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El profesor

Me llamaron anticuado en aquella academia. Mi intento de introducir clases sobre uno de los instrumentos más delicado y refinado que ha creado el hombre no gustó en absoluto al estirado director. Cretino, amante del jazz, subversor de los sonidos puros y tenues. ¿Cómo pudo despreciar las efervescentes melodías creadas por las cuerdas punzadas? ¿Acaso Bach no baso parte de sus obras maestras en las dos filas de teclados que, entre otras cosas, hacen del clavicémbalo un instrumento único? ¡Patán! ¡Plebeyo! ¡Ignorante! Adujo uno de los argumentos más pueriles que manchasen nunca mis oídos: “Ya damos clases de piano, señor Scarlatti”

Ante el abrumador sacrilegio de comparar mis amadas obras de arte, que son los clavicémbalos, con sus primos, los insípidos pianos; tuve que marcharme indignado de aquella parodia de entrevista de trabajo. ¡Adiós pequeño hombre regordete! Deseaba llamarle cerdo, pero aquel no me parecía el sitio ni el momento. De nada me sirvió enumerar todos los artistas modernos que aun usaban los clavicémbalos para engrandecer sus temas: The Beatles, The Kinks ó incluso Jimmy Hendrix.

Ahora intento apaciguar la furia, en el ático de mi pequeño apartamento, interpretando la sonata número 88 de Antonio Soler en la pieza favorita de mi colección: un enorme clavicémbalo de madera blanca perteneciente al siglo XVIII, un instrumento hermosamente ornamentado con un bucólico paisaje de la campiña francesa. Aunque me guste la música clásica, tengo un carácter fuerte y, en ocasiones, me sumerjo en una violenta espiral que nubla mis sentidos. No en vano se dice que la música amansa a las fieras. En mi caso, es recorrer las teclas extrayendo unas notas que a pesar de su suavidad consiguen hacerme olvidar el rostro bruto y degenerado de ese cretino que se hace llamar director de academia de música. Suaves arpegios que cubren un repiqueteo constante, un goteo que mana de la base del clavicémbalo; teñida de carmesí, la fina madera no puede absorber más sangre. ¡Qué maravillosa obra de arte es un clavicémbalo! Es capaz, conteniendo casi setenta kilos de carne, de seguir emitiendo unos sonidos puros y barrocos. Casi se podría decir, que aquel cuerpo humano potenciaba, desangrándose, la fuerza de los característicos tonos emitidos por la caja de resonancia, ahogada esta, en plasma y pus. Las cuerdas estiradas hasta el límite de cortar el aire produciendo melódicos sonidos, palpitan sobre la piel lacerada del amordazado estúpido que me rechazó, solo guiadas por los dictados rítmicos de mis dedos, perforan, machacan y abren su propio camino entre los pliegues de grasa que conforman su papada. Intuyendo el próximo crujir de huesos, mis dedos se enervan sobre los dos teclados, infructuosamente, puesto que el sonido siempre es el mismo: suave como la cuchilla que besa las mejillas de su amante. Dentro de la caja de madera, unos débiles gemidos, emitidos por la boca rota y desdentada, intentan seguir la sonata que interpreto con majestuosidad asesina. Gime, maldita bolsa de excrementos. Salpica con tus entrañas los arbustos cercanos a Paris. Cada nota se clava tanto en tu cerebro como en tus miembros agolpados dentro del clavicémbalo. Llora embutido como el hinchado hígado de un cerdo preparado para la matanza. Los sonidos se dispersan en el cielo de la ciudad, el chapoteo insistente, las subidas dinámicas del dolor…¡Clink! ¡Clink!

La hermosa alfombra roja se extiende reflejando el fulgor de la luna llena en una noche perfecta para la música clásica.


Vuestros comentarios

1. 19 abr 2010, 01:10 | Natalia

Qué puedo decir Bob Rock? Impecable!

2. 19 abr 2010, 08:51 | Bob Rock

Natalia.- Gracias, fue solo un pasatiempo de domingo. Ya sabes que yo prefiero relatos más extensos XD

Un saludo

3. 19 abr 2010, 14:09 | Almas Oscuras

Muy bueno… me imagino el esfuerzo que te ha supuesto ser tan conciso, pero te ha quedado genial.

saludos

4. 19 abr 2010, 14:20 | Natalia

Yo, sinceramente, prefiero estos más cortos, te quedan bien, y para cambiar un rato, no están mal :)

5. 19 abr 2010, 14:55 | Bob Rock

Joan.- Gracias. En este caso no costó mucho porque era lo que buscaba. El problema llega cuando quiero escribir un relato con solo una idea y ninguna dirección…acabo enrollándome mucho; pero es por el puro placer de escribir…sé que algunos relatos que he ido colgando me quedan largos; pero a veces es inevitable si quieres detallar situaciones ó personajes que te interesan. De hecho, estaba escribiendo un cuento que va para largo y no tengo claro si publicarlo en entregas. Ya veremos.

Natalia.- Si te gusta el relato de horror ultracorto prueba con las antologías “Masques”; publicadas en España como Horror 7, El festín de las Mascaras y El baile de las Mascaras…todos ellos de Martínez Roca y editadas por J.N.Williamson

6. 19 abr 2010, 17:27 | MaRiaNa

Genial Bob!!!
Me encanta leerte porque tus detalles siempre me transportan a la escena..como si fuera una palícula y no un relato!!!
Un beso =)

7. 19 abr 2010, 19:17 | Natalia

Grcs por la sugerencia, veré que encuentro en la web ;)

8. 20 abr 2010, 09:34 | Unai

Que visual!!! Me ha gustado y casi he sentido las notas y las cuerdas goteando sangre y cortando carne.

Un aplauso.

9. 20 abr 2010, 15:49 | Missterror

qué bueno Bob!!!me gusta esta nueva faceta cruel y concisa.
Espero ese cuento por capítulos con verdadero interés.

Saludos

10. 20 abr 2010, 20:17 | Bob Rock

MaRiaNa.- Que bueno que siempre me has estado apoyando desde el primer relato! Gracias!!

Misterror.- Gracias, tú también me has apoyado a saco. A ver que es lo próximo que sale.

Unai.- Gracias!! Es una sonata macabra ;)

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