Infierno bajo el agua

¿Llegará el día en que veamos a Alexandre Aja recuperar su auto-promesa de estatus y culminar las expectativas de próximo gran director del cine de terror que sus primeros trabajos denotaban? Espero que sí, pero bien es cierto que de un tiempo a este lado no paramos de verle dar bandazos y no parece terminar de sentirse cómodo en ninguno de los proyectos que presenta. Pese a haber entregado algunas grandes películas –Las Colinas Tienen ojos, Alta Tensión e incluso el divertidísimo remake de la película de Joe Dante, Piraña 3D- ninguna de ellas parece terminar de dar el paso definitivo hacia la gloria que le coloque en el puesto al que su buen hacer parece hacerle aspirar.

Sin embargo, en esta nueva Infierno Bajo El Agua, Aja Parece volver a un registro en el que sabe moverse bien. Sin embargo, esta tampoco termina siendo aquella gran película que seguimos esperando verle hacer algún día.

Un huracán de categoría 5 está llegando a Florida. Esto no parece detener a Haley (Kaya Scodelario) a la hora de atravesar carreteras cortadas por precaución para ir en busca de su padre (Barry Pepper), que no da señales de vida. Cuando esta llega a la casa de en la que pasó su infancia, se lo encuentra inconsciente en el sótano. El problema es que ellos dos no son los únicos bajo los cimientos de la casa. El huracán ha decidido traerse consigo a un buen número de caimanes que ahora mismo tienen como objetivo cenárselos a los dos. Por si fuera poco, la casa se está empezando a inundar, así que cuánto mas tarden en salir, menores serán sus posibilidades.

El componente claustrofóbico y el tinte catastrófico añaden una variante al clásico survival veraniego por antonomasia. Un subgénero que nunca parecemos tomarnos en serio debido a lo maltratado que ha sido por los propios creadores con el paso de los años. Aun así, se trata de un corriente de la que, a partir de un buen trabajo visual, se pueden sonsacar momentos realmente potentes. Y esto sucede en este caso. El problema es que se queda en eso mismo: en momentos. Y no en un conjunto poderoso.

Y es que en Infierno Bajo El Agua parecen convivir dos películas. Una es este survival de características tan locas, que a su vez pretende ser más gamberra y autoconsciente de lo que termina siendo, y la otra es un drama de trauma familiar que lejos de estar mal narrado, aburre hasta a las ovejas. Y más teniendo en cuenta que el público está aquí para ver caimanes y huracanes, no nos olvidemos.
El tema es que, para sorpresa de muchos, esta película de aparentes características tan minoritarias maneja una cantidad de* presupuesto bastante potente*. O al menos eso se aprecia en pantalla. Y es que especialmente en los momentos más catastrofistas, la película se pone de un abierto y grandilocuente que sorprende en un caso como este. De hecho, consideraría esta su principal baza. Y es que combina subgéneros que pueden ir de la mano en cuanto a público y que funcionan a las mil maravillas juntos estando los dos bien ejecutados. El problema viene con el paquete que suelen traer esta clase de producciones tan grandes y planificadas: las decisiones de estudio. Y es que el drama anteriormente mencionado se siente todo el rato como un lastre a la hora de hacer avanzar una película que de por si es bastante cañera. No está mal intercalado con la acción, y pese a ser bastante sencillo no peca de simplón. Pero, sin embargo, no parece terminar de cohesionar nunca con la otra mitad de la película, y hace que el desarrollo de personajes se vuelva no solo poco orgánico, sino también especialmente anodino. Es más: parecía que todo formaba parte de la construcción de una final girl (tomaremos prestado el termino y haremos ver que esto es un slasher) mucho más cañera de lo que Scodelario termina siendo. Y tal vez eso sí que hubiese justificado para ambos sectores del público la existencia de esta disforia. Al fin y al cabo, suele ser en el guion donde estas películas siempre terminan flojeando, pero esta vez, más por un caso de veracidad forzada (que la hay, no vamos a taparnos los ojos ante esto) lo que se siente lastrado es el ritmo de avance. Lo cual puede sacar con mucha facilidad al espectador de su tensa ensoñación.

Por suerte, Aja sabe dotar a la parte interesante de la película de una potencia y fisicidad marca de la casa, suficiente como para sacar esto adelante. Y es que, desde luego, esté en la época que esté, él era una gran propuesta de director para un proyecto como este. Su capacidad para hacer funcionar los momentos de mayor envergadura visual y catastrofista, recreada a partir de unos sets maravillosos y con un tratamiento digital justo y nada excesivo casan de maravilla y son capaces de cargar de tensión a los momentos más claustrofóbicos en los que los saurios se ven involucrados. El uso del sonido para recordarnos que fuera lo que se está viviendo es el puro caos, es una herramienta tan sencilla como útil.
Infierno Bajo El Agua representa una vuelta algo tímida por parte de Aja a un estilo que le llevó donde está ahora. Al fin y al cabo, sus preferencias no le ponen el camino fácil, y desde luego seguirá despertando nuestro interés con sus futuros estrenos. Simplemente, nos gustaría verle encontrar, por fin, aquella chispa que haga explosionar su imaginario y nos salpique a todos.