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Vampire Clay

De aquellos polvos, estos lodos

Vampire Clay

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

En una zona rural cerca de Tokio, una artista frustrada monta la pequeña academia de sus sueños donde otrora trabajase un escultor olvidado y maldito. Sus cinco alumnos intentan seguir los consejos de la estricta maestra, pero se preguntan si la educación recibida fuera de la ciudad será tan buena como la ofrecida en las exclusivas academias de la megalópolis. Entre trabajo y trabajo práctico, un pequeño terremoto descubre una caja con arcilla guardada en su interior, posiblemente perteneciente al desparecido artista que allí vivió. Una de las alumnas empieza a practicar sus artes con el hallazgo, provocando una serie de envidias entre sus compañeros, pero, lo peor de todo, es que también despierta unas fuerzas malignas ocultas en el polvo gris del contenedor. Esta arcilla tiene vida propia y una insaciable sed de sangre, la cual empieza a desencadenar sobre los alumnos, escondiéndose bajo su carne para acabar de incógnito con su próxima víctima. La única esperanza de la clase es obedecer los consejos de un misterioso hombre que ha aparecido allí con la inquietante historia de cómo se origino esa arcilla vampírica.

No le pidamos peras al olmo, los días se han comido a la noche y en esta primavera tormentosa, donde el cine y la literatura de género siguen tan inofensivas como los seres humanos que la engendran, la única aspiración del aficionado coherente debería ser divertirse un poco con el siguiente estreno digital, otro eslabón de la cadena de churros en que se ha convertido la sociedad capitalista. Las buenas noticias son que “Vampire Clay” (“Chi o sû nendo”) funciona perfectamente en dicha clave, cuando la entendemos como una mala película cuyos defectos se transforman en bienvenida comicidad, un largometraje casposo avalado por la excesiva seriedad con la que su propio director se la tomado.

Cargada de alienación oriental en su faceta interpretativa, un extraño mensaje contra la comunidad artística de Tokio – faceta política que resulta particularmente graciosa–, una falta total de construcción argumental y abundantes dosis de arcilla vampírica, sin reparar en que un efecto se vea más o menos ridículo en pantalla… esta serie Z puede suponer un excelente acompañamiento a quedadas entre amigos, como telón de fondo para el consumo de cervezas y estupefacientes.

Dirigida y escrita por Sôichi Umezawa, experto en efectos especiales dentro de la industria underground nipona, no esperéis ningún dechado artístico o técnico, pues nos hallamos ante una clara muestra de incompetencia cinematográfica, afortunadamente salpicada con los típicos excesos japonés que recuerdan a los buenos tiempos, salvando las distancias, de Takashi Miike o Junji Ito. Al menos, muy de fondo, esa mala baba y obsesión por lo macabro son las que sostienen tambaléate sobre sus cimientos a esta pequeña pieza de menos de ochenta minutos de duración. ¡Y gracias a los budas negros! Pues, a pesar de la ajustadísima longitud del metraje, la edición es tan incompetente, y carente de cualquier visión acerca del ritmo dentro de una narración, que muchos tramos del film se vuelven una verdadera odisea para aquel que quiera terminar la película de forma incólume.

Debemos hacernos fuertes, como ante toda película barata, durante los momentos de casquería y horror. Esta área funciona en la mejor tradición nipona, caracterizada por la abundancia de probóscides fálicas y mutaciones donde la arcilla y la carne suponen un perfecto maridaje. Tampoco esperéis quedar deslumbrados debido a la realización de los efectos especiales: hay trucajes buenos, regulares y pésimos, demostrando de nuevo que Uwezawa no anda muy ducho en esto de colocar la cámara para conseguir fotogramas impactantes. De hecho atmósfera y ambientación suponen una utopía tal y como se presenta el terreno. Desde luego, bajo este compendio de jovencitas japonesas gritando sin ton ni son frente a monigotes de bajo presupuesto y aberraciones diseñadas con látex en el último momento, no es el terror uno de los puntos fuertes de “Vampire Clay”. Cuestión de la que no se ha debido dar cuenta su creador, pues se obstina plano tras plano en creerse dentro de una cinta de miedo.

Quizás algo más de ligereza, e incluso más gore, hubiesen servido para redondear las intenciones festivas de la obra, ya que la prosaica fotografía desluce los breves momentos, muy mal rodados, donde algo de sangre salpica la pantalla. Lo mejor que alberga sin duda son sus arranques macabros, cuando algo de carne se desgarra y miembros deformes compuestos de barro y tejidos amenazan a alguno de los protagonistas. No hablamos de secuencias innovadoras o memorables, pero resulta entrañable el diseño artesanal de los diferentes maquillajes o efectos: como cuando el polvo de arcilla es aspirado por una de las víctimas, asumiendo el público la vista subjetiva de dicha nube asesina; o durante la espástica secuencia en que a uno de los poseídos –pues la arcilla va convirtiendo a todos los alumnos en sus títeres– es aplastado por una puerta, dando pie a una divertida escena llena de tentáculos grisáceos; o ante el definitivo final de la última estatua vampírica, un raro ejemplo de stop motion que resulta imposible tomárselo de otra forma que no sea como homenaje nada encubierto a “Posesión Infernal”.

No queda mucho más análisis por hacer. Sellada su baja calidad con la marca de “caspa movie”, “Vampire Clay” divertirá a los conocedores de la rítmica y actuación japonesa de la serie Z de bajo presupuesto. Hace falta cierto valor y experiencia para soportar los diálogos carentes de cualquier armazón sobre la que revestir los personajes, únicamente vivos cuando hablan de sus envidias sobre si tal o cual estudió arte en Tokio. Como decía antes, es en esa curiosa crítica donde Uwezawa realiza el único esfuerzo argumental a su alcance, el resto es una mera excusa para ir masacrando personajes en pantalla bajo los truculentos efectos de la arcilla infernal, por cierto muy maniquea cuando se trata de demostrar sus efectos. Es decir, ¿con un poco de agua se activa? Entonces, ¿a quién se le ocurre enterrarla a pocos metros de la superficie de un bosque? ¿De verdad creían que jamás volvería a humedecerse?
El simpático epílogo pone una nota de color dentro de todo esto, anunciando un fin de Tokio digno de cualquier película de Kaijus, otra secuencia en consonancia con las ideas de un crío de doce años.

Lo mejor: Su forma de llevar hasta el absurdo un argumento ya de por sí ridículo, a través de las clásicas mutaciones niponas. ¡Tentáculos!

Lo peor: Demasiados planos ortopédicos. A juego con las actuaciones, claro.


Vuestros comentarios

1. 23 may 2018, 06:58 | Arconte

La historia básica parece de un manga de Ito, bastante potable para hacer una buena película. También tiene buenos diseños y en bastantes momentos los fx físicos están muy bien hechos. En otro no, claro. Pero la mala dirección y un pesimo, pero pesimo, eh! montaje la alejan de haber sido un pequeño clásico del J-Horror.
Se acabaron los días de gloria del terror japonés, que coincidió un poco con el cambio de milenio. O son Live action más o menos conseguidos o films de género serie Z, que desaprovechan potenciales buenas ideas…

2. 26 may 2018, 18:01 | Zero

Justo ayer vi esta película y la disfrute bastante la verdad,esperaba algo mucho peor de esa portada tan horrenda pero me gustó mucho,ahora toca esperar si tiene algo de éxito, si lo tiene seguro que veré alguna peli mas de este nuevo director y alguno de los actores en un futuro no muy lejano.

3. 28 may 2018, 01:06 | billyboy

Mala hasta decir basta, no la recomiendo ni a punta de pistola,mira que algunas pelis de estas casposas tienen su encanto,pero esta ni eso, al menos hay alguna actriz que es guapetona, y decir esto como lo único reseñable de una critica (bueno eso y el bailecito del escultor al hacer su obra maestra) me parece para quien lea esto que huya de la pelicula.

4. 12 div 2019, 02:39 | ⛧Chupasangre⛧

Entretenida y extraña película que aborda el tema del vampirismo de una forma un tanto atípica pues más allá de la sed de sangre del monigote de arcilla no hay más elementos propios de la temática y al final la cosa vira más hacia el subgénero de objetos malditos o muñecos diabólicos.

Pero entretiene ;)

Saludos.

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