Tres

Se entiende por latencia en sonido, el tiempo que transcurre entre la generación de una muestra de audio por la app y la reproducción de la muestra mediante un conector para auriculares o una bocina incorporada. La gente habituada a jugar en red la conocerán sobradamente; ya que la latencia mide el tiempo que tarda una acción del jugador en representarse en pantalla. Seguro que estos jugadores saben lo frustrante que resulta interactuar con otros participantes con latencias diferentes a la suya (lo que se conoce como lag).  Esos problemas de comunicación son los que explora con acierto Juanjo Giménez en su debut en el largo Tres.

La actriz Marta Nieto interpreta a una editora de sonido, especialista en montaje de audio para cine, que de la noche a la mañana empieza a notar, de forma intermitente, un desfase entre lo que ve y lo que escucha, hasta que un día esta latencia se descontrola. Como dice ella misma: Está fuera de sincro. Este defecto la va sumiendo, cada vez de forma más profunda, en un abismo de incomunicación, terminando por contar únicamente con dos aliados: Su madre, y uno de sus Jefes (Miki Esparbé),  con el que mantiene una complicada tensión sexual.

Tres parte de un concepto tan original que me imagino que no ha debido ser nada sencillo, para su actriz, leer y entender su guion y no digamos materializar las escenas descritas; donde ha de permanecer ignorante a lo que hace el resto del reparto y contar, mentalmente, el tiempo que ha de pasar hasta reaccionar, de forma plausible, a cosas sucedidas incluso varios minutos antes. Nieto sale airosa del trance y construye un personaje que, en los primeros compases, nos resulta distante e incluso irritante pero con el que, poco a poco, vamos estableciendo una sólida complicidad.

Un gran trabajo porque, en esta fantasía, la magia se soporta exclusivamente sobre la actriz y el sonido. Todo lo demás será tan mundano como cualquier drama o cinta contemporánea. La película, además de ser un film de género, es también una metáfora sobre la comunicación y la necesidad de buscar un equilibrio (una sincronía), entre el interior y el exterior, para estar en condiciones de relacionarnos con los demás.

Los otros dos personajes, Luisa Merelas como la madre y Miki Esparbé, nos ayudan, con sus interpretaciones, a terminar de cincelar a la protagonista y su entorno. Pero además Juanjo Giménez, al situar la trama en el mundo de la edición de cine, realiza un particular homenaje a esa profesión, poco explorada en pantalla, de la postproducción sonora; algo que emparenta a Tres con los pocos films donde el sonido es un personaje más de la trama (Los títulos que por momentos me recordaron a esta fueron: Berberian Sound Studio, Impacto y sound of metal). No sólo eso, Giménez embebe una preciosa carta de amor al cine clásico en el punto de inflexión entre sus dos partes.

Tres me ha parecido, en sus primeros 45 minutos, una película magnífica, nueva, intrigante y casi vanguardista. Salvando las distancias, en varios momentos pensé en Arrebato de Zulueta. Pero desgraciadamente, el pasado de cortometrajistas del dúo Pere Altimira- Giménez aflora tras ese prometedor inicio. Para cubrir el resto del tiempo hasta completar la duración de un largo, empiezan una segunda trama mucho más difusa en interés y resultado. No es una conclusión desastrosa, pero se queda varios pasos por detrás de su magnífico punto de arranque.

Tres merece la pena ser vista y escuchada. En un género que parece autoreferenciarse  y repetir una y mil veces los mismos códigos, no podemos por menos que aplaudir películas tan osadas e interesantes. Tras su palma de oro y su nominación al Oscar por Timecode, el mencionado tándem, pisa fuerte con otra marciana trama sobre la comunicación, donde nuevamente el diálogo da un paso atrás y lo sensorial toma el control.

La película llega a los cines tras su paso por el festival de Venecia y Sitges donde se hizo con el Meliés de plata lo que la hace candidata al de oro cuando se mida con el resto de galardonados en otros festivales fantásticos europeos.