She will

En 2017, la actriz Asia Argento abría la caja de pandora de la industria de Hollywood denunciando que Harvey Weinstein la había violado en 1997 cuando ella tenía 21 años. Lo acusó por sorpresa en la gala del 71 festival de cine de Cannes, ante un público que, padifuso, escuchaba como a partir de ese momento todo iba a cambiar. Tiempo después acusó también de abusos sexuales al director Rob Cohen. Su posicionamiento en el movimiento Me too fué notorio aunque, finalmente, su imagen también quedó manchada al ser acusada de abuso sexual por un joven actor, Jimmy Bennett, cuando el muchacho tenía 17 años. Este escueto recordatorio viene a colación porque es su padre, Dario Argento, el productor de She will: película de terror que como leeréis en esta reseña tiene de fondo los ecos de todas estas denuncias.

Veronica Ghent (Alice Krige) es una actriz cuyo destello está en plena retirada. Mutilada por un cáncer que la ha obligado a someterse a una doble mastectomía y perseguida por la prensa por su denuncia a un magnate de la industria del cine, ha decidido aislarse y recuperar fuerzas en un remoto balneario en el corazón de Escocia. La acompaña su enfermera Desi (Kota Eberhardt), que soporta con estoicismo los desplantes agrios de esta prima donna. Tras varias decepciones (ni el lugar ni la compañía son lo que ambas esperan) comienzan a conectar en sus sueños con una poderosa fuerza que se permea los fangos de la localidad.

La cinta supone el debut en el largo de su directora Charlotte Colbert, pero el trabajo de cámara y las decisiones formales y estilísticas de este film desde luego no parecen de una primeriza. She will es preciosista, intencionadamente lenta, con una factura mágica enfocada no al terror sino al relato oscuro, adulto y reflexivo. Su color, las localizaciones y su manierismo visual nos conectan al horror de los setenta, con la plasticidad del giallo pero también a los trabajos modernos de directores como Eggers, David Lowery o incluso un poco Terrence Malick. No son malos padrinos, aunque mencionándolos os podéis imaginar que no va a ser un despliegue de acción y sobresaltos.

Ahora me gustaría pararme un poco en el título: She will. Mi conocimiento del ingles es limitado pero entiendo que significaría algo así como Ella hará o ella podrá. Un significado que encaja ya que, paulatinamente, las dos mujeres que conectan (casi literalmente) con la tierra, van ganando poder y logrando con en sus sueños sorprendentes cambios. Pero al pasar de los minutos las leyendas locales nos irán contando una historia de legados, con lo que la opción de Will como testamento o última voluntad, y no como tiempo verbal, puede que también funcione.

Alice Krige, que acudió a Sitges a presentar la película y de paso ser una de las homenajeadas en la edición, borda su papel de estrella  antipática y asocial que choca frontalmente en los primeros compases con su cálida enfermera y con el resto de los inquilinos de la misteriosa finca. añadimos la aparición Olwen Fouéré (curiosamente también comparte pantalla con Krige en la reciente La mantanza de Texas), Malcolm McDowell y Rupert Everett.

Pese a no ser un gran fan de este cine de empoderamiento femenino, porque no soy seguidor de las militancias subrayadas con trazo grueso, ni de términos como empoderamiento y sororidad que me resultan tan oportunistas como las canciones de Georgie Dann, confieso que encontré en She will un relato seductor y meloso que va tomando interés con el paso de los minutos y que contiene escenas de belleza y estructura fascinantes, un producto muy sólido que apunta a una realizadora que puede dar mucho que hablar en el fantástico por venir.