El primo soso de Stephen King
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Christoher Roth es un escritor de novelas de crímenes y misterios cuyo éxito empieza a fagocitarle a él mismo. Cansado de escribir sobre el lado de la oscuridad, con miedo a perder el control sobre esos miedos en los que se zambulle cuando escribe, decide buscar otro tipo de inspiración junto a su esposa en una tranquila zona italiana llamada Umbría. Pero el terror acosa a quienes lo engendran, y un macabro asesino, llamado “el jabalí”, pondrá en jaque tanto a los lugareños como al escritor.”
Rara vez encontramos películas de terror que mezclen la literatura con su trama, de tal modo que se desarrolle una especie de metalenguaje, o siquiera eso, simplemente el mundo de la literatura se enrojece por momentos y alberga asesinos, monstruos y, sobre todo, otras realidades cinematográficas. Del lado de la serie B podríamos citar Lecturas Diabólicas (Tibor Takács, 1989) como película imprescindible en cuanto a trasuntos bibliófilo terroríficos, emocionantes capítulos de televisión con Jeffrey Combs haciendo de Poe (The Black Cat, Masters of Horror Temporada 2), interesantes aportaciones sobrenaturales como la adaptación de Romero de la novela homónima de Stephen King: La Mitad Oscura, fallidos experimentos postmodernos de la guisa de Twixt, obras comerciales modernas de la talla de The Raven, miradas mucho más psicológicas desde una Ventana Secreta (2004) u obras maestras del horror sobrenatural como la única y majestuosa En la Boca del Miedo de John Carpenter.
Christopher Roth vendría a ser una pariente europea que desea unirse al selecto club de cintas que mezclan historias de libros y escritores con tragedias de crímenes y asesinos. Con una trama base muy interesante, pronto se acoge a ciertos paradigmas narrativos del “giallo”, pero sin su extrañeza estética ni truculencia física. Sin embargo, con el paso del metraje, la historia se revela mucho más simple de lo que parecía a primera vista, y es que ya os podéis olvidar de metalenguaje y profundidad de campo dentro del delicioso mundo que subyace bajo el “dolor creativo”. Acabando en sus últimos compases por desvelarse como un thriller humilde que puede presumir de gran acabado, pero poseedor de una edición limitadísima que bloquea cualquier intento de desarrollar una historia lucida y adictiva.
Lo mejor: Ideal para ver en pareja.
Lo peor: Nada.