The beast

Creo que no se le escapa a ningún aficionado al cine de entretenimiento, y menos aún tras el éxito de Parásitos, la increíble solvencia que tiene el cine surcoreano. Sus producciones presumen de una arrebatadora calidad técnica a la hora de encuadrar o mover la cámara, y en función de dotar de potencia a sus historias no se andan con cortapisas, aunque son sumamente elegantes a la hora de rodar violencia o sexo. Son estos rigores, tanto técnicos como narrativos, los que han terminado de seducirnos en occidente y nos hacen valorar e interesarnos por las propuestas que nos llegan desde allí.

Hoy vamos a hablar de the beast, el último fenómeno de los thrillers coreanos. Taquillazo en su país, es una cinta policial en toda regla, que se cuela en esta web prioritariamente de cine fantástico por su violencia y porque salta de cuando en cuando en su narración por el género de psicópatas.

El protagonista, Han-su, es un inspector de policía con métodos poco ortodoxos para lograr sus objetivos. La aparición del cuerpo de una adolescente descuartizada pone en marcha una caza al asesino, que dará para el agente que se cobre la pieza un suculento ascenso… Algo que despierta la ambición de otro agente, Min-tae, provocando una sucesión de zancadillas y desencuentros en la investigación nada justificables tratándose de policías.

El director Lee Jung-Ho, responsable del remake coreano de la serie “Mentes criminales”, adapta el guión de un clásico reciente del noir policial francés: 36, Quai des Orfèvres (Asuntos pendientes), enebrando a su trama original, sobre la desarticulación una letal organización mafiosa, la caza de un asesino en serie que disfruta amputando con su bisturí apéndices a jovencitas mientras graba los gritos en cintas de cassette. Este trenzado, ayuda a Jung-Ho complicar cada pocos minutos una historia que se antojaba sencilla en sus compases iniciales. Tras más de dos horas, la cinta alcanza tal cantidad de giros y sorpresas que uno termina algo abrumado, sobre todo por la crueldad con la que actúan casi todos los personajes; algo que invita a plantearse quién es la bestia de esta historia.

Sumamente dinámica en su edición, Jung-Ho sabe poner el turbo en la mesa de montaje para transmitir el frenesí que precisan las escenas de acción, y se maneja con igual soltura con los planos y secuencias relajadas que reclama la tensión dramática. También es solvente a la hora de dirigir a los actores logrando un excelente duelo interpretativo entre sus protagonistas. La pega principal está en que, en varias ocasiones, el pegado de las dos tramas argumentales se antoja demasiado forzado, como si el director tuviera entre manos dos películas distintas y no tuviera del todo claro con cual de ellas quedarse. Pero es una pega para los puntillosos, como este que firma, pues al margen de que el conjunto no case del todo bien en resultado rezuma entretenimiento.

Sin ser una cinta de terror en ningún momento, la intensidad de sus escenas violentas (como la que inicia la cinta) y el perturbador cubículo donde el asesino se divierte, nos pondrá la piel de gallina. También lo harán los sonidos que ha registrado el asesino.

Estamos ante una cinta notable, aunque lejos de los grandes thriller coreanos como No mercy (la de 2010), The chase o Memories of a murder (por mencionar tres), pero por encima, en cualquier caso, de lo que viene siendo la media que nos llega de otros países. Sus interminables giros tal vez hubieran funcionado mejor en un formato de serie de televisión pero su capacidad para enganchar es a prueba de balas.