Piercing

“Un padre acerca un punzón de acero al pecho de su hijo de pocos meses, su necesidad de agredir, de causar daño es casi incontrolable y para evitar esa agresión intenta asfixiarse inútilmente conteniendo su respiración”. Este es el punto de partida del fascinante viaje que propone “Piercing”. Adaptación a la gran pantalla de la novela de Ryū Murakami (no confundir, como me pasó a mí en el especial de Sitges, con Haruki Murakami). Como en su obra “Audition” nos encontramos ante una historia de deseo, que no amor, plagada de perversión y oscuridad firmada, ni más ni menos, que por Nicolas Pesce que, con este segundo título, se perfila como uno de los valores a seguir del nuevo cine de terror.

Incapaz de contener por más tiempo su furia asesina Reed (excelente papel de Christopher Abbott) cita a una prostituta en un hotel y planea a conciencia como torturarla y deshacerse del cuerpo. Como a todo cerdo le llega su San Martín, Reed encontrará la horma de su zapato en Jackie (Mia Wasikowska), una autodestructiva prostituta de reacciones impredecibles.

Si en “Eyes of my mother” el director Pesce se llevaba de calle a la crítica por su estilizado sentido de la estética y del encuadre, trabajando en un sobrio blanco y negro, ahora salta al color con igual acierto, haciendo gala de una estética absolutamente artificial, donde los fondos son intencionadamente teatrales. Sobre ellos se mueven unos actores, afinadísimos en su interpretación, que parecen retarse constantemente a ver quien lleva a su personaje más al límite. Un toma y daca que nos recuerda a otros duelos como “La huella”, “El perfecto anfitrión” o incluso a “La soga” y es que, esa artificialidad que tiene el teatro, funciona de maravilla en el título que nos ocupa. Enfatiza esta delicadeza formal el uso de una banda sonora robada de los clásicos de guiallo italiano y el de recursos propios de De Palma como las pantallas divididas, los fuera de campos o los travellings suaves que sacan partido de las geometrías y perspectivas de las arquitecturas.

Al margen de su aspecto formal este “Piercing” es todo un delirio que habla de deseo, de pulsiones y de los límites difusos entre placer y perversión. Lo hace con elegancia, evitando el desnudo explícito, pero con un enfoque lo suficientemente adulto para que no se precise ver más. Algo digno de aplauso dada la visceralidad y sexualidad que transmite el conjunto y que bien podría ir firmado por David Cronnemberg.

Nada parece gratuito en esta película y a la vez la mayoría de las cosas no son explicadas lo que nos hace, de nuevo, entrar en universos de autores tan transgresores como Lynch o el mencionado Cronnemberg a través de miradas neoclásicas como las de De Palma, Kubrick o West Anderson (no sé si por la localización del hotel o por el color, Anderson me acude a la cabeza a cada rato) llevando el título a una tierra de nadie y de contrastes: el terror con lo cómico, el placer con el dolor, el deseo con la repulsión, la maternidad con la muerte, la locura metódica contra la caótica.

Brillan con fuerza sus dos protagonistas, especialmente Mia Wasikowska que se aleja sustancialmente de sus personajes de porcelana fina y se muestra tan bella en sus imperfecciones y sus kilos de más como tremenda en la segunda parte del film. Destacar también la presencia de Laia Costa en un secundario importante pero con poca presiencia… con todo y con eso, siempre es una gozada verla en pantalla.

Aunque mucha gente ha considerado este “Piercing” como una cinta demasiado rara e imperfecta, creo que tiene la medida justa para gustar a los aficionados al cine de terror. Contiene un guion vibrante con buenos giros, excelentes actuaciones, es generoso en sangre y tortura y además nos regala un par de escenas perturbadoras que son toda una delicia.

Cerramos aquí la reseña de lo último de Nicolas Pesce pero nos quedamos con ganas de más de él. A ver qué tal se le da el remake de “The grudge” que será su próximo título y que vistos sus 2 anteriores parece excelente para un realizador como él.