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The Thirst

Vampiros bajo el síndrome de abstinencia.

The Thirst

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  • Título original: The Thirst
  • Nacionalidad: USA | Año: 2006
  • Director: Jeremy Kasten
  • Guión: Ben Lustig
  • Intérpretes: Clare Kramer, Jeremy Sisto, Matt Keeslar
  • Argumento: Max está destrozado tras el suicido de su novia Lisa. Finalmente descubre que Lisa ha entrado a formar parte de un clan de vampiros que pasan las noches disfrutando de los placeres de la sangre.

En las últimas décadas se han sucedido los intentos, más o menos afortunados, de redefinir, en términos cinematográficos, el concepto de vampirismo.

Las aportaciones han sido numerosas y variadas. Desde empeños por crear nuevas mitologías vampíricas alejadas de los escenarios tradicionales (p.ej. "Guardianes de día", "Underworld"), pasando por propuestas que buscan, desesperadamente, una modernización del mito que permita adaptar los esquemas clásicos del mismo a gustos y preferencias más actuales (p.ej. "Blade", "Jóvenes Ocultos", "Los Viajeros de la Noche"); o incluso una discutible tendencia a someter el género vampírico a los dictámenes del cine juvenil y adolescente de consumo masivo (p.ej. la referencial serie de televisión "Buffy, the vampire slayer", o la inminente "Crepúsculo" -Twilight-, con vampiros adolescentes, románticos y vegetarianos -sic-).

En ocasiones los resultados han supuesto un fortalecimiento del subgénero por medio de propuestas innovadoras e inteligentes que han contribuido a ampliar el imaginario vampírico, adaptándolo a los nuevos tiempos que corren (p.ej. "Blade", "Los Viajeros de la Noche" o "Underworld").

Por desgracia este no es el caso de "The Thirst", película dirigida en 2006 por Jeremy Kasten.
Tras una sencilla trama -deudora de "Los Viajeros de la Noche"-, Kasten procura mezclar una serie de conceptos supuestamente innovadores dentro del subgénero vampírico.
"The Thirst" intenta ser original y ofrecernos una faceta del vampirismo que pocas veces hemos tenido la ocasión de contemplar: la del sujeto vampiro como víctima y esclavo de una adicción incurable a la sangre, que le empuja a cometer terribles asesinatos para lograr su dosis diaria.

Max y Lisa, la pareja de vampiros protagonista de "The Thirst", toman conciencia de su enfermedad/addicción y deciden ponerle solución, encerrándose en una habitación y superando juntos el síndrome de abstinencia, en una de las escenas mejor resueltas y más curiosas del film.

El principal obstáculo que nos impide disfrutar de "The Thirst" es que esas supuestas ideas o planteamientos innovadores se ven fuertemente lastradas y sepultadas bajo una innecesaria oleada de sangre que acaba convirtiéndose -de forma errónea- en el principal -y casi único- aliciente de la película.

Jeremy Kasten demuestra un especial interes en que el rojo sangre inunde cada uno de los fotogramas en los que aparecen los vampiros saciando su sed de hemoglobina, hasta extremos en los que el abuso de dicho recurso acaba siendo absurdo, redundante y superfluo.
No tengo nada en contra del gore ni del uso de ingentes cantidades de sangre en una película de terror (más bien todo lo contrario). El problema surge cuando esas escenas gore acaban dañando, de forma irreversible, una trama que se presuponía singular e interesante.

Da la impresión de que la historia, en sí misma, queda subordinada o limitada a ser un mero nexo de conexión entre las constantes explosiones de sangre y violencia.

Pero hay otros factores que también contribuyen a que "The Thirst" acabe siendo una experiencia decepcionante.
Por un lado la nefasta actuación de Matt Kessler, quien interpreta el papel de Max, protagonista principal de la trama. Sus recursos interpretativos son nulos, limitándose a poner cara de no saber qué demonios está ocurriendo a su alrededor durante todo el metraje.

Tampoco la confusión del montaje en las escenas de violencia y determinados recursos estilísticos demasiado deudores del mundo del videoclip, ayudan a que nos integremos en la trama.

En definitiva, una película de vampiros que dilapida gran parte de sus buenas intenciones iniciales bajo excesivas dosis de sangre que no logran integrarse de forma correcta en la historia. Una pena.

Lo mejor: Ciertas ideas de fondo (aunque mal desarrolladas) y algunas escenas puntuales, como la de Max intentando revivir a una amiga a la que acaba de morder con la intención de convertirla en vampiro.

Lo peor: Que la obsesión por ofrecer cuanta más sangre mejor juegue en contra del desarrollo de la historia.


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