giallo

Última noche en el Soho

Sueños y pesadillas

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TORSO

Giallo y Slasher unidos por la espina dorsal

TORSO

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TORSO

En 1973 todavía quedaban unos años para la explosión del slasher. Es cierto que “Peeping Tom” (El fotógrafo del Pánico, Michael Powell) es de 1960, y según el imprescindible documental Going to Pieces: The Rise and Fall of the Slasher Film, ésta es la película fundacional del género; también se había estrenado ya “Bay of Blood” (Mario Bava, 1970), que es la precursora, según prácticamente toda la bibliografía sobre el tema, y según Ghostface, el asesino de Scream. Desde luego, los americanos que exportaron este tipo de películas habían visto, por fuerza, toda la camada de giallos italianos, y seguramente Italia fue el país donde menos impacto produjeron las masacres de asesinos enmascarados de Estados Unidos.

En la mayoría de los giallos, además, suele haber un body-count. Es verdad que a lo mejor no es un rasgo especialmente identificativo del género, más volcado en la investigación, la trama rocambolesca o los motivos “psicologistas” del asesino, pero son muchos los casos en los que el recuento de cadáveres es enorme y los crímenes se convierten en lo mejor de la función. En “Torso”, en concreto, las víctimas son unas atractivas estudiantes de arte en Perugia, casi no hay investigación criminal y el asesino es un enmascarado, por lo que realmente estamos muy muy cerca del slasher… que aún no había sido creado.

Lo mejor: el tramo final.

Lo peor: la conversación en la que el asesino desvela sus motivos.


Last Caress

El Giallo Imaginario

Last Caress

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Last Caress

Alguien quiere el cuadro escondido en la casa. El retrato de una infame bruja. Alguien matará por conseguirlo. Los ecos del pasado estiran sus neblinosos tentáculos para acariciar el voluptuoso presente. Alguien llega a la enorme mansión. El abandono sexual se apodera de la casa. Alguien despierta el legado del mal a través de la sangre. La carne y el metal afilado se besan sin sentido en un cuadro de Dalí.

Last Caress fue anunciada a bombo y platillo por sus autores como la primera película “glamgore” de la historia. Concepto que me parece bastante traído por los pelos, imposible de acotar o definir y tan excesivo y falso como finalmente resulta este giallo. Sí, porque finalmente la cinta de François Gaillard y Christophe Robin se podría entender como una interpretación libre del estilo que definieran Argento y Bava durante los setenta (Rojo Profundo, Suspiria, El Gato de las Nueve Colas, El Pájaro de las Plumas de Cristal) y luego fue explotado y machacado durante sucesivos años por compatriotas italianos e, incluso, el propio Argento. Precisamente todo lo que rodea a Last Caress huele a explotación artificial, incluso sus propios responsables lo reconocen: “un exploit europeo con ardiente erotismo y extrema violencia”. Y un servidor añadiría una pincelada adicional: “… con una envoltura y marketing definidos en un viejo video-club”. La publicidad alrededor de la película francesa la define mejor que sus propios autores. Todo es exceso, abuso sobre la nostalgia, argumentos fáciles sobre hinchados que llegan a distorsionar la realidad. Lo que no quiere decir que Last Caress sea una mala película, todo lo contrario, es un nuevo ejercicio que afianza el cine “underground” moderno como el mejor vehículo para sensaciones fuertes y el homenaje más profundo para con el cine de terror de los setenta u ochenta.

Lo mejor: La recreación de una estética giallo imaginaria, principalmente por su poder visual y su banda sonora electro-clash.

Lo peor: Alguna escena se alarga demasiado al preponderar la experimentación visual más propia de un video-clip. Historia 0.


Last Caress

¿Mezclas Argento y Fulci... y obtienes Glam-Gore?

Last Caress

Cinco jóvenes que únicamente buscan pasar un agradable fin de semana entre amigos alojándose en una casa de campo, pronto averiguarán que su destino es menos pacífico de lo que creían cuando se enfrenten a una maldición familiar y a un implacable asesino. Ciegos por su inacabable deseo carnal son incapaces de percifir el torrente de violencia que se les viene encima.

Desde Francia (que nadie se entusiasme antes de tiempo…) nos llega Last Caress, exploit dirigido a cuatro manos por François Gaillard y Christophe Robin que se presenta a sí misma como “La primera película Glam-Gore de la historia” ¿¿¿???
Los directores galos, que debutaron con Blackaria en 2009, nos aseguran que Last Caress es un auténtico exploit, con un un toque europeo (por lo visto el giallo italiano es su principal inspiración), que mezcla erotismo de alto voltaje, extrema violencia, gore, un toque de suspense y experimentos visuales (… esto último sí que resulta realmente terrorífico).

Masks

El verdadero rostro de un interprete

Masks

Stella es una ambiciosa estudiante de interpretación, finalmente aceptada en la misteriosa escuela “Mateusz Gdula”. El fundador de la escuela, que lleva su nombre, se suicidó cuando sus métodos de enseñanza fueron prohibidos por las autoridades en los setenta, debido a las muertes en insólitas circunstancias, y siendo aparentemente suicidios, de buena parte de sus estudiantes.
Súbitamente, tras la llegada de Stella, comienzan a oírse extraños ruidos en un ala abandonado del ciclópea edificio. Nuestra protagonista sospecha que el método “Gdula” sigue practicándose, y busca desesperada el auspicio de ese tutelaje

Amer

Caleidoscópico despertar sexual

Amer

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Amer

La primera pregunta a la que uno se enfrenta cuando comienzan los títulos de crédito de Amer es: ¿estoy viendo una película del 2009 o este sofá tiene la capacidad de viajar hasta los años setenta cual Delorean tuneado? Uno capea tan estúpida cuestión como puede y se dispone a ver una secuencia de imágenes, sin apenas diálogos, con la mente lo más abierta posible. Al poco, llega la sorpresa ante la potencia visual de los cuidados planos, ante cada enfoque estratégicamente dispuesto y frente a una etérea fotografía, más propia de un mal sueño que de una película.
Continuamos nuestro visionado y nuevas preguntas nos acosan cuando nuestra mente racional acomete el intento de interpretar las diferentes escenas y las obsesiones que estas reflejan. ¿Intentará el director expresar alguna rara metáfora con los abundantes primeros planos de los ojos de los actores? ¿Esta despreocupación por hilar los fotogramas en una secuencia lógica, es un insulto a nuestro inteligencia, encomiable acicate por despertar nuestros sentidos dormidos, o solo una distracción para esconder el discurso vacío de Amer? Confuso, mejor dejarse llevar por la espectacular atmósfera malsana que empapa el metraje de este homenaje al giallo italiano de los setenta. Olvidémonos de tramas y diálogos que aclaren lo expresado en pantalla, nos abandonamos a la debilidad física impuesta por el mundo onírico y sensual que esta película franco-belga despliega sin dificultad, aunque con un estilo experimental que a ratos puede resultar tan molesto como pedante…

Hélène Cattet y Bruno Forzani cogen el toro por los cuernos, escribiendo y dirigiendo esta metáfora sobre el despertar sexual femenino, su plenitud y las diferentes obsesiones que componen la mente de un ser humano. Algo de frustración emana de los personajes pero no os puedo asegurar que mis interpretaciones sean validas en un contexto tan psicodélico.
En este discurso demasiado ambicioso, y que a mi entender se queda en el camino a la hora de trasladarnos las alegorías sexuales que insinúa, se utiliza un lenguaje visual críptico y exagerado, en puro y directo homenaje a las primeras cintas de Dario Argento. Pero no nos engañemos, no estamos tratando con un giallo al uso; digamos que utiliza toda la imaginaria del controvertido subgénero italiano, de fuertes connotaciones góticas y románticas, pero solo en el sentido de ejercicio de estilo. Desde el principio la confusión se hace reina de un desarrollo argumental que no existe. Circunstancia, que a pesar de mi escaso conocimiento sobre el giallo italiano de los setenta, nunca me ha parecido el único leitmotiv del mismo. En Amer falta una vuelta de tuerca más en el plano psicológico; sin lugar a dudas, antaño tenía más peso el desarrollo de personajes y del misterio, fuese cual fuese, en el que se basaba el guión. Sin embargo, Amer se presenta únicamente como un viaje alucinatorio de primer orden, un descenso al surrealismo más artístico. Un viaje, que aún sin trasfondo, recorremos en compañía de Ana, su protagonista, a través de tres momentos claves en su vida. Un periplo que nos descubre lo intenso de la sexualidad femenina y la floración de unos encantos que igual que una planta carnívora; atraen y asustan a partes iguales…

Lo mejor: El innegable tributo a un cine, el giallo, totalmente conseguido. Un desarrollo visual hipnótico, malsano, sensual y acompañando a esta explosión de imágenes, una ambientación sonora de pesadilla... solo hay que dejarse llevar

Lo peor: Más allá de interpretaciones personales, es innegable una falta de discurso, una ausencia de contenido argumental alarmante, que vestida de colores y bonito artificio puede resultar a ratos pretenciosa y pedante