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Monos

Adolescentes y armas automáticas.

Monos

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 4/5

Seleccionada por su país, Colombia (aunque la cinta es una coproducción con Argentina, Uruguay, Países Bajos, Alemania y Suecia), para la próxima edición de los Oscars y candidata a la mejor película latinoamericana en los premios Goya del 2020, “Monos” se erige como un salvaje tour por los territorios más oscuros de la naturaleza humana que bebe generosamente de “Apocalipsis Now” y “El señor de las moscas” pero con la suficiente entidad como para colocarse en un territorio único.

Ocho jóvenes paramilitares vigilan a una rehén norteamericana y a una vaca lechera llamada Shakira en un remoto bunker en lo alto de la sierra colombiana. Un desafortunado accidente y la cercanía de una confrontación militar hacen tambalearse el equilibrio de poder y aflorar miedos, rencores, instintos y violencia.

Sin un protagonista definido hasta su último compás y mediante un argumento en el que se producen situaciones nuevas de forma constante pero nunca se perfila un hilo argumental concreto, la experiencia del visionado de “monos” está plagada de sorpresas resultando realmente desasosegante.

Sus jóvenes intérpretes encarnan a la perfección a esos soldados borrachos del poder que les otorgan sus armas. Lo que contrasta con unas carencias afectivas y un infantilismo que a cada poco afloran en sus personajes empeñados en mantenerlos callados en aras de un rudo porte militar.

En un ejercicio de genialidad del guion, su conexión con el mundo adulto será un soldado de poderosa musculatura dentro de un cuerpo al borde del enanismo que ejemplifica a la inversa el antinatural concepto de un niño-soldado.

El cineasta Alejandro Landes con un magnífico pulso narrativo desarrolla la historia, en la que la violencia es más sicológica que visual (aquí no encontraréis sangre o vísceras). El uso de planos generales convierte ese paisaje de alta montana del comienzo y de la frondosa selva de la segunda mitad, en otro personaje.

Si al inicio de esta reseña indicábamos la influencia de 2 títulos clásicos, me gustaría concluir señalando la cercanía, en algunos momentos y tonos, de esta cinta con “El páramo” del también colombiano Jaime Osorio Márquez. Ambas saben crear un mundo singular y extraño sin renunciar a un solvente empaque de realidad.

Lo mejor: Su brillante rodaje. Su elegancia al tratar la violencia.

Lo peor: Hay que verla sabiendo que no es una película al uso.


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