Giallo
Amarillo Pálido

- Título original: Giallo
- Nacionalidad: Italia, Estados Unidos | Año: 2009
- Director: Dario Argento
- Guión: Jim Agnev, Sean Keller, Dario Argento.
- Intérpretes: Adrien Brody, Emanuel Seigner, Elsa Pataky.
- Argumento: Cuando un asesino psicópata secuestra a Celine, su hermana Linda se alía con el comisario Enzo para intentar rescatarla...

Después de El Sídrome de Stendhal (1996), cada vez que Dario Argento se sitúa tras algún proyecto, siempre alguna voz clama: por fin, el regreso del auténtico Dario Argento. Exceptuando su versión de El Fantasma de la Ópera (1998) –esa no había por dónde cogerla-, esto ha sucedido con Insomnio (2001), en El Jugador (2004), los dos capítulos que dirigió para Masters of Horrors, La Terza Madre (Mother of Tears, 2007) y, ahora, en Giallo. Son demasiados títulos dudosos, ¿no?, y más teniendo en cuenta que, en la mayoría de ellos, la supuesta recuperación se basa en destellos brillantes aislados. A estas alturas, a alguien que nos ha entregado películas tan válidas y absorbentes como Inferno o Tenebre no se le exculpa por detalles: se le exigen, como mínimo.
Giallo arranca bien: dos chicas japonesas van a la ópera pero, como es su última noche en Turín y les aburre un poco la representación, deciden irse de juerga. En una discoteca, una de ellas conoce a un chico y la otra decide volverse al hotel. Para ello, pilla un taxi… y ese es el comienzo de su final. Es una escena bien narrada, con clase si me apuras, algo de lo que Argento no suele hacer gala demasiado a menudo. Así, mientras descubrimos que el conductor de ese vehículo no es, precisamente, un taxista, conocemos a Celine (Elsa Pataky) en mitad de un pase de modelos, y a su hermana Linda (Emmanuelle Seigner), que acaba de llegar a la ciudad y se va al piso de la primera a esperar a que termine el desfile.
Lo mejor: breves destellos... sniff.
Lo peor: la desgana y apatía que destila el resto de la cinta.