Estás aquí: Página de inicio » Thriller » Jaula sin techo

Jaula sin techo

Con pañales y a lo loco.

Jaula sin techo

Ver ficha completa

DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

A medio camino entre el melodrama de Douglas Sirk y el John Waters más irreverente, sin saber si es una comedia involuntaria, una genialidad, o una soberana tomadura de pelo, encontramos “The baby”. Pequeña película noteamericana y delicatessen para buscadores de caspa, que se van a encontrar una cinta desastrosa pero dotada de un hipnótico encanto; de esa pátina especial que da el tiempo a algunas cosas y que, colocando la etiqueta de vintage, recupera sus mejores aromas y pone en valor las virtudes nuevas que otorga la edad.

La premisa no puede ser ni más enfermiza ni más rocambolesca: Una madre y sus dos hijas adultas cuidan y tratan su hijo-hermano de unos treinta años como si fuera un bebé. Obligado a llevar pañal y a caminar a cuatro patas, el intelecto de Baby está atrofiado por la falta de interés de sus cuidadoras en desarrollarlo y por el constante castigo a cualquier atisbo de comportamiento adulto. La llegada de una nueva asistente social, que sospecha que el gran Baby puede tener mucha más autonomía de la que le proporcionan sus tutoras, desencadenará una escalada de tensión que puede desembocar en una guerra.

Digno reflejo de la estética mas kitsch de los setenta, la producción es de 1973, The baby es una película de personajes femeninos en la que los hombres son simples peleles bajo el yugo de una especie de Elizabeth Taylor en “Quien teme a Virginia Wolf” de Ali express (Ruth Roman), dos treintañeras vestidas como lolitas (Marianna Hill y Susanne Zenor), y una protagonista, la asistente social, bañada en una candidez que nunca logra ser medianamente creíble (Anjanette Comer). A ras de suelo encontramos a Baby, interpretado por decir algo por David Mooney, estandarte a ganar en esta desigual lucha.

The baby pretende ser transgresora. En sus primeros compases se sujeta a duras penas por lo astracanado de sus situaciones y lo picantón de algunos momentos, como cuando Baby pide teta o los estilismos constantes, a medio camino del look putón Brittney y el de azafata del Un dos tres, que lucen las hermanitas. Una transgresión que pedía momentos más punk que son sustituidos por una acartonada, teatral y poco convincente tensión dramática, tipo años 50, que contrasta con el sucio suburbio americano con personajes white trash en el que transcurre la historia.

En su segundo tramo, las situaciones siguen siendo estúpidas e inverosímiles pero empieza a tomar tintes criminales que nuevamente se desaprovechan, pero que guardan algún giro muy simpático.

Su violencia es a todas luces insuficiente y la poca sangre que se ve en pantalla evoca al ketchup más que a la hemoglobina.

El responsable de la criatura es Ted Post. un director con callo de hacer episodios en series y secuelas de producciones populares como El planeta de los simios, Harry el sucio o en ejercicio de osadía cinéfila casi sacrílega La diligencia 2.

Todo va mal, pero curiosamente, mirado con una óptica proactiva se disfruta a las mil maravillas. La alquimia del feismo, de lo cutre, de lo pasado de moda, obra su milagro y convierte en diversión esta cinta. Puede que porque hoy sería imposible hacer algo mínimamente cercano a lo que regala este producto y porque es un compendio perfecto de los riesgos, el morro y el aroma pulp de la serie B de la primera mitad de los setenta. Una suerte de Almodovar temprano muy poco conocido que espero os interese a los que no sabíais de su existencia.

Lo mejor: Su desvergonzada osadía y giro final

Lo peor: Casposa familia con interpretaciones casposas.


Vuestros comentarios

Escribe tu comentario:

¡ATENCIÓN! El formulario de comentarios utiliza un sistema de previsualización con el objetivo luchar contra el spam. Por lo tanto, tras pulsar el botón PREVISUALIZAR no olvides pulsar el botón ENVIAR para dar de alta definitivamente el comentario.


Si desea incluir un spoiler indique use las etiquetas [spoiler] y [/spoiler] para enmarmar el texto que se ocultará.