Aterrados

El director argentino Demián Rugna es un viejo conocido de esta página. Hace ya unos años nos hizo llegar un screener de la que sería su primera película: The last getaway y pudimos apreciar entonces una cinta, ambiciosa pese a su escueto presupuesto, con sólidas raíces en el terror cósmico de Lovecraft que entretenía de lo lindo y dejaba ver a un director con maneras de llegar lejos. Pues bien, diez años después otra incursión suya en el terror le ha granjeado el aplauso y el aprecio de los aficionados a la fantasía de todo el mundo. Su Aterrados es una cinta sobrenatural, plagada de sustos, con un guion inteligente que salta de unos personajes y localizaciones a otros de forma constante, donde el terror es una suerte de virus que va contagiando a todos los personajes.

Tres parapsicólogos y un comisario de policía se alojan en tres casas de un mismo barrio para investigar la causa de una serie de sucesos paranormales que han tenido como resultado la desaparición y muerte de algunos vecinos.

Nos comentaba el director, en el pasado festival de Sitges, que el proyecto había estado dormitando en un cajón varios años en busca de un mecenas que lo financiara. La elaboración del mismo había pasado de ser una miniserie a convertirse en el formato de una película de cine. También nos comentaba lo sumamente complicado que había sido llevarlo a puerto y como la ayuda del productor Fernando Díaz había logrado que Demián recuperara la ilusión en una aventura que ya daba por perdida.

Aterrados salta de localizaciones y de espacios temporales de forma constante. Estos movimientos de guion logran desubicar al espectador y romperle los esquemas a los que nos acostumbra el terror respecto a qué personajes son los protagonistas, quién sobrevive o cual es el origen de la amenaza. En ese sentido el film podría emparentarse a la saga asiática The Grudge. El carácter fragmentado también se da en las diferentes amenazas que, en apariencia, parecen historias distintas hasta que el espectador comienza a percibirlas, con el pasar de los minutos, como un todo. Todos estos juegos logran mantenernos curiosos frente a la pantalla pero tienen la contrapartida de que, al ir convergiendo todas las tramas, la tensión va perdiendo intensidad. Algo nada grave pues Rugna sabe golpear de forma certera con los sustos y sorpresas y cerrar la trama justo en el momento en que comienza a ser reiterativa.

La imaginería macabra de la que hace gala Aterrados es otro de sus principales valores. El espectro infantil que vemos a lo largo de la cinta dista mucho del habitual fantasma de niño con su trajecito y su cara pálida; para esta ocasión se nos muestra a un crío en estado de descomposición, de piel negra por la putrefacción, que permanece en postura activa pero completamente quieto y que sólo se mueve mínimamente cuanto está fuera de cuadro o aparece desenfocado en el fondo de la acción. Su presencia en pantalla no se limita a unos pocos fotogramas de impacto sino que aparece generosamente visible, consciente de que su quietud es más aterradora que su movimiento. Tampoco se queda corto en inquietar la otra entidad que se esconde en la casa del vecino y que tiene la mala costumbre de salir de los rincones más oscuros de los armarios o los bajos de las camas. Los dos, unidos a una eficaz construcción de sobresaltos del director, logran una cinta de horror por encima de lo que nos acostumbra el cine de terror norteamericano y reafirman el excelente estado de salud que goza el cine de género rodado en castellano.

Desgraciadamente su carácter latino puede alejar a espectadores prejuiciosos de perderse una peli de terror notable. Pero tranquilos, porque para todos aquellos que creen que solo el cine made in usa es cine con mayúsculas ya anda en camino un pertinente remake. Esperemos que esta adaptación sepa mantener el carácter enigmático de la amenaza que, en esta original, se apunta pero que, como pasaría en la vida real, plantea más enigmas que respuestas claras.

Pongamos el acento también en el buen humor que destila *Aterrados.* Un humor que sabe encontrar su sitio sin dificultar la labor del terror. Su carácter algo desenfadado proporciona bocanadas de aire al espectador entre los eslabones de mal rollo de su trama.

Además del remake, Demián Rugna nos anunción una continuación de este particular universo que provisionalmente se titularía El libro de Jano y que imaginamos narraría las aventuras de este personaje con los cadáveres de la morgue con los que conversaba…

Aquellas personas que busquen en una de miedo pasar un buen mal rato con sobresaltos, apariciones y música inquietante (vamos lo que es una de terror de toda la vida) no pueden perderse este Aterrados pues va a encontrar todo eso. Una sensacional película de entretenimiento de un director que esperemos no tarde otros 10 años en darnos un nuevo sobresalto.