Il signor Diavolo

El director, productor, guionista y escritor Pupi Avati es todo un nombre dentro de la industria cinematográfica italiana. A lo largo de su carrera ha tocado todos los géneros y en el terror nos ha regalado varios títulos notables como Le strelle nel fosso, Macabro (en esta es responsable del guion), “La casa de las ventanas que ríen” que es un giallo estupendo, o Zeder película de zombis bastante decente. El pasado año paseó por varios festivales de cine fantástico este “Il signor Diavolo”, que adapta una novela propia con el mismo nombre. Con más de ochenta años a sus espaldas, Avati rueda una cinta de horror con aroma gótico y estructura narrativa endiablada que hará las delicias de los amantes del fantaterror de los 70, pero que tal vez se queda en poca cosa para los que busquen emociones de alta intensidad.

1953, Un funcionario del ministerio de justicia ha de investigar el asesinato de un chico con retraso mental a manos de otro chaval del pueblo, que alegaba haber cometido el crimen porque se trataba del mismísimo diablo. Instigado a trabajar con sigilo por la iglesia católica y el gobierno, mientras recoge testimonios e interroga a distintas fuentes, el abogado se va viéndo envuelto en una misteriosa intriga con tintes conspiranóicos.

Una impactante secuencia, en la que un joven asesina a mordiscos a un bebé en su cuna, da la bienvenida al espectador a este thriller detectivesco que se va tornando cada vez más siniestro. A partir de ahí Abatí presenta a Furio Momenté, el gris ejecutivo que irá desenterrando las distintas tramas que conforman este relato. Seguramente la novela tenga esta estructura de historias anidadas que poco a poco van relacionándose. Seguramente también, en ella el personaje principal parta desde la mediocridad y vaya tomando brillo e interés conforme las hojas vuelen.

Tal vez, el ingrediente más genuino y especial de este señor diablo se encuentre en la acertada capacidad del título de evocar el ambiente rural de la Italia de mediados del pasado siglo, de crear un terror costumbrista con sonidos de cigarras al sol, timbres de bicicleta y aroma de leña, en el que vamos conociendo a dos amigos adolescentes cuya relación se ve truncada con la llegada de este niño con retraso: Emilio. Un joven de ojos saltones y dentadura porcina de una maldaz hipnótica. Esta trama es la que sin lugar a dudas nos atrapa. Alrededor de ella se conforman otras que corren de forma menos afinada. Da la sensación de que, en el afán de Avati de seguir de manera literal su libro en la duración de un film convencional, algunos de sus hilos (como su romance con una enfermera) han mermado la efectividad que precisaban otros. Quien mucho abarca poco aprieta y es este caso es bastante claro. Con todo y con eso, la cinta te mantiene intrigado en toda su extensión con giros inesperados y otros no menos simpáticos pese a lo predecible.

Pese a que en varios momentos la imagen resulta demasiado digital, las actuaciones y el trabajo de cámara son muy solventes. En un par de momentos asoma el equipo de rodaje en los reflejos de algún cristal (algo que personalmente me encanta ver en las películas pues es como que la magia de rodar se cuela en las butacas de la sala de cine). Il signor Diavolo, demuestra que pese a su avanzada edad a Pupi y a su hermano (que suele hacer la producción de sus títulos) le queda buen pulso para filmar… a ver si pasa de una vez esta pandemia y el italiano puede retomar su adaptación de “La divina comedia” de Dante.