Perturbada

Una treintañera se muda a un nuevo estado para reconstruir su vida después de algunos eventos de traumáticos relacionados con acoso. Todavía tiene algunas alucinaciones persistentes de inseguridad, por lo que acude a una consejería psicológica, lo que resulta en una breve estancia en una clínica de salud mental para su observación. Pero ese inocente ingreso acabará resucitando el miedo y la inseguridad hasta el punto de no saber si ha perdido la cordura, incapaz de salir de la institución.

Muy buen sabor de boca. Tanto por el resultado visual de la propuesta, arriesgada hasta cierto punto, como por el desarrollo de la trama, perfectamente ejecutada y narrada. Suelo ser crítico con la falta de credibilidad de las películas que me trago, en este caso todo el producto está pensando para arrojar verosimilitud, por mucho que una parte importante de su argumento resulte difícil de asimilar. Dado el realismo con que está rodada, gracias al inteligente uso y colocación de diferentes iPhones, “Unsane” convierte su historia en algo más que probable, tanto en la parte de la violencia de género como en la conspiración creada entre las aseguradoras y el sistema de salud privado estadunidense. Sin embargo permitan que no ahonde en estas cuestiones, un servidor sería responsable de revelar las dos sorpresas que posee el film, las claves para encontrarle la gracia a la obra.

En concreto “Unsane” nos sitúa dentro de un marco siempre apetecible para los amantes del cine de horror o del thriller: una institución mental donde nuestra protagonista, Sawyer, es retenida en contra de su voluntad. ¿Pero está realmente loca o su agresividad responde únicamente a una fuerte personalidad marcada por el acoso sufrido años atrás? Durante los primeros compases en que Sawyer descubre una nueva vida privada de libertad, el largometraje me ha traído gratos recuerdos de uno de los mejores juegos de rol de hornada reciente: “Paciente 13”. En menor medida existen gotitas de otro juego de tablero, “Lobotomy”; podría haber sido mayor la influencia si la película hubiese buscando explorar su vertiente terrorífica. No es el caso, los derroteros de la narración pronto se alejan de la inquietud de saber hasta qué punto controla Sawyer sus pensamientos, muy lejos de cualquier arrebato fantástico. Afortunadamente tampoco hablamos de una obra claramente dramática, existe una nada desdeñable dosis de tensión en todo momento. El que suscribe, nada dado a sentir empatía con ninguno de sus congéneres, ha de reconocer el nudo del estómago durante un par de escenas. ¿Alguna vez os habéis imaginado indefensos ante vuestro peor enemigo, ante vuestros miedos?

Quizás lo aterrador de la locura sea no padecerla, y que el horror de la sustantividad nos sea inevitable.

“Unsane” incide con orgullo sobre el mayor de sus aciertos: un aspecto cercano al espectador. Y el principal culpable sería su director, Steven Soderbergh. No hablamos de un novato en estas lides, y lo demuestra con la quietud del que controla la forma y el estilo, colocando un simple teléfono inteligente donde los diálogos resultan más ambiguos y retorcidos, así como naturales, gracias al magnífico tratamiento de la luz del que hace gala el “asequible” iPhone 7 plus. Incluso ciertas secuencias hablan de un cineasta con el ánimo juguetón de la experimentación, capaz de disparar planos cortos sin apenas transiciones con la fluidez del ojo humano o referenciarse a sí mismo desde una inocente televisión. Me ha encantado la sencillez de la puesta en escena y su eficacia, aunque es cierto que cuando la historia central revela sus cartas, la insistencia en utilizar planos holandeses pierde algo de su capacidad evocadora. No obstante se agradece la constatación de que una película entretenida no lo es por echar millones en la cazuela si no por el talento de su equipo: “Unsane” gozó de un presupuesto de un millón y medio de dólares, sin necesitar ni un centavo más para convertir lo prosaico en ominoso.

De ese talento nos beneficiamos especialmente como público por la vía interpretativa. Es decir, todo el elenco luce fenomenal, especialmente su protagonista: Claire Foy. No era un papel sencillo por mucho que la locura tenga una mayor exposición en Hollywood, pues Sawyer se demuestra una mujer bastante compleja. Especialmente en el terreno psicológico, la observamos dura como el acero durante los primeros minutos de metraje; sin embargo no debemos esperar mucho hasta verla perder los papeles por un miedo que jamás podríamos asociar con esta mujer enérgica y decidida, incluso un pelín desagradable. Estas dos vertientes serán explotadas hasta el mismísimo final del largometraje, demostrando que los grises siguen siendo la mejor herramienta con la que sentirnos humanos. De hecho, ¿hay algo más humano que dudar de nuestra cordura, de nuestros sentidos? Precisamente esa humanidad demostrada por todos los personajes, hasta en el más malvado de ellos, es la clave para que “Unsane” funcione.

He alabado a Claire Foy, pero el resto de secundarios merecen cada uno de los dólares de su sueldo. Desde el agobiante Joshua Leonard (“El Proyecto de la Bruja de Blair”) hasta el simpático Jay Pharoah (“Get a Job”), sin olvidarnos de Juno Temple (“Killer Joe”, “Magi Magic”), muy en segundo plano pero completamente funcional como otra desquiciada más del centro donde tiene lugar la acción. En definitiva, estos actores y actrices han sabido recolectar con soltura el terreno sembrado por Jonathan Bernstein y James Greer como guionistas, los cuales demuestran un bienvenido ejercicio de sobriedad sin renunciar a un puñado de efectismos con los que divertir al respetable.

En el lado negativo debo volver a señalar esa pérdida de ritmo a partir de la revelación que marca el punto central de “Unsane”.* Abandonado el traje de misterio, los acontecimientos se van acelerando hasta un paroxismo que no deja de ser divertido pese a contar con un desarrollo predecible.* No hablamos en ningún caso de una obra maestra, tampoco un proyecto que vaya a sentar cátedra en el apartado técnico –a pesar de que su atrevimiento con el iPhone inspirará a futuros artistas– y esta falta de “magia” termina quitándole mucha pegada al último trabajo de Soderbergh, el cual funcionaba con un material que bien podría habernos volado la cabeza. Es decir, ¿hasta qué punto se hubiese podido forzar la historia para hacernos creer que Sawyer estaba loca o hasta dónde se podría haber retorcido el ambiente dentro de la institución para revelar un mundo de infinita corrupción? Entre medias, y adoptando una importancia fundamental, ese relato de obsesión malsana que al final resta atmósfera al asunto.

Con todo, una obra recomendable dentro del aburrido panorama actual.