Relic

A la espera de vientos favorables para las taquillas de cine, el estreno en nuestro país de Relic va saltando de mes a mes; aunque parece que será en enero, si la tercera ola no lo impide, cuando finalmente aterrice en España esta potente mezcla de terror y drama familiar. Nosotros pudimos verla en el pasado Festival de Sitges, donde se colocó entre las mejores valoradas de los asistentes. Como además tenía muchos puntos en común con otra de las preferidas: The dark and the wicked, ambas cintas parecían competir por el aplauso de los aficionados al género. Para mí desde luego Relic ganaba con nota en calidad a su compañera, aunque, si nos ceñimos en poner la piel de gallina durante el visionado, la que nos ocupa se queda muy por detrás del film de Bryan Bertino. En cualquier caso, es de celebrar que el pasado año tuviera tanta calidad y nos regalara tantos títulos recomendables.

Nuestra protagonista (Emily Mortimer) regresa a la casa familiar acompañada de su hija (Bella Heathcote) alertadas por la desaparición durante varios días de su madre (Robyn Nevin). Cuando esta regresa, las tres generaciones de la familia han de hacer frente a una enigmática amenaza que parece estar transformando a la abuela. El deterioro cognitivo de esta corre en paralelo con una putrefacta escara que invade su pecho, y con la estructura de la finca, que a ratos parece cambiar también.

No es la primera vez que la demencia senil y el alzhéimer se esconden tras la fachada del cine de terror. En 1965 una Bette Davis, a rebufo de su loca Baby Jane, se ponía en la piel de una anciana niñera cuya cabeza la impide asimilar que es la responsable del fallecimiento de uno de los niños a su cuidado en “A merced del odio”. Mas recientemente, en 2011, en “Harold’s Going Stiff” el virus zombi se convertía en una metáfora de la perdida de facultades que llegan con la edad y los infectados se transformaban en una suerte de ancianos que hay que confinar en asilos. Y en 2014 “The taking of Deborah Logan”, nos asustaba de lo lindo con un falso documental, donde los huecos de la memoria de una afable ancianita son ocupados por una temible presencia. Una cinta, esta última, a descubrir por los aficionados, pues funciona de maravilla. Un año después, M. Night Shyamalan transformaba a los entrañables abuelos en dos seres casi marcianos en la tensa “La visita”.

Relic sigue la senda de las cintas mencionadas. Convierte la casa encantada en un reflejo de los estragos de la edad en la mente de su anciana propietaria. Por su parte, los familiares perciben al ser querido como un desconocido que se oculta tras la fachada familiar. Pero por encima de estos olvidos fisiológicos, se esconde en Relic otro igual de real: el olvido social de las nuevas generaciones respecto a sus predecesores. El abandono a su suerte de nuestros padres y abuelos, muchas veces forzados por una sociedad tan frenética que nos quita el tiempo necesario para mirar atrás. El mal que aqueja a esta anciana se intuye heredero de su anterior generación, y se materializa en la trama en una ventana procedente de una vieja cabaña en la que pasó, abandonada a su suerte y a su demencia, sus últimos días la bisabuela.

Como cinta de terror, la película se toma su tiempo en arrancar antes de empezar con un desfile de sobresaltos. Aprovecha gran parte de la mitad de su duración en presentar a sus tres personajes y señalar, como el humo indica la trayectoria de un láser, los hilos invisibles que atrapan a estas tres mujeres. Es importante decir que no se apuesta casi nunca por el sobresalto de alto impacto. Aquí el miedo se materializa en siluetas desenfocadas en el fondo de los planos, en sutiles movimientos a contraluz o en la lenta aparición de un personaje inicialmente fuera de campo. Es más, cuando Relic entra en el terror puro y duro, es cuando pierde algo de su efectividad. Aunque en su brillantísima secuencia final logra que ese gélido escalofrío que el horror persigue regrese a nuestras nucas, en una conclusión tan acertada para el motor de su trama como para el de su reflexión subterránea.

Tras la cámara, una directora que se estrena en el largo con esta cinta; Natalie Erika James. La realizadora ha sabido sacar partido a su trío de actrices que están fantásticas, destacando un poco por encima de sus dos compañeras a Emily Mortimer. También ha mostrado una gran elegancia para manejar las atmósferas claustrofóbicas o ese tempo tan de cine de autor aplicado al terror que nos hace, a los buscadores de parentescos, acercar la cinta al universo Hereditary.