El Roble Seco
O el hombre que NO llegó a ser
Nuestro compañero y amigo Randolph Carter nos presenta su relato de horror El Roble Seco.
Todo comenzó un otoño a finales de los ochenta. Dicen algunos entendidos investigadores que coincidió con unas ráfagas electromagnéticas provenientes de la gravedad del lejano Júpiter. Otros indican que se trató de fuerzas de la Naturaleza ligadas a la contaminación producida por el hombre, y los más modernos teóricos coinciden en que la causa fue producida por algún tipo de radiación o nube radiactiva.
Yo no me inclino por ninguna de estas opiniones y aún hoy sigo buscando una explicación más verosímil. Lo cierto es que tan sólo hubo dos casos —conocidos— en todo el mundo. Bórotom Sòktov —no sé realmente cómo se escribe— vivía como pastor ermitaño en medio de ninguna parte, entre montañas y bosques, con una cabaña construida por él mismo veinte años antes, de madera maciza, bien aislada tanto del frío como del calor, de vigas fuertes y resistente a los vendavales.
Subsistía de su rebaño de ovejas, de carne de lobos y jabalíes que cazaba con trampas en el bosque, algunas hierbas y bayas y un improvisado invernadero. Aislado del resto de la humanidad desde los años cuarenta, creía que el mundo había sido dominado por los nazis y que sus montañas impenetrables y sus frondosos bosques le aseguraban ser el único humano libre en todo el planeta.