¿Dónde está mi cuerpo?

Por fin este viernes Netflix estrena en su catálogo la pequeña joya que nos enamoró en Sitges. “J’ai perdu mon corps” es una preciosa cinta de animación cuyo título no hace honor a la bella y sensorial historia de amor en la que termina concluyendo. Con una técnica de trazo suelto, movimiento sincopado por debajo de los 25 fotogramas por segundo y valiéndose en una excelente banda sonora, la cinta se coloca entre una de mis preferidas de este año que termina.

Una mano cercenada cobra vida en un hospital y emprende una huida mientras trata de recordar a qué cuerpo pertenece y las circunstancias por las que terminó lejos de su dueño.

Con un punto de partida tan surrealista que bien podría pertenecer a un relato de Cortazar o de Borges, observamos la alocada escapada del hospital de nuestra protagonista de 5 dedos. Un viaje cargado de acción, como la lucha en el alfeizar contra una paloma o el enfrentamiento con las ratas del metro, que poco a poco va dando paso a destellos de una vida anterior: el tacto de la mano de una madre, el agua en los dedos, el picor del sol en la piel… etc, sensaciones que recuerdan al cine de Malick y que poco a poco abren la historia a su narración real: Las desventuras del protagonista Naoufel atormentado personaje abandonado, como su mano, en un París que le recuerda constantemente la pérdida de una familia y de un tiempo mejor.

Esta dolorosa realidad encontrará poco a poco destellos de luz cuando el camino de Naoufel se cruce con el de Gabrielle, una joven que le enamora antes incluso de ponerle cara…
Como podéis deducir por estas líneas, “¿Dónde está mi cuerpo?” es una cinta de fantasía romántica que lejos de asustar o pretender inquietar usa el género para llevar al espectador a un lugar sensible, poético, y narrar una historia de amor y desamor singular.

Detrás de esta magia se esconde el director Jérémy Clapin, responsable de algunos cortos animados portentosos que ya anticipaban una sensibilidad y técnica particular. Se une al guionista Guillaume Laurant (Amelie, La ciudad de los niños perdidos, Largo domingo de noviazgo) para dar movimiento y alma a estos personajes.

En lo tocante al dibujo, la película esconde su potencia técnica detrás de un trazo suelto, que nos invita a olvidar el uso del ordenador y nos remite al lápiz y la tinta como principales vehículos de su expresividad (aunque el ordenador esta bien presente en este singular trabajo); acertado empaque para este film, donde van de la mano las técnicas tradicionales 2d con las ventajas del mundo digital. Tal vez y por poner algún pero, algo de la magia del dibujo se pierde con los dibujos de los personajes que no es que sean malos, en absoluto, pero tal vez se encuentra por debajo del resto de las representaciones gráficas de la cinta como la mano, las ratas, el bebé, y los magistrales fondos.

La gran ventaja de la plataforma Netflix es que nos pone muy fácil el acceso a este título multipremiado que, entre otros, ha sigo galardonado con el gran premio de la semana de la crítica de Cannes o el del público de Annecy. El inconveniente es el no poder apreciarlo, como hicimos nosotros, en una sala grande donde dejarse atrapar por su genial banda sonora y su color.

Espero que, aunque romántica, le deis una oportunidad y nos hagáis llegar vuestras impresiones.