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Violador Desalmado

Un experimento splatter

- Señor, señor. ¿Me podría aportar aquí su firma para aumentar las penas de carcel a los desalmados violadores? – Dijo la inocente girl-scout.

- Claro, claro. Acércate un poco, pequeña, la luz de esa farola es demasiado brillante y me deslumbra. Acércame el papel. – El tipo era poco visible, ocultándose en las sombras del anochecer que plagaban la calle.

- Esta bien señor, tiene que firmar aq….

- ¡Puta! ¡Firmaré con tus entrañas! ¡AGGGGHHHHH, ZORRAAAAAAA!

Sacó un cuchillo de carnicero y lo insertó en el ojo azul de niña. La bella chica rubia gritó, pero el sonido se vio distorsionado por los estruendosos machetazos que su pecho recibió. El segundo tajo llegó verticalmente, tras describir la hoja una trayectoria semicircular. El cráneo se abrió como fruta podrida y cuajarones de sangre impactaron en húmedos trozos de asfalto. Un hombre gritó al cielo, mentando a su morador. El asesino cogió una parte de la cara infantil y la guardó en uno de los múltiples bolsillos de su gabardina. Lanzó un esputo amarillento sobre la hoja llena de firmas; su ácida saliva se mezclo con la sangre en el papel arrugado.

Una mujer sufrió un aborto espontáneo al contemplar la escena, y perdió los dos fetos idénticos que flotaban entre liquido amniótico.

Un bebe se perdió del abrazo de su madre y reptó para lamer la sangre de la niña.

Un perro mordió a su dueño hundiéndose en un éxtasis violento y aulló por su libertad perdida.

Un automovilista perdió el control de su Renault y quedó tetrapléjico tras el tremendo choque contra una pared de cemento.

Dos ancianos perdieron el control de sus vejigas y mancharon los pantalones.

Y la chiquilla perdió la vida con las piernas dobladas en ángulos antinaturales e inéditos. El violador tomo una calle vacía, su dominio, entre basura ciega, muda y sorda. A su espalda, Satán vomitaba sangre sobre el cadáver de la niña.

François llegó ante la vagabunda ciega y dijo: – Venerada madre, mis dedos han sido amputados. – Su voz cascada no denota dolor alguno. Mostró una mano que algún día contuvo seis dedos, solo quedaba el dedo gordo y los muñones sangraban profusamente.

- Los espíritus no falsean la verdad, solo quedan horas para que os encuentre y no estás preparado. No estoy preparada… pero él…. Él está más que preparado para sacarnos la piel a tiras y violar a la Hija del Miedo.
La sucia mujer apoltronada en sillas de cartón había hablado y el joven hombre sacó una oxidada espada oculta bajo un hatillo de trapos. La hoja estaba profundamente mellada.

- La encontré en el Altar del Miedo, venerada madre. Me lo dijo ella con su cu…me lo dijo y yo…siento tantas cosas, madre… ¡la amo! Fornicamos y juré defenderla. Tengo el arma para detener a su…

- ¿Sí, François? ¿Sabes su nombre? ¿Su estatus? – Le interrumpió la roñosa montaña de grasa.

- ¡SU PADRE! – Contestó el muchacho sintiendo un profundo éxtasis.

- Ella debía ser pura muchacho. Virgen, François. No te lo reprocho. Yo también la deseo, pero… ¿Qué será de la Hija del Miedo ahora? ¡Tu propia hermana! Joven insaciable, ¿qué será de Magdaline ahora?

- Es solo una niña, un pequeño tesoro. Entonces, después de esto. Según sus sabias palabras. ¡Oh, madre!

- ¡Sigue! – La cara rubicunda, de la enorme visionaria, sudaba ostensiblemente.

- ¡Debía penetrarla en el altar! – El joven transmitía desesperación y humillación, en su pose doblada, allí, en esa infame calleja.

- Paciencia era la palabra clave. No esperaste. Te la… Ya me entiendes, no era el momento de hacerlo…

- Maldita sea, mi pobre hermana solo tiene siete años ¿Qué va a ser de nosotros?
La repugnante anciana no pronunció palabra y el joven hombre lloró sobre la espada; la tormenta se avecinaba pero la lluvia se había adelantado.

El párroco rezaba de rodillas. El Padre Pierre se sentía muy asustado, notaba las palmas de las manos pegajosas. Sabía que el Altísimo ya no estaba en las alturas; ya no sonreía, ya no le protegía.
Cuando la puerta de la iglesia reventó y vio al Embozado lo supo definitivamente. Era el fin. Todo terminaba con ese hombre, si acaso lo era. Un cuchillo de carnicero en una mano y media cara de alguien en la otra. Los ojos brillaban, eran muy verdes y brillaban como gemas en insondables minas. La luz de una farola iluminaba los restos de la madera destrozada, afuera llovía profusamente, generando el ambiente adecuado para el drama; el Embozado estaba empapado y se erguía como protagonista de la escena. El Padre habló con una temblorosa inflexión:

- No puedes entrar en la santa casa del señor.
Pierre sabía que no le podía engañar, la fe ya no habitaba en sus palabras. No podía sentir más que vacío, hastio y un tibio de deseo por vivir lo suficiente como para presenciar el final.

- Impídemelo hijo de puta. – Susurró quedamente el asesino.
Avanzó lentamente ante el estupor del cura. Ya a poca distancia, lanzó un fuerte tajo que cortó un brazo por el codo. Otro tajo, otro brazo. Más tajos, más miembros. El altar, las ostias del buen Dios, los bancos, las vidrieras, el suelo: todo era rojo. Abajo, un hipotético Belcebú temblaba. Arriba, un crucificado Jesús lloraba por una guerra que no le incumbía.
Cuando el párroco ya moría ahogado en su propia sangre, el embozado se agachó y arrancó con violencia el miembro viril del hombre muerto. Un espasmódico tirón para, con sangre y orina, escribir sobre las paredes del recinto sagrado:

MATARÉ A LA PUTA
Y MATARÉ AL SANTO Y VIEJO CABRÓN
Y EL JOVEN CAERÁ
Y LE PISOTEARÉ
Y LAS OVEJAS
SE TRANSFORMARAN EN LOBOS
QUE ME SEGUIRAN BALANDO

SOY EL REY DE REYES
SOY DIOS

Tras escribir, se marchó muy excitado. Llevaba parte de una cara, llevaba los dos antebrazos. ¡Perfecto! Caminaba despacio por las calles, éstas eran su coto de caza. Y buscaba una presa, su hija.

Antonie era un reputado detective, si el no encontraba al loco que había matado a la niña, nadie sería capaz de hacerlo. El muy hijo de perra se había llevado media cara de la pobrecilla. Era un demente, y por eso sabía que tarde o temprano cometería un fallo. Caminaba por una calle sucia de la peor zona de Avignon. Llevaba el revolver bien enfundado bajo su sobaco y, así de preparado, se dirigía hacia la parroquia de su hermano. Pierre siempre le había ayudado a ver todo con claridad. No es que él fuese creyente, pero la fe de su hermano siempre le resultaba inspiradora.
De repente, se paró. Oía pasos. La calle era estrecha pero larga, y aunque la lluvia mojaba su impermeable, el fulgor de la luna era ligeramente visible entre las nubes. Vio a un tipo embozado que surgió repentinamente al fondo de la calle. Venia desde la Iglesia, de eso estaba seguro. Antoine se alarmó cuando reconoció el color de las manchas en la gabardina de aquel extraño. Y entonces vio el cuchillo, en el mismo momento que el tipo embozado empezó a correr de una forma sobrehumana. El policía tardó un segundo más de lo necesario, en sacar la pistola de su funda. El segundo en el que mientras la sinapsis cerebral de Antoine enviaba desesperadas señales a sus dedos, el Embozado se dedicaba, de un limpio corte, a cercenar la mano del policía. En el mismo gesto y con el codo del brazo libre, el Embozado, hundió mortalmente el tabique nasal de su adversario. Sin dejar de correr, el experto asesino dejó caer un bulto a los pies del cuerpo moribundo. Se trataba de un pene eclesiástico. Éste, al caer, produjo ondas en un charco de sangre, distorsionando el reflejo de un ángel con alas de murciélago que pasaba por allí.

- Magdaline… – La voz del joven hombre sonaba extenuada.

- ¿Sí, François? – Una voz infantil respondió con ternura.
El joven hombre se pasó la mano por sus cabellos, desprendiendo gotas de lluvia. En el salón, solo estaban él empuñando la espada oxidada, la joven mujer pelirroja con un rosario colgando del cuello y la niña tumbada boca arriba con las piernas cerradas. La lluvia se mezclaba con sus lágrimas, en la base de una columna romana partida por la mitad. El Altar del Miedo, reclamando un acto de amor largamente perdido y deseado.

- Debes ser la hija del miedo, niña. Tu hermano y tú cometisteis un error pero ahora lo solucionaremos. Eres muy guapa, lo sabes ¿verdad?
Después de decir esto con suave voz, la mujer pelirroja besó a la muchacha en la boca, muy despacio y sensualmente, como viviendo un sueño húmedo. Pugnó con su lengua para que la niña abriese sus blandos labios; cuando por fin lo hicieron, ella no se resistió. Sus lenguas jugaron y probaron, sintieron el amor.
François abrió lentamente las piernas de su hermana, ésta no protestó. Cedió. Parecía una flor muy abierta. Su hermano le subió la pequeña falda y le quito las braguitas con bordados de flores. Un trueno se oyó en el cielo, las nubes se quebraban de placer. El joven hombre agarró la mano de la pelirroja que continuaba bombeando saliva en la boca de Magdaline. Un rayo fotografió la escena, con espíritu morboso, creando perfumados halos acres alrededor de aquel trio. François penetró a su hermana, se mordió los labios. Gemían. Notaba el roce de su monte de Venús, la blanda tensión de su carne sin vello.
La muchacha sintió tres cosas: dolor, miedo y placer. ¡No! Cuatro cosas: Dolor, miedo, placer y amor. Aunque sentía el miembro destrozándola por dentro, estaba totalmente en calma con el mundo. François empujó dulcemente, notaba la maquina de carne funcionar inexorable. El acto era familiar y amistoso, así lo interpretó en los ojos de la mujer pelirroja, la cual sujetaba suavemente a la niña para que su hermano pudiese penetrarla más profundamente. Era el momento y en un círculo sagrado se corrió. Llenó a su hermana mientras apretaba la mano de su amada; entre ellos fluyó el amor, igual que el semen.

El Embozado llegó ante el trono de cajas de cartón mojado. Apoltronada le esperaba la vagabunda ciega. Cuando vio la cara de la desfigurada matrona dijo:

- Mami te traigo ojos nuevos para que veas tu profanación. Una cara nueva de niñita para que cubra tu podrida jeta de zorra. – Venerada Madre solo podía llorar como el cielo. Estaba paralizada, el Embozado era tan fuerte y viejo como el Mundo.

- Tu coño huele a miedo, mami. – Las palabras eran hierro sobre una superficie de pizarra.

- Veeeeteee de aaaaquíííí pooooooor favoooooooooor – Gimió la alucinada vagabunda gorda.

- Deja de temblar que voy a probarte tu nueva cara partida. – Giraba el cuchillo en su mano derecha impacientemente, mientras con la otra enfundada en guantes, antes-negros ahora-rojos, le colocó sobre la cara, los restos de la niña ingenua.

- ¿Ves bien mamaita? Pues disfruta esto…
Agarró el cuchillo con fuerza y en una fracción de segundo le rajó el cuello. Una segunda sonrisa idiota que chorreaba sangre. Pero Venerada Madre era difícil de matar. El Embozado rió, él sabia como matarla y hacerla sufrir.
La penetró por la raja recién abierta y se corrió dentro de su cuello. El ácido de su esperma desintegró la laringe de la muy anciana. Rompió violentamente los pantalones de la ciega y de un mordisco arranco sus genitales. Los iba masticando mientras se alejaba tranquilamente. Disfrutaba del dolor. Siguió el rastro de niños bajo la tormenta mientras un Dios insensible contemplaba un televisor apagado.

François estaba asombrado. En la espada habían surgido grabadas unas palabras que el no entendía. La niña a sus espaldas lloraba pero ella tampoco conocía las runas. Todos lloraban de miedo. El joven hombre miró a lo lejos y entre la tormenta divisó al Embozado.
El vio al joven y tragó sangre de puro odio. Estaba abrazando a la perra pelirroja y detrás suyo estaba la otra: La inocente sacrificada. Con la falda rota por la lujuria y sentada sobre el altar, parecía un despojo; era la Hija del Miedo. François blandió la espada y gritó a pleno pulmón:

- ¡Estamos preparados para ver rodar tu cabeza!

- Muchacha, hija mía… Tu hermano, mi hijo; te ha herido… – El Embozado resollaba en antelación a la matanza. – Te ha usado como el sexo que eres… Sabe que la Hija del Miedo debe morir y prefiere sacrificarte a ti que a su amante… Con ella podrá fornicar todos los días… Ya sabes que es eso… El quiere placer…

- ¡Cabrón, mientes! – Chilló la niñita, asustada y dudosa, una vez satisfechos sus recién adquiridos apetitos sexuales.

- ¿Te mentiría tu padre, pequeña?
Las dudas pueden aparecer en pequeños fragmentos de tiempo.

- Lo que has hecho esta mal. Los niños no deben follar y menos con sus hermanos. ¿Verdad?
François se lanzó enervado.

- ¡¡¡¡¡YARGHHHH!!!!
La espada se introdujo secamente en el torso del Embozado. Éste unicamente rió de forma queda y habló con serenidad:

- Solo Magdaline puede matarme, pero ella duda pues la has herido con tu pequeña polla de cretino.
Arrojó el cuchillo hacía la niña sentada y boquiabierta. La hoja giró en el aire un millar de veces, recorría una perfecta trayectoria hacia la cabeza infantil. Justo antes de llegar a su destino, la joven mujer pelirroja se interpuso con el pecho erguido. El cuchillo impactó entre sus senos violentamente y la atravesó limpiamente. Tras partir el tórax de la mujer en una explosión de hueso y carne, el cuchillo se alojó en la boca de la Hija del Miedo. Su último pensamiento: “Papa yo te qu…”
El Altar del Miedo se enrojeció igual que el cielo. Mientras el Embozado y el Demonio reían de la mano, François gritó:

- ¡¿Dónde estás corazón?!
El embozado agarró las muñecas del pobre hombre y le arrancó de cuajo los brazos con bastante facilidad. Le colocó los brazos del párroco, mágicamente extraídos de su gabardina, en lugar de los suyos propios. François pensó agonizante “¿Qué he hecho mal?”
El Embozado abandonó la escena como siempre. Como un fuego fatuo… y allí junto a los tres cadáveres una figura desarrapada y con alas de murciélago comenzó a cavar una fosa común para los malditos.


Vuestros comentarios

1. 09 div 2010, 12:39 | Lady Necrophage

Si fuese una película…iría a verla de cabeza…Muy cerdo y muy sangriento. Estoy segura que visualmente sería muy bello, probablemente uno de los films que mas me gustarían si alguien lo cogiese como guión…
Me quedo con la expresión “las ostias del buen dios”, sin duda…

2. 10 div 2010, 19:52 | Bob Rock

Lady Necrophage.- No es uno de los relatos de los que esté orgulloso pero agradezco muchísimo tu amable comentario. Lo inicié por la escena del pricipio (me hizo gracia) y, efectivamente, es como el trozo de una película inexistente…

Sangre y huesos, amiga!!

Un saludo

3. 27 div 2010, 23:26 | anonima

estas enfermo de la cabeza… una cosa es escribir relatos de terror y otra cosa escribir esta mierda violenta y bizarra…
dos cositas querido autor:
1. eres un psicopata pederasta pervertido
2. escribes bastante mal

sangre y hostias, escritor desalmado

4. 28 div 2010, 09:04 | Bob Rock

Anónima.- Gracias por tus amables comentarios. Releo y releo tu nota y cada vez me gusta más.

Desde el psiquiátrico te escribe, bastante mal, este clon degenerado de Jacko.

Un saludo

5. 28 div 2010, 18:00 | anonima

jajaja veo que te lo tomas con humor.. quizas me pase con el comentario.. xo entiendelo, me impacto leer tal barbaridad, aunq supongo que ese era tu proposito..impactar.
un saludo

6. 28 div 2010, 19:12 | Bob Rock

Anónima.- Sí, no me puedo tomar de otra forma un comentario que para nada refleja mi forma de ser. Además juraría que en el encabezado, previo al relato, explicaba que diablos era esta aberración, de la que no me siento especialmente orgulloso.
En concreto dije lo siguiente: Un experimento splatter, donde la sangre y el sexo no tienen mayor razón de ser que el desagradar.

En serio, me ha gustado tu sinceridad; te animo a que leas algún otro cuento que he publicado en Almas, verás que no es tan fiero el león como lo pintan.

Un saludo

7. 28 div 2010, 21:58 | MIssterror

Anónima-yo te animo también a que leas otros relatos de Bob Rock y verás como,si algo sabe hacer bien Bob,pero bien bien,bien de cojones ( y perdón por la expresión,pero es lo que se merece este artista),es escribir.

Obviamente el propósito de estos experimentos narrativos es impactar.
Te puede gustar mas o menos,pero una reacción como la tuya,consigue que dicho propósito esté conseguido,aparte que muestra lo buen escritor que es Bob,del cual,doy fe, que para nada es como le has descrito ( y ha logrado que lo creas solo con el uso de sus palabras)

saludos

8. 29 div 2010, 08:39 | Bob Rock

Misterror.- Te agradezco mucho tus palabras, aunque ya sabes que humildemente no pienso lo mismo… Sin embargo, no te falta razón al decir que si lo que quería era provocar lo he conseguido… lo único que lamento es no haber sabido calibrar bien la línea entre la provocación y la ofensa…

Por cierto, tus nos tienes aquí a pan y agua! Cuando un relatito?

Espero todo esté bien por allí, en breves os dejaré un cuento por aquí para celebrar el final de este año!!

Un saludo

9. 15 mar 2011, 22:15 | lady necrophage- maria nieves guijarro

este el que me encanta….dios!!!lo he leido tres veces y me chifla.

10. 17 mar 2011, 22:40 | Bob Rock

Lady Necrophage.- ¡Gracias! Si tuviese que elegir entre Hijo Predilecto y éste, me quedaba sin dudas con el primero… juraría que “Violador…” no pasa de mero experimento…

Un abrazo!!

11. 08 oct 2011, 02:40 | Manzanello Olivar

he leido mejores… como que falla un poco la narrativa entre tanta sangre, siento escenas inconexas parrafo y parrafo… pero no esta mal. :)

12. 19 mar 2019, 03:06 | ⛧Chupasangre⛧

Bob, no dejes de escribir cosas de las que no te sientas orgulloso, me gustan más que de las que si.

De alguien que siempre te vio más futuro como reseñador de películas.

Sangre y sexo.

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