Smiley (2)
¡Sonríe!

Después de descubrir una leyenda urbana, según la cuál un asesino en serie demente – llamado “Smiley” – puede ser invocado a través de Internet, la mentalmente frágil Ashley deberá decidir si está perdiendo la cabeza o convirtiéndose en la siguiente victima del misterioso asesino.
Como bien comentaba hace un tiempo el gran Bob, Smiley se caracteriza por el carisma que necesita un slasher. Nos encontramos ante un género sobre-explotado hasta reventarnos los sesos, por lo tanto los creadores se ven en la obligación de innovar. ¿Cual es la mejor manera de hacer esto? “Fácil”, básicamente buscando asesinos nuevos y que puedan interesar, sorprender o asustar al espectador (sobre todo esto último). Véase: el muñeco Chucky que tantas pesadillas causó a un servidor hace unos cuantos años ya, el mítico Michael Myers de Halloween o el rocambolesco Gingerdead Man de Charles Band. Los ingredientes necesarios son: un aspecto “especial”, una “creación” terrorífica – ya sea por un pasado espeluznante, por pura posesión de espíritus o por un accidente radioactivo – y, por supuesto, un historial muy extenso de asesinatos perpetrados. La verdad es que así suena muy sencillo todo, pero en la práctica todo se complica, sobre todo si la idea es hacer una película completa en torno a dicho personaje.