Estás aquí: Página de inicio » Thriller » Lobo feroz

Lobo feroz

Tortura, castañuelas y chistes dudosos.

Lobo feroz

Ver ficha completa

DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2.5/5

El director Gustavo Hernández, se hizo visible con su primer film: La casa muda, cinta de terror uruguaya que llamaba la atención por dos motivos: Estaba rodada en un aparente plano secuencia y se filmó con una cámara de fotos en lugar de una de video, algo que ahora es más común pero que, en 2010, era casi vanguardia. Su carrera no fue flor de un día y a la mencionada le siguieron Dios Local, película con varias ideas interesantes, No dormirás terror sobrenatural convencional pero con buena factura y Virus 32, cinta de zombis infectados que no descubre el hilo negro pero que tampoco es un desastre. Lo más destacado del cine de Hernández es su factura, muy a la americana, donde el plano, el color y el sonido nos invitan a pensar que estamos ante una producción de altos vuelos... desgraciadamente, sus tramas no son demasiado brillantes y eso nos invita a aterrizar nuevamente. En este su quinto film, parece tener el tema de la historia bien amarrado, ya que Lobo feroz es un remake de la cinta israelí de 2013 Big Bad Wolves que el director y la producción del proyecto traslada a la soleada España.

La acción nos sitúa en Cádiz, donde un pedófilo lleva un tiempo abusando y asesinando a niñas. El policía que investiga el caso, Alonso (Javier Gutierrez), tiene un posible culpable (Rubén Ochandiano), supuestamente identificado por una cría. Saltándose la ley, este agente extorsiona y tortura al sospechoso, pero su acción es truncada por la guardia civil antes de sacarle una confesión... Con el presunto pedófilo suelto, la aparición de otra niña decapitada da un giro inesperado a la trama. La madre natural de esta pequeña, una ex presidiaria de armas tomar (Adriana Ugarte), decide secuestrar al sospechoso y someterlo a una extenuante tortura para salir de dudas de su culpabilidad... por el camino secuestra también al policía.

Desde la secuencia de créditos de inicio que, pese a su blanco y negro y a usar una versión de Creep de Radiohead mantiene en esencia el espíritu de la cinta israelí, vemos que Gustavo Hernández no parece tener intención de alejarse de la original. Los diálogos y las escenas son básicamente las mismas y los localismos, que podrían hacer la historia más española, son menos de los precisos para nacionalizar totalmente el guion. Los cambios más importantes los realiza introduciendo en la trama personajes femeninos, que brillaban por su ausencia en el film de 2013. El primer personaje femenino es totalmente nuevo: Una inspectora de policía (Juana Acosta) tan implacable que es odiada por el resto de sus compañeros y que, junto a un novato, (Manuel Vega) tratará de retomar la investigación que deja el agente Alonso cuando es retirado del caso. El segundo personaje es una madre, excarcelada y ex drogadicta, cuya hija, dada en adopción años atrás, ha aparecido muerta; este personaje sustituye al padre de la cinta original y pretende enfatizar las motivaciones del espectáculo de tortura de la segunda parte de la historia.

Para los que no conozcan a Adriana Ugarte, decir que es una actriz española de rostro dulce y sereno, con apariencia frágil, que ha construido su carrera interpretando mujeres tranquilas en dramas y comedias. Su salto a un registro de tía dura, capaz de tumbar de un puñetazo a un hombre de dos metros lleno de músculos (escena tipo El club de la lucha con la que se la presenta) y de mujer con cicatrices visibles por un pasado de drogas y excesos, es una decisión de casting totalmente errónea. La actriz se deja la piel y la voz, y posiblemente hace un trabajazo, pero para cualquiera que la haya visto antes se pasa toda la cinta buscando los huecos por los que asoma la verdadera Adriana. Aunque no es justo para ella, me temo que será señalada como la principal culpable de la poca calidad del resultado. El resto del reparto principal sin embargo, al menos para el que firma esta reseña, destaca sobre las actuaciones de la original. Especial mención a Antonio Dechent que siempre borda sus personajes. Algo detrás se queda Acosta, que casi siempre está correcta pero en esta ocasión parece constantemente incómoda; ella y su compañero además son responsables de meter algo de esperanza en una trama que originalmente es desoladora, decisión que tampoco termina de sentar bien al resultado.

Aunque la cinta técnicamente está por encima de la de 2013, dos aspectos reman también contra la nota final del producto. Por un lado está la banda sonora, muy pobre; además en plan teleserie de humor de baja estofa, mete unas castañuelas en los gags para indicar al público cuando tiene que reír: una catetada. Por otro lado sus chistes se antojan también burdos y un tanto insultantes, sobre todo transitando como lo hace por el filo de lo políticamente correcto, algo que también pasaba, pero con menos frecuencia, en la israelí.

Si Lobo feroz no hubiera sido un remake, mucho de lo dicho no hubiera tenido el mismo peso. Pero la poca distancia en tiempo y contenido de la primigenia, hacen que la mejora de factura y el nuevo elenco no compensen los aspectos menos enfocados de este revisión. Nuevamente Gustavo Hernández nos deja con la miel en los labios y el triunfo vuelve a resistírsele.

Lo mejor: Su factura, y unas actuaciones superiores a la original

Lo peor: Música, un final menos contundente, la elección de algunos de los actores y una violencia una décima por debajo de la del 2013, son inferiores a la israelí.


Vuestros comentarios

Escribe tu comentario:

¡ATENCIÓN! El formulario de comentarios utiliza un sistema de previsualización con el objetivo luchar contra el spam. Por lo tanto, tras pulsar el botón PREVISUALIZAR no olvides pulsar el botón ENVIAR para dar de alta definitivamente el comentario.


Si desea incluir un spoiler indique use las etiquetas [spoiler] y [/spoiler] para enmarmar el texto que se ocultará.