Uzumaki

Tres iluminaciones ha de haber tenido Akihiro Higuchi, director bajo el alias de Higuchinsky, a la hora de adaptar al cine -la obra magna del manga de terror_, Uzumaki, del sensei Junji Ito. La primera, que era un material que elude la representación, más allá de que esté sacado de algo tan visual como un manga. La segunda, que tendría que inventar su propio final, ya que a la hora de la producción la obra no estaba concluida. Y la última, y quizás la más importante, que tendría que recortar y reinventar mucho de la trama, ya que contaba con un presupuesto muy limitado, como la mayoría del JHorror de finales de 1990 y principios del 2000, para algo que necesitaba recursos similares a los de una producción hollywoodense.

La estudiante de secundaria Kirie, habitante de Korouzoi chu, pequeño pueblo portuario, nota que el padre de su novio, Shuichi, filma un caracol. Luego, lo encontrará en su casa con su padre alfarero, filmando también el vortice que conforman las piezas que giran en el torno. Shuichi le confesará que su padre está poseído por la espiral. Todo escala rápidamente, los habitantes del pueblo se obsesionaran y serán poseídos por el poder de la forma espiral, no solo mental, sino también físicamente. Los comportamientos serán cada vez más erráticos, los mismos cuerpos se retorcerán y no habrá escapatoria…

Adaptar íntegra y fielmente el manga Uzumaki es una tarea titánica y seguramente imposible, porque requeriría un presupuesto multimillonario para un material que seguramente no sea tan masivo. También porque habría que hacer una poda importante de sus aproximadamente 600 páginas. Higuchinsky ni lo intentó. Seleccionó algunos capítulos y los desarrolló razonablemente, entretejiéndolos, ya que en el manga, salvo los capítulos finales, son prácticamente independientes. Esbozó los elementos de otros en pocas escenas. A otros les dedica un plano o dos. Y la mayoría ni siquiera aparecen. Que el manga no estuviera concluido a la hora de filmar es anecdótico, el final original nunca hubiera podido ser trasladado a la pantalla, dado el monumentalismo que requiere.

Si bien Uzumaki indudablemente está inscripto dentro del J-Horror, se diferencia bastante de la mayoría de sus propuestas. No tiene ni el minimalismo aséptico de films como Ringu, Dark Waters, Ju-on y demás films de yureis y maldiciones varias, ni es el alegre despiporre de películas como Versus, Wild Zero o las posteriores Tokyo Gore Police o The Machine Girl. Básicamente tiene su propio registro, con una narrativa que no tiene prisa pero tampoco demasiada pausa, tendiendo a crear climas, con un despliegue visual volcado al surrealismo y al nonsense, que la entronca, quizás, con el cine arte y experimental. Curiosamente, muchas veces no intenta crear momentos de terror, como claramente lo hace Junji Ito en el manga. Parece querer lograr un clima de constante extrañeza y desasosiego, aunque a veces parece jugar e inclinarse hacia una estética pop y vanguardista, sin terminar de caer en el humor o en la comedia. El registro actoral es extraño y puede desorientar ya que tiene una cierta exageración que parece emparentarlo con los comics y cartoons. Si hubiera que escoger una influencia o antecedente, imposible no pensar en el Hausu, de Obayashi.

Como director, Higuchinsky, apela a todos los recursos a los que puede echar mano. Cámaras que giran acompañando la espiral, planos en picados exagerados o rotados con respecto al eje central, superposiciones varias, zooms exagerados, transiciones entre tomas, lentes gran angulares y cualquier otro que le ayude a plasmar una estética manga. Inventa, salvo error u omisión, uno muy interesante, animando las fotografías de un álbum. Algunos planos están o intentan estar calcados de las viñetas. La fotografía la domina una iluminación virada a un verde grisáceo, que le confiere al conjunto un aire enfermizo y malsano. Los efectos especiales, maquillajes protésicos y Cgi se advierten de bajo presupuesto, pero están lo suficientemente bien hechos para que no molesten y sean funcionales.
Luego de Uzumaki, el mismo año, Higuchinsky dirigía un telefilm basado también en un manga de Junji Ito, Long Dream, Nagai Yume, sobre un paciente que tiene sueños que en su subjetividad duran años, siglos y eternidades. Con un presupuesto todavía más reducido, logra también una obra excepciona*l. En 2002 se hará cargo de *Tokio 10+01, un calco de Battle Royal, donde 11 individuos tienen que matarse entre sí, de nulo presupuesto. Y luego… Luego nada, Higuchinsky deja de dirigir films y pasa a dirigir videoclips de bandas de Jpop tan reputadas como Dir en Grey, Do as Infinity y otras. Una pena, porque dado lo que había logrado con Uzumaki y Long Dream con presupuestos totalmente exiguos, es evidente que con un poco más de metálico podría haberse convertido en el adaptador oficial de Junji Ito al Live Action, en donde en general ha pasado con más pena que gloria.

Como se ve, es difícil encasillar a Uzumaki adecuadamente, es lo suficientemente extraña para que no le quepa adecuadamente ningún sayo. También, por eso, es difícil recomendarla sin reservas. Probablemente guste más a los acostumbrados al cine japonés y experimental, seguramente les parezca totalmente insuficientes a los incondicionales del manga original. Y posiblemente no sea aconsejable al público no afecto al J-Horror o a las locuras niponas en general. Con todo, vale la pena echarle un vistazo si se desea ver algo fuera de lo común…