Wolf Project Hunting

Mejor empezar con algunas cifras para que os hagáis a la idea de la brutalidad: Dos toneladas y media de sangre artificial en el rodaje de la película y cien muertes filmadas (a las que podemos sumar otras veinte fuera de plano) en sus dos horas diez minutos, hicieron de Wolf Project Hunting la película más burra de la pasada edición del festival de Sitges. Gustó tanto, que la organización del evento le otorgó una mención especial. Tenía en común con la ganadora, Sisu, un interminable recuento de víctimas y una violencia explícita inusitada en un proyecto de gran presupuesto… algo que sería impensable de ver en el cine norteamericano. Pese a algunos puntos a favor del resultado, yo no puedo compartir el entusiasmo.

La cinta coreana plantea un motín durante un traslado de presos de Japón a corea del Sur en alta mar. Los agentes de policía a bordo, se verán rápidamente superados por un contingente de reos de la peor calaña. El derramamiento de sangre es tal, que crea una gotera que caerá en la boca de un polizón misterioso, oculto en la bodega de este barco carguero reconvertido en prisión, despertándolo de su letargo. A partir de aquí, lo que ya era una matanza se transforma en una desaforada carnicería.

La trama despliega, como en las cintas de catástrofes tipo Aeropuerto o La aventura del Poseidón, un grupo de personajes muy variado tanto por el lado policial, como de los presos, la tripulación o el equipo médico. Y como en esas cintas, una de las gracias es saber cuántos de ellos llegarán vivos a los títulos de crédito... sin hacer mucho spoiler: serán muy muy poquitos. Los que gozasteis de películas como The raid, Headshot o The night comes for us, encontraréis en sus compases iniciales aromas de estas cintas: a caballo entre el cine de acción con artes marciales y el gore. Los malos de turno no se cortan un pelo y ya sea a golpe de cuchillo o de tubería, van diezmando las filas de los policías hasta que hace su aparición el supermalo de turno. Un enemigo a vencer por ambas facciones que está a caballo entre un zombi de Fulci y Terminator. El espectáculo será brutal; Wolf Project Hunting no deja títere con cabeza y pasada su primera hora uno se pregunta, en mi caso agotado, cuántas muertes ha contemplado y cuántas más le quedan… El guion, inteligentemente, se las apaña para ir añadiendo, de cuando en cuando, más carne a la picadora para que el bodycount no pare nunca. Llegados a este punto, tenemos que preguntarnos qué tipo de espectadores somos: ¿Los que preferimos la calidad de las secuencias de lucha? ¿O los que disfrutamos de cuanta más muerte mejor? Lo digo porque la cinta es poco original respecto a la variedad de maneras en las que terminar con un ser humano. Pasadas las cinco mandíbulas arrancadas literalmente de una hostia, la cosa comienza a ser tediosa. De cuando en cuando hay alguna muerte creativa que sazona el producto (como a uno que, le dan un empujón con tanta fuerza que al chocar con una pared de rejilla metálica, medio cuerpo se queda extrusionado en ella). Personalmente, pese a lo bien creado de todo su gore, yo hubiera preferido menos víctimas y que me importasen más los personajes antes de pasarlos a cuchillo.

Dirige y escribe el guion Kim Hong-sun, que en un café que desayunamos juntos, me contó que el cine que le vuelve realmente loco es el cine romántico y que su película favorita es la cursi Serendipity: algo que para cualquiera que vea su cinta suena a auténtica coña. También me comentó que toda la violencia que vemos en pantalla no es para él nada lúdico, sino que la muestra como revulsivo a los espectadores de lo dañino que es usar la fuerza… ya que sólo se logra generar una violencia aún mayor (esto también suena a coña). Hong-sun ha logrado manejar un presupuesto cercano a la superproducción y eso hace que su película tenga un aspecto muy atractivo en su factura.

Ni lo salvaje de su acción, ni sus buenos efectos especiales, con los que se ganó otro premio en Sitges, logran tapar el principal problema de Wolf Project Hunting: pese a sus dos horas de duración, este barco no alcanza una orilla conclusiva y se queda en un enervante continuará.  Kim Hong-sun, en ese famoso café, me comentó que esta es la primera entrega de una trilogía, la segunda entrega narrará los orígenes de esta particular máquina de matar y el episodio final retomará la acción en el punto donde quedó la que nos ocupa. Así que en prnicipio tenemos Wolf Project Hunting para rato, aunque son muchas las cintas asiáticas que, con estos mimbres de varias entregas, no terminan de hacer el cesto.

Con todo lo dicho, este film coreano es perfecto para proyecciones en festivales o visionados con un buen grupo de amigos a los que les vaya la marcha. Pero  aquellos que busquen terror se encontrarán un zombi letal pero sin vocación de asustar. Y los que quieran una trama dinámica, además de secuencias frenéticas, encontrarán que las aguas que mueven este buque están estancadas durante gran parte de su trayecto. Los amigos de la distribuidora Acontracorriente se hicieron con los derechos de distribución en España, lo que nos asegura que en algún momento se nos pondrá a tiro... (yo apuesto que en Madrid la tendremos en la muestra SYFY).