfondo nulo. Uniéndose a ”The Revenant”, ”Fido” o “The Book of Zombie” en cuanto a cintas independientes del mismo pelaje que me han dejado un buen sabor de boca con muy pocos medios durante la última década.

Así podemos disfrutar de ochenta minutos que se pasan relativamente rápidos gracias a la química entre sus jóvenes actores y abundantes pinceladas de sal gruesa, especialmente presente en el despliegue de efectos especiales artesanos, no muy abundantes pero atractivos gracias a la violencia con que se adueñan de la pantalla. Quizás el humor funcione a ratos, constreñido por unos diálogos repetitivos, acusan cierto relleno cuando los tres adolescentes protagonistas se adueñan de la acción, y una base deudora del consumo de alcohol y estupefacientes para consolidar su eficacia. Sin embargo, cuando pensamos que “Dead Shack” va a convertirse en un peñazo de tomo y lomo, siempre ocurre algo grotesco en pantalla que nos vuelve a meter en la trama, por mucho que esta sea un mero ir y venir descerebrado. Cierto que nada comparable en excesos a ese placer culpable que supuso ”Night of Something Strange”, pero lo que perdemos en brutalidad lo ganamos en realización, siendo “Dead Shack” muy solvente en el aspecto visual, cuestión que sorprende al descubrir que su director, Peter Ricq, es todo un novato en estas lides.

Dos adolescentes acompañan a su irresponsable padre en una escapada de fin de semana. Para poner las cosas más difíciles les acompañan la última novia de este último y el mejor amigo del más pequeño de los hijos, otro adolescente enamoradizo que no puede apartar la mirada de la hermana de su colega. ¿El destino? Una cabaña aislada en el bosque donde pronto se encontrarán luchando contra una grave amenaza a sus vidas. No sólo deben salvar a su padre, fiestero y borrachos, también acabar con una vecina chiflada cuya fijación es usarlos como alimento para la familia de no-muertos que protege en el sótano de su cuchitril, nutriéndolos con todos los desprevenidos que caen presos en sus juegos de seducción.

¿Casas en medio de un bosque neblinoso donde pulula una loca vestida con reminiscencias de Robert “El Exterminador” Ginty, capaz de usar zombis para acosar a sus víctimas y, precisamente, alimentar con ellas a sus mascotas? ¿Chistes escatológicos sin miedo a burlarse de las buenas costumbres que están empobreciendo la pluralidad de esta nueva sociedad falsamente progresista que nos toca vivir? ¿No os parece igualdad una jovencísima heroína masacrando muertos vivientes con más ahínco que sus contrapartidas masculinas? ¿Cabezas reventadas por doquier, brazos volatizados con una escopeta, abundantes charcos de sangre negruzca? ¿Actores jóvenes, por fin personajes adolescentes que son interpretados por adolescentes, transmitiendo su propia diversión al espectador al otro lado de la pantalla?

No hablamos de ninguna revolución a nivel temático o sorpresivo, la obrita enseña sus cartas sin pudor durante los primeros compases del metraje, tampoco la narrativa innova o luce por encima de la media, acogiéndose al limbo que no pertenece ni a la corriente de revival de los años ochenta ni a la adrenalítica vía del cine de muertos vivientes actual. Es más, no esperéis ninguna explicación a la existencia de zombis dentro de la trama, la película se centra en un pequeño entorno antes que dibujar un panorama más amplio, fuera del alcance de sus medios, demostrando ser un movimiento inteligente por parte de sus autores .“Dead Shack” podría definirse como un enfrentamiento barriobajero entre “El Sótano del Miedo” y “Bienvenidos a Zombieland”, dejando el Apocalipsis a un lado y los destellos edulcorados al otro. Cine de medianoche en su estado más primigenio, con un argumento sencillo pero que es explotado en todo su esplendor, mera excusa para la casquería y la mala leche que, como he repetido varias veces, debe caracterizar el subgénero zombi.

Desgraciadamente no todo son buenas noticias. El peso del metraje recae en tres tiernos actores, que si bien demuestran mucho garbo, tienen problemas para mantener la tensión dentro de todos sus diálogos, muchos para mi gusto. Como buena serie B, “Dead Shack” tarda en arrancar, y tiene que insertar tiempos muertos entre las escenas más jugosas, principalmente las sangrientas. Aunque ciertos momentos y actitudes pueden ser graciosas, termina pesando bastante el que uno de los personajes, el hermano menor de la familia, es un auténtico subnormal. Se le acaba cogiendo cariño pero es el protagonista de un puñado de secuencias insoportables, pidiendo a gritos una sesión de bofetadas con la mano abierta, ida y vuelta. Sin embargo la naturalidad de los tres actores es tal que sus personajes podrían pasar por compañeros de nuestra época de instituto, siempre que la entendamos como un universo cerrado lleno de clichés y padres negligentes, otros de los elementos forzados que sirve de excusa para la guerrilla zombi que lidera Lauren Holly (“Dos tontos muy tontos”). La veterana actriz ejerce de misteriosa vecina, de cuya vida no sabremos nada ni puñetera falta que hace, “Dead Shack” debe entenderse siempre como la historia privada de nuestros hormonados adolescentes. Los cuales se vuelven simpáticas máquina de repartir mamporros durante una recta final con bastante acción.

Resumiendo, estamos ante una cinta muy humilde que conquista nuestro frío corazón de aficionados a los puntos, gracias a entender que el subgénero existe sobre unos pilares muy bien definidos que nunca se deben traicionar. Luego la realización puede ser más o menos tosca, más o menos pobre. El caso es que “Dead Shack” nunca vuela bajo, evitando lucir mugrienta sin evadir la vistosidad del gore casero, ese aliciente esencial para redondear el buen humor e intenciones de una película que no ha nacido para triunfar, si no para rellenar un hueco nocturno en sesiones gamberras de festivales venidos a menos o poner el broche de oro a quedadas etílicas con amigos igual de cabezas huecas que un servidor.

Nada trascendente, en parte placer culpable, divertida olvidando prejuicios y edades, molesta si analizamos con profundidad el hiriente egoísmo de sus protagonistas, acertada en su breve duración…

Lo mejor: Gore artesano puntual pero descollante.

Lo peor: La parte cómica es básicamente pueril, lo que causará rechazo entre muchos.


Vuestros comentarios

1. 14 mar 2018, 02:29 | VICPERSA

La música de Humans, ya se que no eres del Indie electrónico , pero suena bien.

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