The wandering earth

Una inminente colisión con Júpiter amenaza la Tierra mientras los humanos buscan una nueva estrella. El futuro del planeta está en manos de unos pocos héroes inesperados.

El ser humano, como miembro de una especie, se vale, en ocasiones, del sentimiento de pertenencia para hacer que esta sobreviva. Orgullo de especie, ansias de trascender. Gracias a ese sentimiento, hemos podido avanzar a pasos pequeños pero seguros por el tortuoso camino de la Historia. ¿Pero qué ocurriría si el Sol, astro dador de vida, amenazara con explotar, con convertirse en un rabioso ojo de fuego ansioso por asistir a nuestra extinción?

Frant Gwo (China, 1980), acompañado de otras seis plumas, escribe un guión en el que nos narra lo que sucedería con nosotros ante tal desafío, en el que nos cuenta qué arriesgadas (y excéntricas) decisiones nos veríamos obligados a tomar y en el que saca a relucir al héroe que, según él, todos llevamos dentro. La cinta está basada en una novela corta de Liu Cixin, ganador del prestigioso Premio Hugo, y ha sido un absoluto éxito en su país de procedencia, China, y la tercera película más taquillera a nivel global en lo que llevamos de 2019. Aun así, tras su visionado, uno no puede dejar de pensar que la cosa no era para tanto.

Tras un prólogo en el que se nos pone al día de la situación de la Tierra y una elipsis en la que saltamos 17 años en el futuro, asistimos al despliegue, con ojos maravillados, de un colorido mundo subterráneo, que en breves dejará paso a un estéticamente tedioso mundo exterior. La película abusa de la repetición de escenarios (hielo, nieve, grises edificios destruidos), y no consigue lograr el equilibrio en cuanto a la calidad de las imágenes generadas por ordenador. Hay escenas en las que parece que estemos viendo un video prerrenderizado de un juego de la primera Playstation, y en otras, la contundencia de lo mostrado logra dejarnos con la boca abierta.

Es un film titánico, hipertrofiado; los conflictos son planetarios, lo que los personajes se juegan no es sólo su vida, sino la de todo un planeta, y eso es algo que se muestra muy bien en pantalla. Tambien hay espacio para dramas personales que a estas alturas no le importan a nadie.

En la película se entremezclan dos tramas, la que sucede en la Tierra y la que sucede en la estación que vela por la seguridad del planeta desde el Espacio. Quizás por la falta de carisma del personaje que interpreta Jing Wu, Liu Peiqiang, padre del protagonista, o porque lo que cuenta es algo que se ha visto en demasiadas ocasiones, esta última trama es la menos interesante de las dos. Aún así, la cinta rebosa epicidad, y el director no se sonroja a la hora de mostrar soluciones cada vez más disparatadas a los problemas que se van planteando.

En cuanto a la música, nada que destacar; tampoco en la parte actoral. El cine de catástrofes tiene un público entregado que seguro disfrutará con lo que The Wandering Earth propone. La película está repleta de lugares comunes (padre que ve cómo se ve frustrado su inminente regreso a casa debido a causas mayores, encuentros fortuitos que derivan en el éxito de los objetivos que parecían abocados al fracaso, sacrificios que salvan el día), pero si eso no les importa, podrán disfrutar de un entretenimiento más grande que la vida misma.