Mira por mí

Se estrena en España este fin de semana un pequeño home invasion canadiense con protagonista ciega; en la línea de la saga No respires, Terror ciego (1971), Sola en la oscuridad (1967), o si asociamos acoso a discapacidades: Hush, La escalera de caracol, la española Cuerdas, La maldición de Chucky o Atracción diabólica del maestro Romero (por mencionar las más populares). Sólo por este enumerado ya ha merecido la pena escribir esta breve reseña.

Mira por mí nos presenta al personaje de Sophie: prometedora deportista a la que una enfermedad degenerativa ha dejado de la noche a la mañana ciega. Con una furia comprensible, la muchacha se resiste a su nueva condición y paga sus enfados cometiendo pequeños robos en connivencia con un amigo. Cuando acepta ir a pasar un día a una remota finca para hacerse cargo del gato, mientras la dueña está en la ciudad haciendo papeles, no podía imaginar que al ponerse el sol la propiedad sería invadida por un grupo de ladrones. Aislada, en un entorno que no conoce, tendrá que tirar de una aplicación de móvil, Mira por mí, que contacta a invidentes con voluntarios. Por suerte dará con una antigua marine (empeñada en que dispare antes de preguntar) que le ayudará a enfrentarse a los asaltantes en condiciones más equitativas.

En todas las cintas mencionadas anteriormente se alaba en trabajo interpretativo de los actores protagonistas fingiendo una discapacidad que les obliga a afinar sus dotes.  En esta ocasión Skyler Davenport, artista no binaria, padece una minusvalía visual, con lo que solventa la complejidad añadida de su personaje, aunque la sustituye por el movimiento complejo que supone como artista las posiciones que hay que realizar, con precisión, en el rodaje de un film. La película le ha proporcionado la posibilidad de dar el salto del doblaje de animes y videojuegos a protagonista de una cinta. Todo un regalo que creo ha sabido aprovechar.

Mira por mí contiene un buen arranque, un trabajo de cámara correcto y un par de escenas con buena tensión, pero desgraciadamente obliga, casi desde el primer minuto, al espectador a comulgar con ruedas de molino con casi todas las situaciones que narra; son realmente inverosímiles. Empezamos por el hecho de contratar a un ciego para que cuide de tu gato toda una noche y no enseñarle a orientarse por una casa llena de jarrones, vasos, varias alturas y todo tipo de adornos susceptibles de caer al suelo. Continuamos con el grupo de asaltantes, realmente torpes, que deciden seguir manteniendo en penumbra la casa aun cuando saben que han sido descubiertos. Y seguimos con un tercio final de traca cargado de tópicos, como llamar constantemente a Sophie (Sophie, ¿Dónde estás?) para que esta tenga claro la localización del enemigo o soltarle todo un discurso para que nos quede claro el móvil del asalto.

Muy correcta con su planteamiento de thriller de baja intensidad, tampoco la violencia saldrá al rescate del film, demasiado blanco, demasiado tibio y poco creíble... La cinta se queda en el aprobado ramplón para los espectadores poco curtidos; pero aquellos que tengan algo de callo (los lectores de esta web creo que lo tienen de sobra) este film, casi telefilm, se queda lejos de cumplir con las expectativas. Aunque la película sí que sirve como ejemplo efectivo para que entendamos el ejercicio de confianza ciega que existe entre un deportista con discapacidad visual y su guía y el uso de la tecnología en la trama de la cierto vuelo al argumento.