Amenaza en la sombra

Parece mentira que, con casi cincuenta años a sus espaldas, “Don´t look now” no haya perdido un ápice de su seductor encanto ni de su extrañeza. Un film arriesgado, plagado de secuencias paralelas, donde prima la atmósfera sobre los diálogos y las explicaciones. De hecho, si analizamos su historia sin los elementos formales que la adornan, nos encontramos con una tontuna sin pies ni cabeza. Y es que, el director en “La amenaza en la sombra” es tan importante como los personajes o la decadente y lúgubre Venecia que los acoge. Su impronta autoral hace de “Don´t look now” un film imprescindible para cualquier fan del género, aunque el resultado pueda no gustar a muchos.

Una pareja pierde a su hija en un desafortunado accidente, que tal vez hubiera podido evitarse de haber prestado atención a las extrañas casualidades que sucedían al tiempo que la pequeña moría ahogada. Para comenzar a serenar la tristeza que les asalta, deciden viajar a Venecia, donde el marido está restaurando una capilla. Pero desde su llegada estas casualidades, estas minúsculas señales que parecen manifestarse a su alrededor, les zarandean. La visión de una pequeña con el abrigo rojo que llevaba su hija en el momento de morir y una vidente ciega y su hermana, sumergen a la pareja en una incierta aventura.

Nicolas Roeg adapta, con muchas licencias, un sencillo relato de la escritora Daphne Du Maurier. Du Maurier es también autora de la novela “Rebecca”, de “La posada de Jamaica” y del relato que dio origen a “Los pájaros”, tres celebradas joyas del director Alfred Hitchcock. La carrera de Roeg recogía entonces los aromas finales del movimiento “Free cinema” británico (de hecho, readaptaría una de sus obras fundacionales para la televisión “Lejos del mundanal ruido”), mezclados con toda la psicodelia de los setenta. Tomaba la claqueta aun con el calor de dos títulos que habían obtenido un notable éxito: “Performance”, insólito thriller de gansters con Mick Jagger como principal reclamo y con claras influencias de “A Hard Day’s Night” de Richard Lester, era el primero. Y al año siguiente, 1971, un potente film de aventura y supervivencia ambientado en Australia como es “Walkabout”. Los buenos resultados de ambos títulos dan manga ancha al realizador para crear un trabajo arriesgado y anima a dos actores de moda a subirse a este incierto viaje: Julie Christie y Donald Sutherland. Este dúo nos regalará una de las escenas de sexo más memorables de la historia del cine.

Es complicado imaginar a otro actor como Donald Sutherland en la piel del protagonista, su enigmática gestualidad ayuda a que la inquietud se clave como una astilla en el espectador. Crea a un personaje arisco, que despierta cierto rechazo a la platea. Christie, por su parte, está brillante mostrando la devastación, el luto, y la imperiosa necesidad de una madre por contactar con el espíritu de su difunta hija a través de otros dos fabulosos personajes: Una pareja de ancianas, una de ellas ciega, que insiste en ver el espíritu de una niña junto a ella. El desarrollo de la trama, el uso del proceso de duelo como elemento de angustia y varios momentos cercanos a su conclusión, mostrarán afinidad con situaciones de la obra de Stephen King “Cementerio de animales”.

El sonido de la ciudad, los diálogos de personajes en la distancia o al borde del fuera de campo, dotan a la imagen de un aire onírico e irreal. Sonidos que se combinan con una banda sonora atípica para el cine de terror, compuesta por Pino Donaggio (habitual en el cine de Brian de Palma). Sus acordes dulzones, contrastan de forma rotunda con la abrupta y fascinante secuencia de horror que nos asalta en el último cuarto del film. Secuencia que dicho sea de paso tiene un ritmo y una elegancia en el montaje digna de aplauso y estudio.

Esperamos que estas líneas os azucen, a los que no la conozcáis, a darle una oportunidad. Desde luego la cinta lo merece. Ari Aster, entre otros creadores, se declaran deudores en su estilo de la película de Roeg. Un film que, aunque en origen no gozó del éxito esperado, el tiempo ha sabido colocarle la etiqueta de cine de culto.