Akelarre
Scheherezade Con escoba

- Título original: Akelarre
- Nacionalidad: España | Año: 2000
- Director: Pablo Agüero
- Guión: Pablo Agüero, Katell Guillou
- Intérpretes: Amaia Aberasturi, Àlex Brendemühl, Daniel Fanego, Daniel Chamorro, Iñigo de la Iglesia, Yune Nogueiras, Asier Oruesagasti, Elena Uriz, Garazi Urkola, Jone Laspiur, Irati Saez de Urabain, Lorea Ibarra
- Argumento: seis muchachas han de tratar de entretener a un inquisidor para librarse de la hoguera
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- 3.5/5

A un género, como es el fantástico, tan aficionado a los clichés hay que aplaudirle siempre la entrada de aire fresco; la llegada de propuestas que, usando estos lugares comunes, lleven las tramas a territorios nuevos. También es digno de aplauso que un director decida cambiar formalmente la manera de encuadrar una situación, saliiéndose de los estándares estéticos que se han ido realizando para historias de puntos de partida similares. El cine de época, sin ir más lejos, suele presentar siempre una fotografía preciosista, muy influenciada por lo movimientos pictóricos figurativos de la época que aborda, donde la cámara suele ser estática y donde el plano general y medio parecen imponer su ley. El director argentino Pablo Agüero ha decidido en “Akelarre” saltar por encima de la normas formales de cine de época, y valiéndose de los elementos del cine fantástico ha construido un drama brillante, que utiliza la brujería para hablar de temas actuales y que tiene ese aroma entre crónica real y cuento adulto que encanta a este que va a firmar la reseña.
Nos situamos en los primeros años del siglo XVII, en un pequeño pueblo vasco en el que los hombres se han echado a la mar y las mujeres viven cuidando las cosechas y los animales. Un día llega a la región un inquisidor (Alex Brendemühl) en busca de brujas que le revelen la ceremonia a seguir para poder contactar con Lucifer y sus fuerzas. Apresa a seis jóvenes que sospecha pueden estar hechizadas y comienza con ellas sus métodos para sacarles una confesión. Rápidamente las acusadas ven lo cerca que están de arder en la hoguera y buscan la forma de satisfacer la curiosidad del sádico inquisidor.
Lo mejor: Su osado tratamiento del montaje y la imagen y su historia.
Lo peor: La teatralidad de sus primeros compases.