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Noche en vela

No podía dormirme por culpa de los vecinos. Acostado en mi cama les escuchaba gritar e insultarse. No sabía que hacer para que se callaran, estaban a punto de agotar mi paciencia así que llamé a la policía. Me atendió una voz masculina medio dormida. Cuando abrió la boca le interrumpí histérico: – ¡Mis vecinos no me dejan dormir!, ¡o vienen ustedes aquí inmediatamente o no me hago responsable de mis actos! – Tranquilícese, cuénteme lo que sucede – Dijo el policía mientras daba un bostezo. – No tengo otra cosa mejor que hacer…- Dije cabreado- ¡Vengan y ponga orden! ¡hostias!, ¡necesito dormir! – Si no me dice lo que sucede no le podremos ayudar- – ¿Pero que coño quiere que le explique?¡La cosa está más que clara, son las 3:45 de la madrugada y mis vecinos no dejan de gritar! – - ¿Qué le hace pensar que están discutiendo? – ¿Se está quedando conmigo? Mira que no estoy de humor para tonterías… – Sólo quiero asegurarme de que realmente es un altercado doméstico. – Mire… hace dos horas estaban follando a lo bestia. Unos gritos que no eran normales, pero no he dicho nada porque he pensado que tarde o temprano acabarían cansándose. No le exagero, habrán despertado a medio barrio. Cuando por fin terminan de montar todo aquel jaleo, ella vomita y empiezan a discutir. – Hice una pausa y continué- Me parece que está más que claro que es un altercado doméstico como usted dice. – ¿Y por que ha vomitado? ¿La ha envenenado? – Oiga ¿ Y a mí que coño me pregunta? ¿Yo que sé? – Si gritan tanto de algo se habrá enterado, ¿no? Sea más claro… ¿Le envenena la comida? – Mira váyase usted a la mierda.

Lancé el teléfono inalámbrico contra la pared y la miré con rabia. Mis vecinos no paraban de tirarse cosas. Mi paciencia había llegado al límite. Me levanté, cogí una silla y la lancé contra la pared. – ¡¡Mátalo o cállate de una vez!!- Les dije casi destrozándome la voz.
La mujer se calló un segundo y al momento golpeó la pared mientras gritaba:
“¡Estoy en mi casa y grito todo lo que me sale del coño! ¡Haber si tengo que ir a partirle la boca a usted también!”

Hecho una furia salí del piso sin cerrar la puerta. Me paré delante del cajón anti-incendios y rompí el cristal de un codazo. Nunca entendí porque se había instalado esto en un edificio de dos alturas. Pero ahora me venía de perlas. Cogí el hacha que había en su interior. Y fui directo hasta la puerta de mis vecinos y empecé a destrozarla con el hacha. No tardé en abrirme paso hasta el interior de la casa. Me sorprendió que la mujer no hubiera acudido a cumplir su amenaza. Por el tono de su voz hubiera jurado que lo decía en serio. Inspeccioné la casa mientras ellos continuaban discutiendo a gritos. Las voces provenían del dormitorio principal. Fui allí en silencio con el hacha en la mano. Entreabrí la puerta y miré con precaución el interior. Y allí estaban los dos mal nacidos sobre la cama. ¡Jugando a las cartas!. Me quedé de piedra no entendía nada. Ellos seguían gritándose.

- ¡He vomitado para llevarme algo a la boca porque tu comida no hay quien se la trague!- vociferaba ella mientras cogía una carta – ¡¿Qué mi comida no se puede comer?! Eso eres tú, que estas acostumbrada a tragarte muchos nabos… – Contestó él mientras reordenaba las cartas en su mano.
“¿Pero a estos que cojones les pasa?” Pensé. “Están jugando a las cartas mientras discuten, ¿Pero que desvarío es este?”.
Abrí la puerta de un golpe. Grité y clave el haca en el suelo mientras les miraba con odio. Los dos se levantaron del susto. Sus caras se volvieron blancas y asustadizas. – ¡¿Que cojones os pasa?! ¡Estáis locos!- Le grité mientras levantaba el hacha amenazante. – Tranquilícese- dijo la mujer. – ¿Qué pasa? ¿Ahora ya no eres tan chula?- le pregunte enfadado – Oiga esto no es lo que parece- Comentó el hombre.
Me acerqué a él y le puse el hacha en la garganta. – ¿Qué no es lo que parece?- Presioné el filo del hacha sobre su joven cuello. Sus ojos estaban apunto de estallar en lágrimas. – Por dios, suéltele –Dijo la mujer mientras me empujaba. – ¿Pero que cojones haces?¿No querías cargártelo? – Le pregunté mientras le miraba con odio. – Esto no es lo que parece, no estábamos discutiendo.- Dijo el hombre todavía paralizado por el miedo. – ¡¡¡¡No me cuentes historias!!!! – Levanté el hacha de nuevo. – ¡¡Joder que no!!, ¡¡Que ha nosotros nos han contratado para molestar a los vecinos!!- Aclaró la mujer
Los miré dubitativo. – Se ve que alguien está interesado en comprar el terreno para hacer un nuevo edificio y quiere que todos los vecinos vendan sus casas ya. – Añadió el hombre, ahora más tranquilo – ¡Ahora si que me habéis tocado los huevos! ¿¿¡¡¡ Queréis echarme de mi casa!!!??- Volví a levantar el hacha. – Tranquilícese por favor- volvió a decirme la mujer pero ya era demasiado tarde.

Le había clavado el hacha en la cara al hombre. Se desplomó sobre la cama. La sangre salió escandalosamente de la herida mientras el joven convulsionaba. Me senté sobre su cara de un salto. El ruido de los huesos al romperse me heló la sangre, pero los gritos de la mujer nublaron mi conciencia. La miré con odio y echó a correr espantada. El hacha se había incrustado tan profundamente dentro de la cara que me era imposible sacarla y al mismo tiempo dar caza a la mujer, así que decidí salir tras ella. La mujer bajaba las escaleras del edifico pidiendo ayuda a gritos. Su voz me martilleaba la cabeza de tal forma que me volví loco. Únicamente pensaba en estrangularla para que se callara. Llegamos al portal. La mujer se abalanzó sobre un agente de policía. El resto me apuntaron con sus armas.

- ¡Alto! – Dijo el agente.
Pude reconocer su voz, era el mismo agente que había atendido a mi llamada hace unos 20 minutos. – ¡Agente! Todo es culpa suya! Si me hubiera creído nada de esto hubiera pasado. Si hay que detener a alguien es a usted. ¡Incompetente! – Le grité mientras intentaban esposarme. Descargué toda mi rabia contra los agentes que me rodearon. No tardaron en meterme dentro del coche patrulla y cerrar la puerta. En ese momento todo quedó en silencio. Por fin llegó el tan ansiado silencio. Cerré los ojos y apoyé la cabeza sobre el reposacabezas. El agente montó en el vehículo y me dijo algo pero le mandé callar enfadado. No quería que nada ni nadie estropeara ese silencio. El agente calló y se acomodó en el asiento. “Así me gusta, haz por lo menos algo bien esta noche” Le dije. El agente me ignoró puso el coche en marcha y se giró hacía atrás para mirarme. Nos miramos unos segundos en silencio. Se dio la vuelta, puso la sirena a todo volumen y aceleró.

Josep J.


Vuestros comentarios

1. 04 mar 2010, 22:54 | Calcetines

No sé que decir. Esto le podría pasar a cualquiera xDDD. No podía tener mejor final. xDDD
Muy bueno.

2. 04 mar 2010, 23:01 | Almas Oscuras

Lo más aterrador es que uno tiene la impresión de que esto puede llegar a ocurrir muy cerquita de casa.

saludos

3. 06 mar 2010, 04:24 | MaRiaNa

Me encantó!!!=D

4. 06 mar 2010, 11:57 | Elizabeth

Es verdad que algunos vecinos despiertan los peores instintos…
Muy bueno!

5. 06 mar 2010, 16:48 | Cat

Inmillorable!! m’ha encantat!! molt en el teu estil jejeje… ;) genial!

6. 07 mar 2010, 00:03 | Josep J.

Gracias a todos por leerlo ^^
Se me ocurrió precisamente porque mis vecinos me estaban molestando xD.

Saludos.

7. 07 mar 2010, 18:58 | Missterror

qué bueno Josep!tan real como la vida mismas…Creo que tengo a esos vecinos de los que escribes pared con pared,de locura!!
O me mudo pronto o acabarán con mis salud mental.

Enhorabuena por tu relato.

saludos

8. 14 mar 2010, 20:57 | Bob Rock

Ja ja ja!! Supongo que mi afición por la música a todo volumen me hace candidato a un buen hachazo, por si acaso intentaré ser más considerado con mis vecinos XD

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