Melissa y David, dos jóvenes periodistas, se dirigen a la frontera franco-suiza para investigar un extraño caso de mutilaciones de ganado y testimonios sin precedentes. Sin embargo, una vez allí, el equipo científico con el que supuestamente se encontrarían ha desaparecido, dejándolos abandonados a su suerte en una investigación que podría terminar con sus vidas.

Quizás me equivoque, ¿pero podría ser “Cold Ground” el primer “found footage” francés de la historia del cine? Independientemente de este posible logro, lo mejor del debut de Fabien Delage lo encontramos en su ambientación setentera, la cual desborda la pantalla para infectar unos carteles que son una delicia, invitándonos a ver la, por otra parte, engañosa producción. Pues aunque pinte bien sobre el papel, no he podido evitar rechinar los dientes ante las manidas imágenes que nos regala su tráiler. Ya me entendéis, exteriores naturales, mala iluminación y gente corriendo sin ton ni son, no estamos ante la mejor presentación para un cineasta novel.

Una de las constantes de 2017 está siendo encontrar buenas ideas de base desarrolladas con la soltura de un pato con diarrea. La de “Found Footage 3D”, idea y también diarrea, se construye alrededor de los principales tópicos del “found footage”, os vais a hartar de este anglicismo. Con semejante título es una sorpresa, ¿verdad? Pues bien, el principal elemento original sería plantear la historia como un “found footage” nacido a raíz del rodaje de un “found footage”, ¡paradoja nuclear! Si semejante metatrabalenguas os parece apetitoso diré que la anterior línea resume todo el contenido argumental del presente largometraje de bajo presupuesto; por cierto, alargado de forma innecesaria hasta los cien minutos. Es decir, cuatro y el de la guitarra se disponen ufanos a grabar un “found footage”, de estilo más clásico que el traje de luces de un torero, para terminar atrapados en una verdadera película de terror cuando la cabaña, que ejerce de escenario para el proyecto, se desvela por fin como refugio de espíritus y posesiones demoniacas. ¡Sólo falta Isabel Gemio saliendo del armario con la mayonesa!

Mientras investiga la leyenda de un misterioso grupo de personas que viven en el bosque, un equipo de noticias local se encuentra con un culto apocalíptico demasiado real. Atrapados en sus manos, el equipo de noticias debe encontrar una manera de escapar antes de que la secta ejecute un acto final de devoción.

Durante los setentas se desarrolló un claro interés cinematográfico por las sectas y sus pérfidos rituales, “Helter Skelter” mediante y una buena ración de LSD para digerir el desayuno. ¿Pero qué es lo que promueve el actual interés del cine, bajo el paraguas de la serie B tirando a Z, en los grupos de personas abducidas por un carismático líder? Porque es evidente que el thriller no se ha olvidado de los gurús vestidos con una sonrisa blanco demoniaco: desde “The Sacrament” hasta la olvidada pero rescatable “Sound of my voice”; pasando por “Martha Marcy May Marlene” o, en clave menos seria, uno de los mejores capítulos de “Review”, serie humorística que no me cansaré de recomendar, especialmente porque se ríe de gilipollas como yo que se dedican a reseñar como si no hubiera mañana.

Hace cuatro meses, el hermano de Morgan, Hal, y su mejor amigo desaparecieron en una misteriosa área del desierto mexicano conocido como “Zona del Silencio”. Después de no recibir ayuda de las autoridades a ningún lado de la frontera, Morgan se dirige hacia el sur para descubrir la verdad sobre la desaparición y rodarla con su cámara. Cuando su vehículo se detiene repentinamente justo fuera de la zona, Morgan debe atravesar el desierto sola, soportando el calor intenso durante el día y la amenaza de los coyotes durante la noche. Finalmente localiza el campamento de Hal y encuentra un kit lleno de tarjetas de memoria de su cámara. Las grabaciones revelan una serie de ruidos extraños, luces misteriosas en el cielo, anomalías gravitacionales y presencia extraterrestre junto a una cadena montañosa cercana.

El formato found fotage tiene, entre sus mayores defectos, el ser una copia reiterativa de todos sus elementos formales. Una vez ves el primero es difícil que otro nuevo llegue a sorprenderte o incluso a transmitirte la congoja de la experiencia original. Es cierto que, de cuando en cuando, se erigen destellos novedosos por aquí o por allá pero, no nos engañemos, el aficionado de este estilo de rodar recorre un auténtico desierto de mediocridad saciando su sed únicamente con minúsculos sorbos de calidad en charcas aisladas. La que nos ocupa es una fangosa charca que pese a su parecido con la saga “Paranormal Activity” o con “Grave encounters” sale bien parada gracias a un par de secuencias que logran quitarte por unos segundos el aliento.

Años después de un trágico e inexplicable suceso en una atracción, un grupo de documentalistas trata de desenterrar las claves que llevaron a la muerte de varias personas en esta casa del terror. La aparición de una serie de videos tomados por el equipo original que ideó la atracción y los testimonios de varios especialistas y testigos darán una nueva y aterradora luz a todo lo sucedido.

¿Recordáis cuando en el cine había magia a raudales? Los personajes parecían salir de la pantalla y, más o menos definidos por clichés, nos arrancaban emociones de manera natural. Las tramas, igualmente sencillas en muchos casos, proponían un escenario perfecto para desarrollar aventuras, sin miedo por parte de la acción a ceñirse a conceptos tan humanos como introducción/nudo/desenlace, haciendo partícipe al espectador de una transformación de cualquier tipo, pues toda historia no es más que un viaje de cambio. Los diálogos explotaban esa conexión entre creador y consumidor, reforzando el trazo de los caracteres o aportando información útil para recrear un mundo ficticio en la realidad. Meramente estoy hablando de la construcción de una buena narración, la vieja tradición de contar cuentos. Es difícil, pues a medida que los siglos pasan la inocencia se pervierte a través de la repetición y la falta de ideas, ¿pero dónde están esos juglares capaces de avivar la imaginación?