Happy Camp
¡Y tan felices!
Cuatro colegas se deciden por viajar a una de las ciudades con peor fama de Estados Unidos: Happy Camp, al norte de California, donde cientos de personas se han perdido entre sus procelosas montañas. Ni cortos y perezosos se deciden por rodar un documental casero sobre uno de los desaparecidos, el hermano de uno de los jóvenes, con funestas consecuencias por meter las narices donde no los llaman.
Nuevo “mockumentary” de la mano de la productora de la famosa Drew Barrymore (esa tierna niña de “E.T.”, posteriormente convertida en ternesca aficionada a probar sustancias que provocan risas, antes de reconducir de nuevo su vida gracias al séptimo arte, entrañable historia). Falso documental que a priori no cuenta con un argumento demasiado excitante ni actores de renombre. Es más, su tráiler camina por un sendero bastante trillado a pesar de mostrar cierta atmósfera bien trabajada (buena iluminación y ambientación sonora).
A estas alturas hablar de las bondades de un género que se ha extendido como la pólvora sería como hacer llover sobre mojado.