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Faust 2.0

Satán encuentra nuevos caminos

Faust 2.0

Millones de aplicaciones se instalan a diario en el mundo, aceptando su instalación sin molestarnos en leer las condiciones que establecen. Pero… ¿Qué es exactamente lo que aceptamos? En Fausto 2.0 nos encontramos con cinco individuos que aceptan, sin saberlo, un pacto con fuerzas desconocidas y cuyas vidas dan un vuelco brutal cuando utilizan dichas aplicaciones místicas para lograr sus propios objetivos. La pandemia digital empieza a tomar forma.

El sacar a flote la cara más oscura y terrorífica de internet se está convirtiendo, prácticamente, en un subgénero del terror por derecho propio. En Almas Oscuras hemos tenido ejemplos de todo tipo, desde los horrores más “reales” (y por lo tanto los más escalofriantes) al estilo de Megan is missing, pasando por epidemias globales transmitidas a través de una popular red social en Antisocial. Y lo cierto es que cuando uno toma la decisión de inscribirse en una red social o a cualquier otro tipo de servicio prestado en la red, rellena un formulario y, por supuesto, no está dispuesto a leerse las claúsulas de confidencialidad de la información personal (porque no tienes tiempo o porque, sencillamente, son un coñazo de mil pares de narices y sabes que, por mucho que te esfuerces, nunca acabarás de entenderlas del todo), sí puede surgir cierta sensación de que, de algún modo, estás vendiendo tu alma al diablo.

The Den

Russian Chat Roulette

The Den

Elizabeth emprende un proyecto de investigación, merced a una beca de posgrado, sobre las conductas sociales que se dan en un sitio de internet conocido como The Den, lugar de citas virtuales. Tras varias sesiones de chats aleatorios contempla horrorizada el asesinato en directo de una adolescente.

Tras un primer contacto infructuoso con la policía, que desestima el vídeo grabado como una broma viral, Elizabeth se interna aún más en The Den para demostrar que lo que vio es real. Por desgracia, los rincones más oscuros de la red sólo guardan dolor y sufrimiento para ella y sus seres queridos.

Con aires del famoso segmento, no sé si para bien o para mal, de “V/H/S” llamado “The Sick Thing That Happened to Emily When She was Younger”, por aquello de usar la narrativa de un vídeo chat como lenguaje principal del proyecto, The Den es el debut tras las cámaras del norteamericano Zach Donahue. Ya hace varios años que las nuevas tecnologías se han convertido en una de las mejores escusas para una cinta de horror. Tal vez los primeros en hincar el diente al cable fuesen nuestros queridos amigos orientales, ahí tenemos “Kairo” en 2001 como gran representante del nuevo “terror socio-tecnológico”. Aunque no me gustaría olvidar a las que quizás sean la cintas más entrañables mezclando el mundo virtual con el real de forma macabra: “El cortador de césped” y “Brainscan”.

Antisocial

Un viaje a través del cyberinfierno

Antisocial

Cinco amigos de la universidad se reúnen en una fiesta para recibir el Año Nuevo. Sin ellos saberlo, una epidemia ha entrado en erupción, causando brotes en todo el mundo. Con nadie a quien recurrir, se atrincheran dentro de la casa con la única compañía de sus móviles, ordenadores portátiles y otros dispositivos de alta tecnología. Utilizan sus dispositivos para investigar la posible causa del brote. A medida que el virus se propaga, el ambiente en la casa transita del miedo a la paranoia. ¿Quién está a salvo? ¿En quiénes pueden confiar? La realidad se vuelve borrosa, ya que poco a poco descubren el origen del virus causante de la enfermedad … y no hay vuelta atrás.

Son muchos los que ya se han apresurado a presentar la candidatura de Antisocial, debut en la dirección del candiense Cody Calahan, a mejor película de terror independiente de 2013. La película de Cody mezcla dos elementos muy manidos dentro del género. Por un lado los “infectados”, que no son otra cosa que esos pobres desgraciados que por obra y gracias de alguna terrible enfermedad que se propaga como la peste (o por alguna otra inverosímil razón que se les pueda pasar por la cabeza a los guionistas de turno) acaban convertidos en una especie de zombis rabiosos deseosos de mandar a la humanidad a tomar viento. El segundo elemento lo conforma el horror a internet, las redes sociales y las nuevas tecnologías. Quizás no tan reicidente como el tema de los infectados, pero también presente en un buen número de títulos en los últimos años.

Evil Things

Entrar en esta web acabará contigo

Evil Things

El Blog Evil Things lanza un reto a sus lectores: aquel que publique la más deleznable acción será elegido por El Maestro como receptor de un misterioso premio.

Nina, Christian, Julia y Nick son los finalistas que optan a ese misterioso premio, citados en una pequeña ciudad rodeada de montañas y habitada por gente extraña y silenciosa, alguien los espía muy de cerca. Solo uno de esos cuatro chicos de la generación viral, sometidos a la violencia de su tiempo y a la exposición tóxica de las nuevas tecnologías, se librará del verdadero premio de El Maestro: el castigo por sus execrables acciones.

¡Como son las nuevas tecnologías! El terror ya se complementa la perfección con ellas y tras la explosión oriental (siendo Kairo el verdadero punto de inflexión para convertir lo electrónico en demoníaco) todo el mundo se llena de historias que giran alrededor de Internet y sus decadentes efectos sobre las tiernas mentes humanas. Las herramientas sociales se van introduciendo en el cine de terror, como si quisieran sustituir a las herramientas del psicópata de toda la vida. Desde Megan is Missing hasta Panic Button pasando por obras más directas como Satan’s Facebook, Internet se va convirtiendo en un hervidero de truculencia al que quiere sumarse la italiana Evil Things (Cose Cattive).

The Aggression Scale

99 sobre 100 en la escala de agresión

The Aggression Scale

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3.5/5

The Aggression Scale

¡Bang, bang, bang… y bang! Primer gran acierto de The Aggression Scale: arrancar como debería arrancar todo buen thriller que se precie…, con una patada en plena boca del estómago.

Cuatro matones a sueldo cumplen el encargo de un mafioso recién salido de prisión. Y dicho encargo no es otro que el de eliminar, de manera ruidosa y sangrienta, a todo aquél desgraciado que, durante su estancia en la trena, haya osado meter mano en su dinero.

Durante los primeros quince minutos de The Aggression Scale somos testigos de los brutales métodos de estos cuatro jinetes del apocalipsis que, en el transcurso de su misión, no dudan en aniquilar tanto a sus objetivos principales (los capullos a los que un buen día se les ocurrió que robar a un peligroso mafioso era una gran idea), como a sus amigos, familiares, o a cualquier desdichado que se cruce por su camino. No dejan títere con cabeza…

Tras el chute de adrenalina inicial, Steven C. Miller (Automaton Transfusion) acierta de nuevo al tranquilizar, por unos instantes, al caballo desbocado, e introducir la subtrama de una familia que se muda a un típico barrio residencial bajo la oposición de una hija mayor que ve con muy malos ojos el traslado, y la aparente desidia de un hijo adolescente que parece (sólo lo parece) aquejado de autismo.

Lo mejor: Para amantes del thriller sólido, seco y violento.