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Death Wish

Justicia a lo Trump

Death Wish

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2.5/5

Death Wish

Damos cabida al último trabajo de Eli Roth, más por la trayectoria de este director dentro del género fantástico que por su producto en sí, que es un ramplón policíaco. Como la gran mayoría sabréis este Death wish es el remake de la cinta de mediados de los 70 que protagonizó Charles Bronson y dio lugar a toda una saga en la que, el justiciero, repartía estopa a diestro y siniestro entre los agresores de sus seres queridos. En su momento, el título, fundó o definió un subgénero pulp que podríamos denominar “cine de justicieros” y que no deja de ser una variante, con testosterona, del rape and revenge. En este género de justicieros se suele pasar con suma delicadeza sobre las posibles connotaciones sexuales (si hay abuso suele venir verbalizado por el médico u oficial de turno, ahorrando al espectador el trago de contemplarlo en pantalla) para centrarse en la violencia pura y dura. Una violencia que suele venir justificada por la ineptitud del sistema judicial, la sobresaturación de la policía, el abuso de drogas y el intento de asalto a la clase media-alta norteamericana por parte de los enemigos del sistema, los extranjeros y los desheredados del sueño americano.

Lo mejor: Es tan predecible que no hay que pensar demasiado mientras la ves.

Lo peor: Su tufo ultraconservador.


Morituris

El miasma de la historia siempre resurge

Morituris

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2.5/5

Morituris

Dos jóvenes rumanas son recogidas por tres chicos cuando hacen autostop. El grupito se dirige a un bosque para celebrar una rave, pero en su lugar celebrarán una horrible violación. Poco sospecharían que el acto despertaría los “cadáveres” de unos legionarios romanos en busca de sangre para su Diosa.

Polémica. ¿Es eso lo que buscaba Raffaele Picchio en su debut como director? ¿Reflexión antropológica? Tal vez, a través de una descarnada exposición de la violencia misógina, el guionista Gianluigi Perrone quería hacernos indagar sobre la oscuridad inherente a todos nosotros, sobre la ceguera de la justicia, que es implacable con víctimas y verdugos cuando se reviste de venganza. Diseccionas fotograma a fotograma y buscas un mensaje, una enseñanza… lo haces en vano, no la hay. Seamos sinceros, en ningún caso el vacío de Nietzsche se alcanza de forma premeditada. Las referencias a Némesis, la diosa de la justicia retributiva, no son gratuitas, pero tampoco conducen a ningún sitio. ”Morituris” acierta de chiripa en lo que a (a)moralidad se refiere. Señala muy adecuadamente que la realidad forjada por el ser humano es una paradoja nihilista, porque el cine en sí mismo es efímera nadería. Un mensaje en una botella que necesita de un receptor para cobrar sentido; igual que un ataque necesita de dos partes.

Lo mejor: El intento de resucitar la explotación italiana más sucia y cerda.

Lo peor: Es sólo un intento y bastante mal realizado.


Live-Evil

Caspa Verde

Live-Evil

Cuando la estación de policía de una pequeña ciudad universitaria se encuentra sitiada por el “mal” durante una pegajosa noche de Halloween, Pete, el sheriff, y Hancock, su fiel ayudante, se lanzan de cabeza a un juego demoniaco que podría destruir la ciudad, y posiblemente el mundo.

Bueno, ahora que ya estáis sumergidos en Sitges viendo las películas de gran calidad que configuran el convulso panorama del cine de género este 2015/2016, voy a aprovechar para salirme por la tangente con una producción de bajo presupuesto y mucha caspa que nada tiene que ver con el sagrado palmares del masificado festival. Y no lo hago porque crea que como película “Live-Evil” sea algo destacable, no lo hago tampoco porque su mayor estrella sea un Tony Todd (“Candyman”, el remake de “La noche de los muertos vivientes”) caído en desgracia, ni siquiera lo hago por joder… el hecho de traer una noticia sobre algo tan casposo como “Live-evil” se plantea como cuestión necesaria y refrescante después de la vorágine de estrenos, revestidos la mayoría con una forzada patina de obra imprescindible, que nos trae Sitges.

Homicycle

Azucar en el motor

Homicycle

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 1.5/5

Homicycle

muy malas pulgas: violaciones, asesinatos, robos, incendios, drogadicción… un grupo de psicópatas a los que sólo se puede enfrentar el misterioso motorista que, sobre su moto de gran cilindrada, limpiará las calles con la sangre de los malvados.

Es muy difícil realizar un largometraje, por un lado tienes que lidiar con muchas personas – actores, técnicos, productores – y dirigirlas en la misma dirección, una que lleve a buen puerto una visión artística, un concepto que pueda gustar a diferentes tipos de personas. Aunque sólo sea por esa dificultad, el oficio de cineasta merece un respeto, tanto cuando es un medio de vida como cuando se trata de una afición productiva. Las complicaciones no son menores cuando cuentas con un presupuesto exiguo, desde luego puedes asumir una libertad que grandes cantidades económicas de terceros pueden perjudicar, pero trasladar tu visión a la gran pantalla requiere de medios y de compañeros de aventuras con experiencia. Así, una película de serie Z sigue mereciendo un mínimo de respeto, no basta tildarlos como “mierda”, de la forma que hace el público masivo, hay que intentar romper la barrera de lo meramente económico y bucear más allá, a la espera de una historia contada con maestría y solidez.

Lo mejor: Resucitar el cine desfasado de los justicieros ochenteros

Lo peor: ¿Por donde empezar?