Quién a hierro mata

Regresa Paco Plaza a la gran pantalla y eso es siempre una buena noticia. Lo hace tomando distancia del cine de terror y saltando de lleno al thriller en una cinta donde demuestra su portentosa capacidad para construir tensión. Firma su trabajo más comercial, con todo lo bueno y con todo lo malo que ello conlleva.

Mario (Luis Tosar) es un enfermero geriátrico muy querido en el asilo en el que trabaja. Tan querido, que al entrar como paciente el patriarca de un clan de narcos gallegos se le asigna su cuidado. Pero la vida de Mario no ha sido fácil y guarda en su pasado cuentas pendientes con el anciano. Ni su próxima paternidad, ni la amenaza que supone ser descubierto por los 2 hijos del capo en cuestión, pueden contener la furia que guarda en su interior.

El punto de partida de la cinta no puede ser más sugerente. La relación de dependencia entre el anciano y su cuidador, el odio soterrado, la amenazante presencia de los hijos y la incertidumbre de los posibles derroteros por los que transcurra la historia, se trenzan con la situación familiar del protagonista de forma afinada; donde sólo desentonan, por poner alguna pega, los flashbacks en los que vislumbramos el pasado de Mario. Paco Plaza crea un brillante escenario donde la tensión sube segundo a segundo en el extrarradio de la historia principal, que sabemos que de alguna forma llegará a contaminar la enfermiza amistad entre paciente y terapeuta.

Como suele pasar en casi todos los géneros; las historias llegadas a su segunda mitad tienen que decidir si optar por contentar al público con resoluciones de manual o seguir rutas más arriesgadas en su conclusión. La experiencia me enseña que cuando el título, como es el caso, viene colaborado por A3Media, se decantan siempre por lo primero. Esto no tiene por qué ser necesariamente malo; es más: estoy seguro que la mayoría de la gente que vea “Quién a hierro mata” recibirá con agrado y emoción el violento tramo de su último tercio. Plaza es un excelente constructor de secuencias; lo suficientemente bueno para que el espectador exigente con las historias acepte muchas de las incongruencias y tópicos en los que decide caer a cada rato la trama. Lo logra intercalando momentos de gran impacto visual (como uno que tiene que ver con un auto o su desgarrador plano final que os aseguro que es absolutamente turbador) entre esos giros de guion resultones, pero que llevan la historia a los derroteros al borde de lo absurdo.

Destacar también la elegancia de Paco Plaza a la hora de filmar la violencia. Su cámara huye del encuadre explícito, salvo en algún tiro, para mostrar los efectos de los ataques siempre instantes después de que estos se produzcan o a espaldas de la víctima. Con todo y con eso, estas secuencias funcionan bastante bien a la hora de impactar al espectador, y en varias ocasiones van acompañadas de un simbolismo brillante donde las manos de los personajes, en planos recurrentes, son vehículo para contar muchas cosas.

“Quien a hierro mata” es un excelente ejercicio de entretenimiento pero a poco que se agite la estructura de su guion este se viene abajo. Suerte que el talento de Plaza se encuentra detrás para apuntalar la narración y dar enlucido a sus planos y suerte de contar, también, con un reparto encabezado por el siempre enorme Luis Tosar y el actor veterano Xan Cejudo (maestro en la interpretación de Tosar y fallecido poco después de finalizar la película). Técnicamente hay que reseñar también su buena banda sonora a cargo de Maika Makovski y su diseño de sonido que impresiona desde la secuencia inicial.

Plaza aún no ha encontrado ese título que le confirme como el excelente director que es. “Quien a hierro mata” le proporcionará a buen seguro el respaldo del público y esperemos le abra las puertas definitivamente a proyectos asombrosos. No es su mejor obra pero seguro que será la más rentable.