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Entre las ruedas

Aparqué el coche muy cerca del paso de peatones. No entorpecía el paso, pero aún así el policía me puso la multa. Lo maldije una y otra vez durante todo el viaje de vuelta a casa. Ni mi canción favorita pudo quitarme de la cabeza dicha injusticia.

Mi mente no estaba atenta a la carretera. No paraba de darle vueltas al asunto. Escuché un golpe sordo proveniente de la parte delantera del vehículo. “¡Dios mío he atropellado a alguien!” Pensé, “¿Dónde está la maldita policía cuando se la necesita…”. Paré el motor y bajé del coche.

Me acerqué con miedo hacia la zona delantera del coche, tenía miedo de lo que me podía encontrar. Para mi sorpresa allí no había nada. Miré con más atención, incluso me arrodillé debajo del vehículo para cerciorarme de que allí no había nadie atrapado. Pero fue cuando me levanté cuando me di cuenta de que había algo entre las ruedas del coche. Los dos neumáticos delanteros estaban mojados. “¡Hay madre!¡Qué eso es sangre!” Pensé. En ese momento me di cuenta de que el cuerpo tendría que estar en la parte trasera. ¡Le debí pasar por encima!. Me asomé por un lateral, la carretera estaba libre de tráfico. Me acerqué nervioso a la parte trasera. Los faros traseros alumbraban el asfalto pero allí no había ningún cuerpo mutilado, ni ninguna persona agonizante. “¿Qué demonios he atropellado? ¿Una ardilla?”, pensé mientras miraba con atención la carretera montañosa en la que me encontraba.

Volví a la parte delantera, los faros me deslumbraron. Me agaché y comprobé los neumáticos de cerca. “¡Es sangre!, ¿pero dónde se habrá metido el cuerpo?” Pesaba mientras analizaba los alrededores con la mirada. Allí no había nada. Abrí la puerta del conductor, quería salir de aquel lugar, me estaba poniendo los pelos de punta. No había nadie alrededor, no había cuerpo pero en cambio había sangre en mis ruedas. Me senté en el asiento, de lado y con las piernas y el torso fuera del coche. El aire fresco encrespaba mis labios y yo estaba de los nervios, entonces noté que algo me rozaba una pierna. Me levanté de un salto con el corazón apunto de explotar. “¡JODER!” chillé en medio de la solitaria carretera. Permanecí inmóvil en silencio hasta que la melodía de mí teléfono móvil me hizo reaccionar. Alguien me llamaba.

Subí al coche a toda prisa y sin prestar atención al teléfono pisé el acelerador. Salí de allí quemando rueda. Lo único que quería era llegar a casa cuanto antes.
Aparqué el coche a toda prisa en el garaje de la finca. Creo que rocé el pilar por hacerlo tan deprisa, pero no me importó, lo único que quería era huir lo más lejos de aquel coche. Bajé y cerré la puerta con llave. El garaje estaba desierto como todas las noches. Antes de darme la vuelta, noté el aliento caliente de alguien en mi nuca. Era un ser de aspecto enigmático, peludo y poseía las patas de un macho cabrío. Una de ellas sangraba y mostraba síntomas de haber sido golpeado concienzudamente.

“¡Dios santo! ¡Me has dado un susto de muerte!” Le chillé mientras lo miraba con atención.“¡Este Friki está sangrando!” Pensé. Intenté ayudarle y el joven se quitó parte del disfraz de diablo para mostrarme su verdadero rostro. Un grupo de jóvenes le habían dado una paliza, según ellos “lo habían confundido con satanás”. Le ayudé a entrar en el ascensor del parking. Y antes de pulsar el botón que me llevaría hacia la tranquilidad de mi hogar, me percaté de que había olvidado la mochila con las llaves de casa dentro del coche. No tenía otra elección, así que regresé.

Antes de abrir la puerta volví a echar un último vistazo debajo del vehículo. Las ruedas estaban todavía empapadas en sangre. “¿Cómo podía ser? Con la de kilómetros que he recorrido la sangre tenía que haber desaparecido, ahora hay incluso más” Pensé. Miré con mayor atención, intenté buscar el origen de la sangre. Venía del motor. La sangre salía despacio pero sin pausa por alguna parte del motor. Abrí la puerta y quité el seguro del capó. Me dirigí a la parte delantera y lo abrí. Al dirigir mi mirada a las entrañas del vehículo me quedé blanco.
Lo que allí había era un cuerpo de mujer, desmembrado y envuelto en bolsas transparentes muy bien colocado entre los huecos del motor de mi coche. Una de las bolsas tenía un corte por el que asomaban los dedos de una mano goteando sin cesar la sangre que en otro tiempo le dio la vida.

Vomité varias veces antes de poder siquiera dar un paso hacia atrás. Me quedé allí de pie, sin saber que hacer, mirando atónito aquel cuerpo convertido en rompecabezas, preguntándome quién sería el autor de tal atrocidad.

Por, Josep J.


Vuestros comentarios

1. 01 feb 2010, 14:50 | Bob Rock

Hola Almas Oscuras.

Josep, tu sentido del humor es genial (ya pude disfrutarlo con el serial del vampiro).

Tu presentación ha sido muy convincente pero creo que Joan te trataba demasiado bien ;P

Bienvenido!

2. 01 feb 2010, 19:05 | Josep J.

Gracias Bob rock!

No era plan de que me creara una trauma nada más presentarme xDDD.

3. 02 feb 2010, 08:31 | Almas Oscuras

Muy buen relato Josep J. Bienvenido a Almas. Y gracias por hacerme partícipe de tu presentación… la próxima vez será mas duro contigo :-)

saludos

4. 03 feb 2010, 17:07 | Missterror

Qué bueno Josep,me has tenido en vilo todo el rato pensando qué es lo que finalmente se encuentra entre las ruedas.Felicidades!

saludos

5. 09 feb 2010, 03:41 | MaRiaNa

Bienvenido!!!
=)

6. 13 feb 2010, 02:30 | Elizabeth

Muy bueno JJ! yo tambien te doy la bienvenida y a seguir escribiendo que por acá nos encantan los relatos de terror!

7. 20 may 2015, 22:09 | Barbara

Me gusta tu sentido del humor. Se me ha hecho simpático el relato. Saludos.

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