Playground

No pensaba escribir sobre esta cinta. Me afectó tan profundamente su visionado que no me lo podía quitar de la cabeza. Es más, las secuencias finales del film eran tan devastadoras que me descubrí con los ojos llenos de lágrimas y unas terribles ganas de vomitar. Pero, recientemente y a tenor de otras reseñas donde se debate de lo que es violento y lo que no, de lo que es explícito y lo que no, me he animado a comentar mis impresiones. Esta película, que es sensacional y puede que hasta necesaria, te quita algo que no regresará más; que ataca a lo que te queda de inocencia y sensibilidad. No es de terror y no da respuestas al espectador acerca de nada de lo que ve.

Tres estudiantes adolescentes comienzan el último día de clase antes de las vacaciones de verano. Saldrán de casa e irán al colegio. Tras las clases jugarán un poco…

Bartosz M. Kowalski, director de la película, apunta al aburrimiento, a la deriva parental y a desconexión sentimental de la nueva sociedad como motor de la maldad que dibuja Playground. Lo hace aburriendo al espectador, calzándole en los zapatos de estos tres chavales, en su vida sin apenas incentivos de la que sólo repuntan en arrebatos inesperados de violencia. Para explicarme haré a continuación un mini spoiler de algo que sucede en el minuto 20… aproximadamente.

SPOILER: Un chico, de nombre Szymek, saca de la cama a su padre minusválido, aquejado de una parálisis corporal que le tiene completamente agarrotado el cuerpo. Lo limpia y baña. Le hace el desayuno. Prepara la medicación de su padre y, cuando éste se la toma, lo regresa a la cama. Lo acuesta con cariño (suena música clásica de fondo) y súbitamente comienza a abofetearlo de forma salvaje antes coger la mochila y salir al colegio. FIN DEL SPOILER

Estos conatos de violencia nos anticipan al espectador a algo terrible; inundándonos, paso a paso, de una sensación de impotencia que explotará con la llegada de su fatal conclusión. Una conclusión que, además, se inspira en un hecho real que conmocionó al mundo hace unos años. Aunque aquí la acción transcurre en Polonia y no en Inglaterra como pasó en la realidad.

Cinematográficamente la cinta sigue la línea de títulos como Elephant, Funny games, Michael,El video de Ben, A Serbian Film o Irreversible en los que la intención es agitar ante el espectador una consciencia latente. Que contemple sí o sí algo que difícilmente querría ver y acercarlo a sentirlo en sus propias carnes. Cintas transgresoras sí pero que, en su mayoría, no buscan el sensacionalismo o el morbo del espectador; lo que buscan es que sientan el asco, la impotencia, el horror y lo banal y peligroso que es trivializar la violencia (algo que hacemos con frecuencia por estos lares, aunque aquí somos todos adultos). Por eso directores como Hanneke (del que “playground” es sin duda heredero) cuestionan que alguien considere su Funny games como un simple “home invasion” pues su ocupación quiere ser una bofetada a lo superficial y casi siempre frívolo de este género y supone más un asalto a una política y una clase social que a una familia en sí.

Soy un asido a festivales de fantástico. En la mayoría, como en Sitges, se jalean y aplauden las muertes violentas… Tengo poco que objetar y no me consideraré ajeno a muchas de esas celebraciones… pero en otros casos, cuando las cintas optan por contenidos más reflexivos, como en la excelente Excision o A Serbian Film; cuando se estalla en carcajadas y aplausos me pregunto si realmente la masa de público está entendiendo algo de lo que sucede en pantalla. Como decía hace poco en Tragedy Girls: ¿De qué se ríe el espectador?

El terrible acto que culmina Playground no necesita sangre para espantarnos; lo veremos todo a una distancia que nos impedirá escuchar los huesos romperse, o ver la sangre que apenas será una minúscula mancha roja en la pantalla. Pero la violencia sabrá atravesar esa distancia, el mal logrará llegar hasta sus retinas entrar en tu cabeza y plagarlas de desazón y preguntas de hacia dónde vamos como sociedad y sobretodo qué estamos haciendo mal.