Al morir la matinée

Una semana antes de ver este film me sorprendió el visionado de una cinta llamada “Neptunia” en Filmin. Se trataba de una alocada comedia de terror, con todos los ingredientes de la serie B de los ochenta, bien salpimentados de sangre y con la clara intención de gustar al público, sacando el máximo partido a su evidente falta de medios. Mi sorpresa fue que, al rastrear al director de “Al morir la matinée”, vi que era también codirector de aquella. Esto me confirmó que Maximiliano Contenti es un realizador muy a tener en cuenta, un gran amante del género y de los códigos que hay que manejar para saciar a sus vampíricos seguidores.

La acción nos sitúa en un cine de Montevideo a comienzos de la década de los 90. Es la última sesión del día. Fuera llueve y apenas una decena de personas se han reunido para ver un sangriento film de terror. El proyeccionista no se encuentra bien, así que deja a las órdenes de la cabina a su hija. Su primera noche no será nada fácil, un sádico maníaco se ha colado en la proyección e irá matando a los espectadores uno a uno. Cuando descubran que está sucediendo, los pocos supervivientes tratarán de hacer frente a este despiadado enemigo.

Ya desde su imponente plano aéreo inicial somos conscientes de su potente factura; algo que se nos confirma al presentar el cine donde transcurrirá toda la trama. Los colores saturados, la cuidada localización y la textura de la imagen, rápidamente nos remiten a ese cine abigarrado, de encuadre espeso del terror italiano, del giallo de Argento o de las revisiones de su estilo que en los 90 realizó Michele Soavi con “Aquarius”,  ”El engendro del diablo” o “Mi novia es un zombie”. Películas que bien podrían hermanarse con el “Frankenstein” que contemplan los personajes mientras van cayendo asesinados. También el gore subido nos remite a ese cine osado. Atencíón porque la cinta no ahorra en sangre ni en muertes con efectos prácticos de la vieja escuela.

Pero en el juego de miradas, el encuadre y en momentos puntuales de su banda sonora Contenti se descubre como un confeso admirador de Brian de Palma. La saetera de la cabina del proyeccionista se transforma en una ventana indiscreta, desde la que nuestra heroína espía a los espectadores e intuye, en momentos puntuales, que no todo está bien. Momentos que recuerdan a “Doble cuerpo”. Un aroma que termina de materializarse, cuando los acordes de sintetizador de su banda sonora se acerquen, al borde del plagio, al tema “Telescope” de Pino Donaggio, con el que Melanie Griffith se hacía el dedo más memorable de la historia del cine. También hay mucho de De Palma en el manejo de la profundidad de campo o la cámara lenta.

Pero sin duda hay tres títulos de los que “Al morir la matinée” es deudor. El primer trabajo de Peter Bogdanovich: “El héroe anda suelto”: fabuloso thriller en el que un francotirador da buena cuenta de los espectadores de un autocine mientras que un actor veterano, Boris Karloff, se contempla en la gran pantalla. “Angustia” de Bigas Luna, en la que su director construye todo un ejercicio estético en torno a la mirada del espectador y a los códigos del horror y que es una de esas cintas, infravaloradas, que todo aficionado debería visitar. Y por supuesto “Demons” de Lamberto Bava. Maximiliano Contenti ha sabido tomar lo mejor de cada casa y combinarlo con una impronta honesta y única, que se permite una primera mitad osada y autoral, puede que incluso poco interesante o aburrida para algunos, y una segunda parte donde abraza sin complejos todos los códigos que contentan al amante del slasher.

Tal vez la parte más endeble de esta fórmula, sea la dirección de actores, no del todo convincentes ni en su trabajo interpretativo ni en la construcción desde el guion de los mismos. Son caracteres acartonados, un tanto excesivos en su comportamiento, que parecen estar pidiendo a gritos ser asesinados y que, en los momentos de mayor tensión, tampoco muestran demasiado nervio en su gestualidad. Aunque es, paradójicamente, esta superficialidad la que dota al film de ese empaque de homenaje, de cine-joya especialmente pensado para retinas desgastadas en series B y en visitas a todos esos clásicos que forjan a un fan como los que visitáis nuestra web.