Hellraiser (2022)

La saga Hellraiser llevaba unos cuantos años hundida en el fango. Y es que, incluso la tercera, que ya empezó a perder el favor de los fans más exigentes, hoy es reivindicada si la comparamos con el resto de secuelas. Más aún, incluso la cuarta y la quinta son correctas si las comparamos con las que vinieron a continuación. Un total de diez películas. Ni siquiera tuvieron éxito a nivel de video a partir de la quinta, pero todo valía con tal de no perder los derechos. Y supongo que a Clive Barker mientras le siguieran llegando los billetes calentitos, intentaba mirar para otro lado.

Por suerte, para la franquicia y para nosotros, el propio Barker recuperó los derechos en 2021 y decidieron devolver la dignidad a Pinhead y sus cenobitas. Jugaban con mucho a favor, pues era realmente difícil hacerlo tan mal. La cuestión era... ¿serán capaces de hacer una buena película que sirva para conectar con viejos y nuevos espectadores? Pues... ¡sorpresa! Lo han conseguido. Al menos, en gran parte.

Ojo, no se trata de un remake de la película de 1987. De hecho, salvo el título y el nombre de varios personales importantes, el guion tiene poco en común. Tampoco es una adaptación de la novela de Barker. Podríamos decir lo mismo: conserva elementos, obviamente, pero prefieren liberarse en gran medida para crear algo nuevo. Y aunque el guion no está entre lo mejor del nuevo Hellraiser, cumple para que podamos disfrutar de sus puntos más destacados: la puesta en escena, la fotografía, la banda sonora (con acercamiento final al mítico tema de Christopher Young) y los nuevos Pinhead y cenobitas.

Por el lado de la dirección, el fichaje de David Bruckner ha sido muy acertado. De hecho, Bruckner venía de dirigir la notable The Night House (2020), que no por casualidad tiene similitudes con Hellraiser. Y también demostró que tiene buena mano dirigiendo actrices en el género, allá con una magnífica Rebecca Hall, y aquí, con un encargo peligroso: acertar con un nuevo Pinhead que, además, cambia de sexo respecto a lo que hemos conocido en la saga anterior. Si, Pinhead es mujer. O al menos, es un ser andrógino. Esto, que levantó mucha polémica (lo de siempre...) en redes sociales, se trata precisamente de una de las pocas cosas con las que sí quieren ser totalmente fieles al libro. Y es que Pinhead es descrito como una entidad, un ser sin sexo, andrógino. La elegida, Jamie Clayton, es transgénero, alta y de rasgos perfectos para el personaje. Su presencia, bien dosificada por la trama, realmente inquieta.

Respeto a los cenobitas, bastante bien, aunque aquí puedo hilar con un detalle que no comentará a los que busquen la suciedad y lo malsano de las primeras entregas. Hay gore, sí, hay cenobitas con aspecto terrible, sí, pero todo tremendamente estilizado, limpio. En este sentido, puede dar la sensación de que nunca llega al extremo deseado y se queda a medias. Y seguramente sea cierto.

Luego está en elenco de personajes jóvenes y sus respectivos intérpretes con los que cuesta empatizar. Parece buscado, en todo caso. El universo de Hellraiser se caracteriza por ello. Sea como fuere, cuesta pasarlo mal por ellos.

En definitiva: No lo tenía difícil, pero consigue superar todas las secuelas a partir de la segunda, y para mí, queda igualada con Hellbound. Puestos a comprar, la veo un escalón por debajo de la película de Clive Barker, aunque ya os digo, son cosas distintas y no intenta competir en forma alguna. Coexisten en paz en el Leaviathan mientras torturan incautos en busca de placeres diversos. Deja algunos apuntes muy interesantes que, ojalá, sean desarrollados en siguientes entregas. Esta vez, por favor, con una franquicia responsable.