Madre oscura

Ha llegado a nuestras pantallas tras su éxito en Estados Unidos. Un éxito propiciado por la proyección del título, en tiempos de pandemia, en autocines por todo lo ancho y largo de su país. Logro notable para una cinta, tan escueta de presupuesto, que en varias ocasiones se le ven las costuras de su ajustado rodaje. Posiblemente la etiqueta de “Número 1 en USA”, con la que se anuncia en la cartelera española, cree unas expectativas que choquen con el resultado. Aún así, visto el panorama y lo difícil que es, para seguidores del cine de terror, encontrar cintas genuinamente de género que entretengan de principio a fin, esta madre oscura no está nada mal.

El punto de partida es similar al del clásico de los 80 “Noche de miedo” (deudor de “La ventana indiscreta”). Si en aquella un joven estaba convencido de que su vecino era un cruel vampiro, en esta ocasión un adolescente empieza a sospechar que la madre de la casa de al lado ha sido poseida por alguna extraña influencia. Algo dificil de demostrar que le colocará en el punto de mira a batir de este poder y que creará la desconfianza de todo su entorno.

Los hermanos y directores Brett Pierce y Drew T. Pierce, que hace unos años probaron suerte con el género de zombis en la comedia Deadheads, se despojan en esta ocasión de todo atisbo de humor; elemento que parece ir asociado al género de terror adolescente en el que, sin duda, esta cinta se inscribe. Si que estarán presentes los conflictos generacionales y los amores y decepciones sentimentales típicos de los veranos de esas edades. El protagonista, encarnado por el venteañero guapetón John-Paul Howard, arrastra un pasado que se intuye conflictivo, y lidia con la decepción que supondrá para su madre el saber que su padre está empezando una nueva relación tras lo que se apunta como una separación amistosa. Tratando de adaptarse al nuevo entorno (ha decidido pasar un tiempo con su padre), su corazón se debate entre su comprensiva compañera de trabajo (Piper Curda) y una niña bien que frecuenta el club deportivo que su padre regenta. Estos conflictos de la edad estarán presentes sin molestar demasiado en lo que realmente nos importa: el terror.

La temible vecina, poseída por una bruja que emponzoña la mente de sus victimas susurando hechizos y borrando de la memoria la existencia de personas, será letal con gran parte del reparto de la cinta, y su forma de actuar deparará algun que otro interesante e inesperado giro. Giro que hubiera sido más potente si la factura de la cinta no fuera tan ramplona. Sin demasiado movimiento de cámara, ni mucho arrojo a la hora de afrontar los encuadres nos encontramos con una realización nada vistosa con más textura de telefilm que de cinta para la gran pantalla, que transmite la sensación de que la producción no confió demasiado en el producto entre manos.

Destacar el desparpajo, al borde de la caradura pero que creo que funciona, con el que la cinta da información de qué es ese poder oscuro. Mediante un plano de una web llamada Witchpedia entendemos que el personaje obtiene todas las claves para afrontar a su letal enemigo. Una autentica tontuna pero que sortea con cierta originalidad la parte mas endeble de estos formatos: Las explicaciones.

Por el camino a su enfrentamiento final, nos deja algunas secuencias muy inquietantes como la de la cámara del dormitorio del bebé, un gore bien medido y una historia arriesgada por tener a los más jóvenes de la familia en su punto de mira. Destacar también que sus directores apuestan por la atmósfera por encima de los efectismos y optarán por un ausencia casi completa de sobresaltos.

Llevada de forma más que correcta, guardando con elegancia sus giros argumentales, esta “Madre oscura” dista de ser un título cumbre del horror pero también dista de ser una pérdida de tiempo, por lo que se proclama, más por méritos de las distribuidoras que no se animan a estrenar nada, en una de las propuestas más interesantes para ver en un cine.